Euskadi vivió su última gran sequía entre las primaveras de 1989 y 1990. Hasta 1,2 millones de personas del Gran Bilbao y Gasteiz se vieron afectadas por cortes de agua en sus hogares, cuando el embalse de Ullibarri mostró sus entrañas dejando a la vista restos de edificios, tierra seca y peces muertos. En Gipuzkoa la situación no fue tan extrema, pero se cuestionó la potabilidad del agua en Donostialdea. Había que remontarse a 1964 para recordar cortes de agua como los que se vivieron entonces: primero fueron interrupciones de seis horas, solo de noche; después de diez, doce horas... Empezaron de lunes a viernes y en febrero de 1990 los cortes llegaron a ser diarios desde las 18.00 a las 6.00 horas. Un escenario que, ni de lejos, contemplan los técnicos de la Agencia Vasca del Agua (URA) en los próximos quince años.
Ni siquiera con proyecciones al año 2033, teniendo en cuenta el efecto del cambio climático, y en un “escenario pesimista” de reducción del 11% de los recursos hídricos debido a este fenómeno, se espera que se produzcan situaciones de desabastecimiento graves. El motivo es que Euskadi cuenta con un sistema mucho más eficiente que aún prevé mejorar. Un ejemplo: las fugas se han reducido hasta niveles en torno al 5% y que en ninguna zona superan el 10%; mientras que en 1990 el 40% del agua caída se perdía antes de llegar a los hogares. Además, indican los expertos, las demandas de agua dulce se han reducido en los últimos años de forma generalizada pese al ligero aumento poblacional. Consumimos de forma más racional.
embalses de llenado rápido El análisis que hacen desde URA es que “la situación de abastecimiento en Euskadi dista de ser problemática en este momento. Únicamente el ámbito de Gipuzkoako Urak, es decir, los embalses que abastecen al interior del territorio, “presenta una situación (55%) más baja que los años anteriores, pero no es anómala y sus embalses, pequeños, que se resienten con facilidad cuando hay una situación de escasa pluviometría, se recuperan con la misma facilidad en cuanto llueve. No son necesarias lluvias especialmente importantes”.
Además, la situación en Donostialdea y Txingudi es envidiable. Un 75% de llenado en Añarbe, el embalse de mayor capacidad que nutre a Gipuzkoa, y 94% en San Antón.
Mientras los embalses mayores de Gipuzkoako Urak presentan niveles entre el 49% y el 63%. Los más bajos de todos son Ibai Eder, en Azpeitia (49,2%) y Arriaran, en Beasain (47,9%). Su aspecto es el más chocante, pero sus niveles no preocupan.
De hecho, técnicos de URA destacan que “se ha pasado entre el 27 de junio y hoy de un almacenamiento del 76% al actual del 55,1%” en los embalses de Gipuzkoako Urak (Ibaieder, Urkulu, Ibiur, Arriaran, Aixola, Lareo y Barrendiola). “Es decir, en cuatro meses de estación seca, se han bajado solo 21 puntos porcentuales. A ese ritmo, aún en el muy improbable caso de que no se produjeran precipitaciones significativas en las siguientes semanas, no hay una inminente situación realmente complicada de ninguna manera. Tendrían que darse meses sin precipitaciones para encontrar una situación verdaderamente problemática”, añaden.
Hay que tener en cuenta, además, qué significa un llenado superior al 50% hoy en día. Solo hay que ver que en la crisis de hace tres décadas se retomó la normalidad cuando los embalses superaron el 50%, en diciembre de 1990. Hoy, con las mejoras realizadas en el sistema, existe la convicción de que ni Gipuzkoa ni la CAV tendrán problemas con niveles inferiores.
Otra situación bien distinta es la que se produce en la gran mayoría de la península ibérica y que es lo que convierte a Euskadi prácticamente en un oasis en medio de la sequía. Muchos embalses se encuentran por debajo del 30% y algunos en el 10%. En verano se llegaron a producir en Andalucía las primeras restricciones que luego se extendieron a otras zonas. La falta de agua es tal que incluso en la cornisa Cantábrica se está haciendo notar. Es el caso de Cantabria, que actualmente vive una de las peores sequías; mientras que en Galicia, donde en verano la situación no inquietaba, se han encendido las alarmas. En Vigo solo hay reservas para tres meses. 100 días de agua.
Euskadi y Asturias (80% de llenado) son la excepción en ese secarral. Los técnicos de URA califican de “alarmante” la situación que se da en buena parte de las cuencas hidrográficas de la península ibérica, pero recalcan que en la CAV, “la situación no alcanza, por el momento, tintes preocupantes”. Además, indican, el desarrollo de las actuaciones previstas en el programa de medidas del plan hidrológico, fundamentalmente refuerzo de determinados sistemas y reducción de fugas, “nos permitiría no solo garantizar el abastecimiento en condiciones de sequía en la totalidad de los sistemas para la situación actual, sino también a largo plazo incluso en un escenario de reducción de recursos pesimista”.
Añarbe (Donostialdea). 75,3%. Absoluta normalidad.
Txingudi (San Antón). 94% de llenado. Absoluta normalidad, incluso mejor que lo habitual.
Ibaieder (Azpeitia). 49,2%, tres puntos más que en 2016, pero algo inferior a lo habitual en estas fechas.
Urkulu (Aretxabaleta) 53,7%, claramente por debajo de los años anteriores.
Ibiur (Baliarrain). 63,9%, por debajo de los años anteriores.
Arriaran (Beasain). 47,9 %; algo menos que los años anteriores.
Aixola (Eibar). 90,2 %, habitual en estas fechas, claramente superior al año pasado.
Lareo (Ataun). 61,3 %, menor que los años anteriores.
Barrendiola (Legazpi). 65,1 %, algo menor que los años anteriores.
Sistema del Zadorra. Abastece a más de la mitad de la población de Euskadi: Gasteiz y Gran Bilbao: 52,9%. El año pasado estaba en el 55,8 %. Normalidad.
Embalse de Ordunte. Complemento del Zadorra para el Gran Bilbao: 50,5%, absoluta normalidad.
Embalse de Maroño (Araba). 60%, absoluta normalidad.