donostia - La propia Diputación de Gipuzkoa admite que no son de su gusto. Los resaltos, badenes o guardias tumbados que se colocan en muchas vías urbanas para forzar a los vehículos a ralentizar su marcha, “no entran en el catálogo de soluciones” que contempla el Ejecutivo guipuzcoano para reducir la velocidad del tráfico y apenas se emplean en la red viaria foral. Sin embargo, estas soluciones están muy extendidas dentro de muchos municipios y cada vez son más las voces que las cuestionan.

La última voz crítica, y con gran difusión, es la de un alavés de 64 años, doble trasplantado de riñón, que ha visibilizado los problemas que causan estos resaltos en los pacientes de los servicios médicos de emergencias. Mateo Lafragua ha abierto el debate. Primero en Euskadi, y después en el conjunto del Estado español. En opinión, de Luis Murguía, experto y asesor de Movilidad, los municipios están abusando de esta solución y “la mayoría” de estos resaltes, advierte, “no cumplen la normativa”.

Lafragua se autodefine como “una persona que ha pasado muchos días en la UCI y viajando en ambulancia”. En su traslado diario para la diálisis, desde Artziniega (Araba) al hospital de Cruces, atravesaba un tramo de siete kilómetros que tenía 19 resaltos, a su paso por Gordexola. “Un suplicio”, recuerda. Su estudio La repercusión de los resaltos en el transporte sanitario de emergencias le ha valido ser reconocido con el Premio Ciudadano de seguridad vial Ponle Freno 2018 del grupo Atresmedia. Lafragua es ya un asiduo en mesas redondas.

En Euskadi, se ha reunido con las tres diputaciones forales, incluida la de Gipuzkoa; con el consejero de Sanidad, Jon Darpón; y le han recibido también en el Parlamento Vasco, el Ararteko y el Gobierno español. “Todos me dan la razón, pero no veo que se den pasos y pido, por lo menos, que sean legales y los que ponen cumplan la normativa”, lamenta.

Fruto de su insistencia, Osakidetza elaboró un informe en el que, “en la medida de lo posible, pide que en los accesos a los hospitales se eliminen todos los resaltos que afectan a los servicios de emergencias. “Mi estudio tiene razón: los resaltes perjudican gravemente a las emergencias sanitarias y ejemplo de ello es que el Gobierno Vasco ha destinado una partida de 100.000 euros para quitar los resaltos de Gordexola; y en Araba van a dejar de subvencionar a los ayuntamientos para la colocación de estos elementos”, indica Lafragua.

accesos a hospitales “Al menos, deberían quitarlos en los lugares de acceso a hospitales”, añade Luis Murguía, experto y asesor de Movilidad. Según explica, estos resaltos surgieron hacen casi 20 años como “una solución provisional, pero esto no puede ser la solución definitiva al problema de la velocidad”.

“La autopista ya tiene baches y se notan mucho cuando vas en una ambulancia, donde las vibraciones se transmiten mucho más; y estos badenes son un despropósito. Hay una normativa, pero no la cumplen muchos alcaldes y abusan de estas soluciones”, lamenta Murguía.

“El cojín berlinés, por ejemplo, es un badén que está hecho de manera que una ambulancia, si centra bien, puede pasarlo sin que lo note. Pero el problema es que no están bien hechos, ni bien puestos. Los municipios los ponen sin criterio”, añade.

un 70% menos en europa “Es inadmisible que pases a 20 kilómetros por hora en un lugar limitado a 30 y casi te desnuques. La primera norma con los resaltos debería ser no poner más y ver qué elementos de calmado son más apropiados. Y una vez decididos, cambiarlos. En Europa hay un 70% menos de resaltos que aquí”, apunta.

Las alternativas para reducir la velocidad son varias. La propia Diputación de Gipuzkoa confiesa a NOTICIAS DE GIPUZKOA su preferencia por el estrechamiento de la calzada, suelo rugoso, pintura y bandas sonoras, entre otras, aunque otros estudios abogan por los radares de tramo, también en núcleos urbanos, debido a su gran eficacia. Esta fórmula solo ha sido utilizada de forma experimental en la N-I en 2011 por iniciativa del Gobierno Vasco.

Desde el Real Automóvil Club Vasco-Navarro (RACVN) critican además que estos sistemas “dañan la mecánica” de los vehículos, fuerzan una “conducción artificial” con frenazos y acelerones, lo que aumenta la contaminación, y genera un “gran riesgo de caídas en ciclistas y motociclistas”, además del perjuicio a los usuarios de los servicios de emergencias.

Estos resaltes pueden “provocar más problemas y situaciones de peligro de las que realmente evitan”, indica el RACVN, que reclama “un uso más racional, menos abusivo y que tengan unas formas más suavizadas que produzcan menores vibraciones o golpes al vehículo”. A su vez, la asociación de conductores exige que los badenes “se señalicen de manera clara”.

Ejemplo en Donostia. Según el RACVN, uno de los puntos negros de Donostia se sitúa en el paseo Bascongada, entre el Paseo Oriamendi y Pagola (en Aiete). Bajando desde Oriamendi a Pagola por el citado vial “nos encontramos con ocho badenes de asfalto (en un tramo de 900 metros) que coinciden con los pasos de cebra con una pronunciación acentuada que producen unos golpes muy desagradables, incluso circulando a muy baja velocidad. Esta vía es el ejemplo perfecto de lo contraproducente que puede resultar para un vehículo de emergencias”, denuncia.

Normativa que se “incumple”. Para lograr que estos reductores de velocidad cumplan su cometido sin riesgos añadidos y sin afectar con posibles daños tanto al vehículo como a los ocupantes, el Ministerio de Fomento aprobó una normativa en 2008 (orden FOM/3053/2008) para regularlos y homogeneizar así estos elementos por todo el Estado. Aunque la normativa responde a criterios técnicos, solo se aplica en la red general de carreteras del Estado, por lo que no afecta a las vías municipales, que dependen de los ayuntamientos.

50

Kilómetros por hora. Según el informe Speed and Crash Risk publicado el 29 de marzo por el Forum Internacional de Transportes de la OCDE, la velocidad tiene una influencia directa en la incidencia y gravedad de los accidentes. El mismo análisis concluye que en áreas urbanas, “velocidades por encima de 50 km/h no son aceptables”. Según este mismo informe, los límites de velocidad razonables son de 30 km/h en áreas urbanas, al convivir usuarios vulnerables y tráfico de vehículos motorizados. En otras áreas, con intersecciones y alto riesgo de colisiones laterales, es apropiado 50 km/h. En las vías rurales, sin una barrera medianera para reducir el riesgo de colisiones frontales, es apropiado un límite de velocidad de 70 km/h.

Postes y balizas. Desde el RACVN, apuntan que “podría haber más debates, como el de los postes metálicos y balizas que separan carriles bici de la carretera o que impiden que los vehículos aparquen. Los postes metálicos o de material duro pueden resultar peligrosos para ciclistas y motoristas si estos se caen y se golpean con los mismos. Tenemos un ejemplo de esto en Martutene en las curvas que unen la rotonda del Polígono 27 y la rotonda de la cárcel”, señalan.