Y es que si no fuera por el esfuerzo de quienes sí van a clase, sí entregan su Trabajo de Fin de Máster (TFM) y sí lo defienden ante un tribunal, el caso de Cifuentes daría para un chiste, como los miles que han corrido estos últimos días en Twitter. “A mí también me ha tocado un máster”, junto a la imagen de un huevo Kinder, “Así era el perro que se comió mi TFM”, “Cristina Cifuentes podría acogerse a la doctrina infanta y alegar que estaba muy enamorada del rector de la URJC” son solo algunos de los tuits más destacados.

El escándalo sobre las graves irregularidades de su máster, las firmas falsificadas de dos de los tres miembros del tribunal, el trabajo que no aparece después de semanas, enfadan y mucho a la comunidad universitaria. Cifuentes sigue insistiendo en que no encuentra este trabajo, algo que aún enciende más a los universitarios, que no se creen sus excusas.

Todo ello ha generado una gran ola de indignación entre los estudiantes guipuzcoanos tanto de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), como de la Universidad de Deusto. Además, en los últimos días al “escándalo Cifuentes” se une también Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación del PP, que realizó el mismo máster, pero no se acuerda de si fue a clase y un profesor sostiene que no está en la lista de alumnos.

Y a esto se suma que, según un informe de la empresa de recursos humanos Adecco, el 7,1% de las ofertas de empleo de Euskadi incluyen la petición de contar con formación de máster o posgrado, convirtiéndose este título en un “elemento diferenciador” a la hora de contratar a un candidato. Euskadi es la cuarta comunidad autónoma con un mayor porcentaje de ofertas de empleo con este requerimiento.

Cortijo PRIVADO “Que haya unas personas que han utilizado la universidad como su cortijo me parece muy grave”, afirma Larraitz González, donostiarra de 43 años, que cursa actualmente el Máster Oficial en Economía Social y Solidaria, en la Facultad de Empresariales del campus donostiarra de la UPV. Para cursar este máster, González ahorró lo suficiente como para poderse permitir un año de excedencia. “Tengo un colchón para tener la oportunidad de estudiar un máster sin trabajar. He tenido que hacer ese esfuerzo de ahorrar en el pasado”, asegura esta estudiante, que trabajaba en la gestión de proyectos culturales y con estos nuevos estudios quiere “cambiar de ámbito”.

Para ella, hacer el máster no solo ha supuesto un esfuerzo económico, sino también personal. “Si quieres hacer una cosa seria, aprender, profundizar, tener una reflexión crítica, trabajar, todo esto requiere mucho tiempo”, afirma. Pero, incluso el que quiera “pasar de puntillas” tiene una serie de obligaciones, como acudir a la mayoría de las clases, realizar trabajos individuales y colectivos y el TFM, que debe reunir “ciertas condiciones”. “No es un trabajo de dos páginas, tiene que haber una investigación, no es cualquier cosa”, insiste González.

En su clase eran 23 estudiantes y, aunque pueda olvidar sus nombres, tiene muy claro que recordaría sus caras aunque pasaran los años. Alba Mendoza es una de esas personas que Larraitz González no olvidará, ya que son compañeras de máster desde octubre.

Mendoza tiene 33 años, es de Madrid y el máster le ha supuesto un gran esfuerzo económico. “Entre los 1.700 euros casi del máster, más los 1.000 euros que me supone al mes vivir fuera de mi ciudad, he tenido que tirar de ahorros durante meses. Por ello, reduzco todo tipo de gastos, no salgo, no ceno por ahí y viajes, los justos”, explica.

Mendoza señala que no solo hay que contar las horas presenciales, las cuatro horas al día cuatro días a la semana de su máster, sino que gran parte del trabajo, “más de la mitad”, se hace en casa. “Por eso, ves el esfuerzo que te supone a ti hacer un máster, mientras hay gente que se lo regalan, cuando además es gente que no lo necesita porque ya está colocada”, afirma. Esta estudiante se centrará ahora en su TFM: “Voy a hacerlo, voy a entregarlo, y si en dos años no aparece, será porque no lo hecho, pero entonces yo no tendré el título”, asegura en referencia a la polémica.

Un escándalo que aunque afecta de manera más profunda a la universidad pública, también enfada a estudiantes de la universidad privada. Iñigo Albisua e Ilargi Tapia, donostiarras de 28 años, junto a Nadia Qourchi, natural de Zumárraga de 22 años, y Miriam Villanueva, tolosarra de 23 años, muestran su enfado ante “la farsa” protagonizada por Cifuentes.

Todos ellos estudian el Máster de Profesorado de Educación Secundaria, Bachiller, Formación Profesional y Escuelas de Idiomas de la Universidad de Deusto y dedican gran parte de su día a sus estudios. Muchos de ellos trabajan a media jornada para pagarse el máster que ronda los 5.000 euros, pero la otra media la emplean en estudiar, al igual que los fines de semana.

“UNa OBLIGACiÓN” Su máster también es de 16 horas semanales, de octubre a febrero. A partir de ahí empiezan las prácticas que son a jornada completa teniendo en cuenta el horario del centro educativo y la preparación durante dos meses del TFM, explica Miriam Villanueva, que considera que actualmente se hace el máster “por obligación, no por opción”. “Antes las carreras eran de cinco años, con precios mucho más bajos, y ahora tienes que hacer cuatro más el máster”, afirma.

Iñigo Albisua asegura que este TFM se puede comparar con el de fin de carrera. “Yo soy arquitecto y aunque lo hice hace ya cuatro años, lo puedo decir casi entero”, asegura. “Es evidente que si has hecho el TFM sabes dónde está. Creo que con este tema nos están vacilando bastante”, subraya Albisua, que ha tenido que dejar un trabajo ante la falta de tiempo para hacer el máster.

Y es que para hacer un TFM “hay que meter muchas horas”. “Tienes que leer muchos artículos y escribir un montón”, afirma Ilargi Tapia, que cursa actualmente su segundo máster. Este, además, es obligatorio, ya que es habilitante para poder ser profesor de secundaria y bachiller.

Ilargi sabe lo que es cursar un máster y le resulta “vergonzoso” el escándalo de Cifuentes. “Hay muchísimos estudiantes que estamos aquí con absoluta dedicación y todo esto me parece una falta de respeto. Se nos está diciendo: yo pago, yo tengo un máster, cuando nosotros ni siquiera haciendo un máster sabemos si vamos a tener un trabajo en el futuro. Pero yo sé que estoy haciendo bien y de alguna forma es una inversión de futuro, así que allá cada cual con su conciencia”, asegura.

A Nadia Qourchi le indigna que sean políticos quienes protagonicen este tipo de noticias. “Sería vergonzoso que lo hiciera cualquier persona, pero una que se presenta a política, que quiere hacer el bien por la sociedad y luego se ríe de nosotros, me parece muy triste”, critica la joven. Pese a la polémica, estos alumnos seguirán estudiando y trabajando duro para sacarse su TFM y conseguir su título, que les ayude a encontrar el trabajo deseado en un futuro próximo.