donostia - “Son los grandes olvidados dentro de las necesidades educativas especiales”. Así califica Ritxi Cayetano a los niños con altas capacidades intelectuales, un asunto que le toca muy de cerca, como profesor de Primaria y, fundamentalmente, como padre. “Se nos están pasando unas hornadas de chavales con unas capacidades tremendas de cara al futuro que no las estamos aprovechando, ni las vamos a recuperar. Esto a nivel social es degradante”, lamenta este maestro de Andoain.
Cayetano es padre de una niña de once años que es talento y de un niño de nueve años con alta capacidad, por lo que conoce muy de cerca este mundo y sus necesidades. Ya en sus tiempos, en la universidad le asombraba que en Educación Especial solo se trabajara con niños con deficiencias, pero no “con los que estaban en el otro lado de la campana de Gauss”. Por ello, decidió realizar cursillos, aprender sobre la alta capacidad que, casualidades de la vida, acabó llamando a la puerta de su casa, puesto que sus hijos forman parte de este colectivo.
En Gipuzkoa, hay 228 alumnos detectados con altas capacidades, 175 de los cuales son chicos. Es el territorio con más jóvenes con esta particularidad de Euskadi, donde el número total se eleva a 536, según los datos publicados por el Ministerio de Educación. Pero, ¿están todos los que son?
Según los expertos, esta cifra es “ridícula; “hay muchísimos niños sin detectar”, ya que se calcula que el “10% de la población es de alta capacidad”, apunta Merche Cruz, presidenta de Alcagi, la asociación guipuzcoana que trata de dar una adecuada protección y apoyo a estos niños.
La detección es mayor en chicos que en chicas, pero “esto no quiere decir que haya más niños con alta capacidad que niñas”, sino más bien que ellas tienden a mimetizarse para no destacar. “La mujer se adapta más fácil al medio. Por conseguir el cariño y apoyo de las compañeras o por tener amigas es capaz de esconder sus particularidades o capacidades e, incluso, llegar a suspender para ser admitida en el grupo”, afirma la presidenta de Alcagi.
por encima de la media Definir la alta capacidad es “muy difícil”, puesto que no todos se rigen bajo el mismo patrón, aunque la mayoría tiene un coeficiente intelectual superior a 130. Hay alumnos que tienen una alta capacidad en un área, en matemáticas, por ejemplo, lo que se denomina talento simple; mientras que otros la tienen en dos o tres áreas (talento complejo). Luego está el superdotado, “que tiene una alta capacidad en prácticamente todas las áreas de trabajo” y habría que destacar también al precoz, que a los años se equipara con los de su edad. “Hay muchas denominaciones”, indica Cruz.
Los niños con alta capacidad son muy creativos, tienen una gran aptitud hacia el trabajo, su formación cerebral es diferente y cuentan con más interconexiones. En resumen, su desarrollo cognitivo está por encima de la media. “Desde bebés tienen una mirada observadora, escrutan mucho”, algunos aprenden antes de lo normal a hablar, sus expresiones y respuestas son llamativas, más propias de un adulto, y se preocupan por temas científicos o, incluso, por la muerte.
Sobre esta última cuestión empezó a preguntarse Unai, el hijo de Cayetano. “Nos dimos cuenta de que hacía cosas diferentes. Cogía rápidamente todos los conceptos matemáticos, sabía todas las letras desde Educación Infantil, hacía un puzzle de muchas piezas con una concentración excesiva y, al mismo tiempo, podía hacer otra cosa. Hablaba sobre la muerte, los planetas, los dinosaurios...”, explica este padre.
Por ello, Cayetano y su mujer Susana Montoya, también profesora, decidieron llevar a Unai al psicólogo. Previamente habían ido junto a su hija Elaia, quien tras ser sometida a las pruebas pertinentes, se descartó que fuera alta capacidad, pero se les comunicó que era “talento a nivel de comunicación” y se les dio unas pautas, porque es una niña que socialmente lo vive todo “muy intensamente”.
Los test de Unai revelaron que tenía un coeficiente intelectual por encima de 130, lo que significa que dispone de una alta capacidad. Cuando se lo comunicaron, Ritxi Cayetano reconoce que sintió “inseguridad”. “Nos gusta que todo el mundo esté dentro de la norma, salirse de lo normal crea una especie de miedo porque a veces no sabes por dónde encaminar la educación de lo que tienes en casa. Si no fuese profesional de la educación, me hubiera entrado más miedo”, insiste.
Por suerte, sus hijos no han notado ninguna discriminación a nivel social por contar con esta particularidad y se han relacionado de manera “normal” con sus compañeros. Cayetano afirma que en el caso de los chicos el fútbol juega un papel importante: Si les gusta y a nivel deportivo están incluidos en un grupo, entonces son aceptados; si no es así, “es un caballo de batalla que habría que pelear”.
discriminación Y es que, por desgracia, los niños con alta capacidad pueden sufrir mucho. “Ha habido casos muy graves por no saber que era una alta capacidad, de necesitar tratamiento psiquiátrico”, afirma Cruz, que asegura que “a veces no son aceptados por el grupo y sufren muchísimo”.
A esto se suma la disincronía que algunos de ellos pueden tener, que es una especie de desfase entre la capacidad intelectual y la emocional. “Son niños que intelectualmente igual llevan dos o tres años de ventaja a sus compañeros, pero emocionalmente son muy niños”, explica Cruz. Habitualmente, los niños con altas capacidades son muy sensibles y pueden tener una “sobreexcitabilidad intelectual”, por lo que “necesitan aprender, el cuerpo se lo pide”.
Además, hay jóvenes que también tienen una “sobreexcitabilidad motora”, es decir, no pueden estar quietos, “necesitan moverse”. El problema es que el sistema educativo actual “no les sirve”, es muy difícil que se busquen estrategias para que ese niño pueda moverse, por lo que muchas veces es castigado y “pasa medio curso fuera”. Incluso, ha habido casos de detecciones erróneas, de diagnósticos de Trastorno por Déficit de Hiperactividad (TDH), que en realidad eran una alta capacidad.
Por suerte, pese al sistema educativo actual, algunos son capaces de adaptarse a las circunstancias que les toca, son conscientes de que necesitan “otras cosas que no se les dan”, pero en clase pueden estar “en sus ensoñaciones, pasar desapercibidos y tirar para adelante”. “De mayor te dicen que si hubieran tenido la oportunidad de hacer otras cosas en esas clases, lo que habrían disfrutado”, lamenta la presidenta de Alcagi.
Tanto Cruz como Cayetano creen que con un diagnóstico a tiempo y un trabajo complementario, la alta capacidad puede ser “una maravilla”. “Lo que más me llama la atención de mis hijos es los ojos que ponen cuando hay una cosa novedosa, esas ganas de aprender algo que hasta ahora no sabían”, destaca Ritxi Cayetano.