Donostia. Álex Cortijo (nombre ficticio para preservar la intimidad

de esta persona) sabía que era un hijo adoptado, pero desconocía

los pormenores desarrollados hasta llegar a su hogar en Badajoz

en 1974, año de su nacimiento. "Mis padres adoptivos nunca me

dijeron nada y, cuando tuve uso de razón y me di cuenta de las

cosas, tampoco se lo dije. No iba a iniciar ninguna búsqueda

de mi madre biológica mientras ellos estuvieran vivos", comenta

Álex desde la localidad pacense donde reside en conversación

telefónica con NOTICIAS DE GIPUZKOA.

Hace nueve años contrajo matrimonio y, para ello, localizó su

partida de nacimiento. Vino al mundo un 8 de febrero de 1974

en la Residencia Nuestra Señora de Aranzazu, hoy conocida como

Hospital Donostia. Le dieron por nombre Óscar; su primer apellido

era Lago (ficticio). Su madre biológica era Juana Narro (ficticio).

"Descubrí que mi madre tenía un nombre y unos apellidos. Me había

dado de alta en el Registro Civil de Donostia con otro nombre,

no el que tengo ahora", remarca este hombre con un marcado acento

extremeño.

Rastreo Tras el fallecimiento de sus progenitores adoptivos inició

la búsqueda de sus raíces maternas. Era noviembre de 2009. El

rastreo resultó "supercorto". A los pocos días contactó con el

hermano de Juana. Ella reside en Barakaldo. Pero hay un escalofriante

detalle: el niño que Juana dio a luz hace 35 años en Donostia

murió oficialmente diez días después del parto. "Cuando mi familia

vino y me contó que un chico decía ser mi hijo les contesté que

no me gastasen esas bromas. Por mucho que hayan pasado años,

no he olvidado eso", expresa la propia Juana, con quien este

diario se ha puesto en contacto a través del teléfono.

Aquella llamada de finales de 2009 realizada por Álex provocó

tenebrosos recuerdos en esta mujer nacida en la localidad navarra

de San Adrián. Siete lustros atrás, estaba a punto de cumplir

18 años. Iba a ser madre soltera. Posteriormente, planeaba instalarse

en casa de una hermana en Pamplona.

Tras ocho meses de embarazo, el parto se adelantó. El niño vio

la luz sin problemas reseñables. "Mi familia estaba conmigo,

me apoyaron y no estuve tirada en ningún momento. Después de

dar a luz, me acompañaron todo el fin de semana. Luego, cada

uno marchó a su trabajo", recuerda.

Álex completa el relato de su "desaparición". "Lo tuvieron sencillo

para robarme porque nací con ocho meses. Entonces, a mi madre

le dieron el alta y a mí no. Ella iba varias veces al día para

darme el pecho pero no estaba continuamente. Un día subió a verme

y le dijeron que no me podía dar leche porque estaba malito.

Al día siguiente, le dijeron que me había muerto", manifiesta

Aléx, quien ha sido consciente de la trama tras contrastar su

experiencia con su madre biológica.

Ilusión Juana completa el relato de el extraño fallecimiento

de su bebé. "Me dijeron que se había muerto y no me dieron más

explicaciones. Me comentaron que, como era neonato, ellos lo

incineraban. Me dieron un papel de defunción. Era una chavala

joven y tenía toda la ilusión del mundo y todo se cayó por los

suelos", expone esta mujer.

Echando la mirada atrás y una vez que tomó conocimiento de su

situación, Álex comenzó a atar cabos: "Por lo que me ha contado

mi familia, a mis padres adoptivos también les engañaron cuando

fueron a adoptar un niño. Les dijeron que el dinero que estaban

pagando era para gastos de hospital para mi madre, que no los

podía sufragar".

Juana concreta la narración: "Se lucraron bien, porque, al encontrarnos,

nos hemos enterado de que pagaron tres millones de pesetas (18.000

euros) por él. Les dijeron que era de una chica estudiante, sin

recursos, pero ni era estudiante ni estaba sin recursos. Soy

cocinera y siempre he tenido trabajo y contrato, y también entonces.

Fue una buena jugarreta".

Además, según el testimonio recopilado por Álex de su familia

adoptiva, "en principio no iban a por él, sino a por otro niño

pero, como estaba enfermo, o no se lo dieron o sus padres adoptivos

no lo quisieron".

Tras la involuntaria separación de madre e hijo, Álex fue acogido

por su nueva familia en Badajoz, donde ha tenido una "vida normal",

sin carencias afectivas y con el desconocimiento pleno de su

origen.

Después de tomar conciencia de que podía localizar a su progenitora

biológica, el joven dejó un número de móvil a la familia de ella.

"Tardé unos días en llamar porque no daba crédito a lo que me

habían contado. Siempre creí que sí que se había muerto", reconoce

Juana, quien no por eso dejaba de "recordarlo todos los días

especiales, como en navidades y los cumpleaños de sus hermanos".

Tomaron contacto y, entonces, ambos fueron conscientes de la

magnitud del caso. "Me enteré de que fui robado precisamente

cuando la conocí a ella", recalca el hijo.

Un 19 de diciembre de 2009, hacia las 17.00 horas, madre e hijo

volvieron a verse tras 35 años de separación. "Fue verle y decir:

ese es. Se parece mucho a mí. Soy rubia, con los ojos claros

y la piel clarita. Él también tiene esas características. Fue

algo muy fuerte, muy fuerte. Es alucinante. Momentos como esos

hay pocos en la vida. Uno de ellos, cuando nos dijeron que había

muerto y otro, cuando nos encontramos. Por mucho que se cuente

y diga no se puede explicar con palabras lo mal que lo he pasado

y la alegría que he sentido", enfatiza Juana.

Álex también conserva aquel momento grabado a fuego. "Fue muy

emocionante. Me habían dado por muerto, engañaron a mi madre

y, hasta encontrarnos, no sabía lo que me esperaba. Yo, en teoría,

había muerto", destaca el hijo.

Contacto Desde entonces, ambos mantienen contacto diario por

teléfono. "Hablamos todos los días. A fin de cuentas, por muy

raro que parezca, es mi madre. Sin menospreciar a mis padres

adoptivos, que me han dado todo, obviamente si no hubiese sido

por ella no estaría aquí", subraya Álex, que detalla que ve a

su madre cada dos meses, aproximadamente.

Los otros dos hijos de Juana no han terminado de asimilar la

anómala situación. "Ahora están alucinando porque no sabían que

había nacido un hermano antes de ellos. " ¿Para qué les íbamos

a decir algo? ¿Para que sufriesen por nada, dado que había muerto?

Así se quedó la cosa", indica la madre.

Transcurridos los meses, Juana y Álex centran ahora su interés

en señalar a los culpables del robo. "El caso es tremendo y estamos

presentando la denuncia. Tenemos gente que sabemos que estuvo

involucrada y que está viva. ¡Qué barbarie!, hay muchísima gente

que se enriqueció con la trama de niños robados. Allí no había

más interés que el económico", denuncia el joven.

Su madre manifiesta que "se aprovecharon bien del daño de otras

personas" y apunta que están involucrados "una enfermera, un

médico y un alcalde, que fue quien les puso en contacto con sus

padres adoptivos".

A pesar del violento recuerdo que Álex pueda asociar con Donostia,

hay un futbolístico detalle que le unirá para siempre. "Lo único

que me queda de Donostia es que soy de la Real Sociedad a muerte".