donostia - Una joven etíope ha sido operada de una cardiopatía congénita en la Policlínica Gipuzkoa gracias a la colaboración de este centro médico donostiarra con la Fundación Etiopía Utopía.

La joven Fireweyni Cereu viajó hace una semana desde Etiopía a Gipuzkoa para ser operada de una enfermedad congénita derivada de una alteración del desarrollo fetal del corazón.

Esta enfermedad “le hacía sentir un cansancio continuo y había alterado su crecimiento, que es mucho más lento”, por lo que aparenta menos edad que los 19 años que tiene, según explicó ayer en un comunicado el cirujano cardíaco Ignacio Pérez-Moreira.

Para llevar a cabo el proceso, aunque Fireweyni lleva una semana aquí y tenían el historial desde hace varios meses. “Al tratarse de una paciente joven, no necesitábamos de muchos exámenes invasivos y los no invasivos los tenía hechos. El día antes de la intervención convocamos a Fireweyni para hacer el pre-operatorio y una ecografía para confirmar toda la información que teníamos y, al día siguiente, llevamos a cabo la operación con éxito”, señaló Pérez-Moreira.

Gracias a esta intervención, la joven podrá llevar una vida totalmente normal, dejará de sentir fatiga e incluso podrá ser madre.

descanso Tras la operación, la paciente descansará durante un mes en casa de una voluntaria de la ONG Etiopía Utopía, un periodo en el que los médicos podrán hacer un seguimiento hasta confirmar que su evolución no presenta problemas.

El director de la Fundación Etiopía Utopía, Imanol Apalategi, explicó que “esta enfermedad en España se opera a los 4 años, pero la primera ecografía de Fireweyni es de 2008, cuando tenía 11 años”, una circunstancia habitual en un país en el que no existe cultura de acudir al médico, no hay pediatras y solo un 6% de las mujeres da a luz en un hospital.

El proceso de traer a Fireweyni ha sido largo ya que era necesario que tuviera todas las pruebas diagnósticas necesarias y que su patología fuera tratable. “Hasta la última semana no sabíamos si Fireweyni podría viajar y movimos todos nuestros contactos para conseguirlo. Al final pensamos que desde el punto de vista ético no podíamos dejar morir a una niña ni que tuviera un periodo de vida más corto por esta enfermedad”, concluye Apalategi. - N.G./Efe