donostia - Hasta cien camiones llegados de todos los puntos de la geografía guipuzcoana irán a parar cada día a la incineradora de Zubieta, una infraestructura llamada a solucionar la gestión de residuos que ha protagonizado durante largos años la discusión política del territorio.
Décadas después de que arrancara en Gipuzkoa el debate sobre la incineración, parece que la problemática de la gestión de los residuos encara su recta final, con el comienzo de las obras de la incineradora, un proyecto que se antoja definitivo.
Si todo marcha según lo esperado, el complejo medioambiental de Zubieta, que además de la incineradora albergará una planta de tratamiento mecánico-biológico (TMB), una de biometanización y otra de maduración de escorias, además de un centro de educación ambiental, estará operativo para finales de 2019. De esta forma, aunque no podrá inaugurarse en esta legislatura, sí quedará acabada su construcción y las elecciones municipales y forales cogerán a la instalación en fase de prueba, previa a su puesta en marcha.
Se trata así de un panorama completamente distinto al ocurrido en 2011, cuando el cambio de Gobierno en la Diputación y la mayoría de los Ayuntamientos llevó a la paralización y posterior suspensión del proyecto, dejando a Gipuzkoa sin una sola infraestructura para tratar la basura que genera.
Sin embargo, el recorrido hasta el punto que arranca mañana no ha sido sencillo y ha supuesto algunos de los capítulos más bochornosos de la gestión política guipuzcoana, enfrascada durante largos años en una discusión sin fin de la que han participado partidos de todos los colores.
El debate sobre la incineración comenzó a tomar forma a comienzos del año 2000, cuando el principal punto de discusión era el que rodeaba a la ubicación de la planta. Urnieta, Aritzeta o Landarbaso fueron algunos de los lugares que se postularon para acoger una infraestructura que ya contaba con detractores. No fue hasta 2007 cuando un acuerdo entre la Diputación y el Ayuntamiento de Donostia fijó que la futura instalación se construiría en Zubieta.
En aquellos años, la Mancomunidad de Txingudi planteaba construir su propia planta, que se ubicaría en Hondarribia, aunque pronto este proyecto quedó desechado.
A partir de ese momento, comenzó a fraguarse la puesta en marcha de una infraestructura cuya adjudicación, en el año 2011, se vio interrumpida por un cambio de Gobierno que dinamitó el proyecto de forma unilateral dos años más tarde.
En 2015, con el nuevo cambio de Gobierno en la Diputación, se retomó un proyecto que ha sido redimensionado en función de la revisión de las prognosis de generación de basura en el territorio. Con este nuevo diseño, la planta absorberá 175.000 toneladas anuales de basura y permitirá que Gipuzkoa sea autosuficiente en el tratamiento de los residuos que genera.
Las obras tienen que estar concluidas para finales de 2019 y contarán con un presupuesto de 217 millones, de los que se deberán hacer cargo las empresas adjudicatarias (Urbaser, Moyua, Altuna y Uria, Murias, LKS y Meridun). No obstante, en el momento en el que la instalación comience a funcionar, el contratista recibirá 23,6 millones de euros en concepto de canon anual. Esto arrojará una factura total de 768 millones durante los 32 años que durará la explotación de la infraestructura.
Una vez abierta la planta, a finales de 2019, se calcula que el personal que trabajará en la misma rondará las 80 personas, incluyendo los departamentos de dirección, servicios generales, operarios de la unidad de tratamiento mecánico-biológico (TMB) y la de valorización energética. Además, se crearán otro centenar de puestos de trabajo indirectos.
El complejo de Zubieta generará una cantidad de energía comparable a lo que consumen 45.000 hogares del territorio y cubrirá las necesidades de 120.000 personas. La infraestructura producirá 160.000 megawatios anuales gracias al aprovechamiento de la energía térmica generada al incinerar los residuos, que será transformada en electricidad. La producción de esta energía supondrá un ahorro de 220.000 euros anuales. Además, se evitará la emisión de 94.000 toneladas de dióxido de carbono cada año.
hasta 500 trabajadores diarios La construcción del complejo tendrá una duración de 30 meses y empleará a una media diaria de 200 trabajadores, si bien en momentos puntuales habrá más de 500.
Según insiste Carlos Abilio Pérez, director general de Tratamiento de Urbaser, la empresa que lidera la sociedad Ekondakin, encargada de construir y explotar la incineradora, existe un “marcado compromiso de búsqueda de colaboración con empresas y entidades de ámbito local”, así como una “honda preocupación” por emplear los recursos “más cercanos disponibles, facilitados por el tejido industrial guipuzcoano”. Y aunque en algunos casos el suministro se llevará a cabo con compañías de marcada especialización tecnológica -como en el caso de la incineradora propiamente dicha, que correrá a cargo de la empresa alemana Steinmuller-Babcock-, ya han comenzado los contactos con las firmas locales para incluirlas en la construcción de Zubieta.
En lo que respecta al proceso constructivo, será el siguiente: a lo largo de este año se llevará a cabo el proyecto y darán comienzo los trabajos de obra civil y urbanización de la planta; en 2018, se iniciará la llegada de los primeros equipos a obra. El montaje de los mismos comenzará en ese mismo año, continuando los trabajos de obra civil y urbanización, finalizando en su práctica totalidad a finales de este periodo. Finalmente, en 2019 concluirá la construcción y puesta en marcha, comenzando la operación de la planta.
¿qué va a ocurrir hasta entonces? El panorama del tratamiento de los residuos es incierto a corto plazo. De hecho, la mayor certeza es la que corresponde a este 2017, cuando el problema está solucionado gracias al acuerdo sellado con Cantabria. En virtud del mismo, el vertedero de Meruelo se hará cargo de 80.000 toneladas de residuos, que se suman a las 90.000 que acogió el pasado año. Pero este acuerdo es improrrogable, por lo que a partir del 1 de enero de 2018 se cierra la puerta a esta alternativa.
Mientras tanto, este verano se espera que comience el traslado de camiones al vertedero “transitorio” industrial de Mutiloa, que será readaptado para recibir basura urbana hasta que la incineradora esté operativa. De esta forma, el 63% de la basura generada (102.000 toneladas anuales) se enviará a esta instalación goierritarra. Sin embargo, todavía quedan 63.000 toneladas a las que hay que dar salida.
Y es aquí donde radica la mayor parte del problema. Parece que la opción más avanzada es la de trasladarlas a la planta de tratamiento mecánico-biológico que FCC tiene en Tudela, sin embargo, el segundo paso, el depósito de los desechos en un vertedero, se está complicando. FCC ha tocado la puerta de Arnedo (La Rioja) y Ejea de los Caballeros (Zaragoza), pero la negativa de estos municipios a recibir las basuras de Gipuzkoa ha puesto en un brete a la empresa y ha llevado a FCC a buscar otros posibles destinos.
Primera piedra. El miércoles día 10 tendrá lugar en la explanada de Zubieta el acto simbólico de la colocación de la primera piedra, al que asistirán representantes institucionales, pero también de las empresas que van a encargase de la construcción del complejo.
Movilizaciones. Para ese mismo día, las plataformas antiincineración han convocado protestas y movilizaciones bajo el lema ‘Incineradora no, no en nuestro nombre’. Estas tendrán lugar también en Zubieta.