Donostia. Cuatro semanas después del juicio por el crimen de Nagore Laffage, que se ha acabado por convertir en una de las citas judiciales más sonadas que se recuerdan, Eduardo Ruiz de Erenchun, el abogado del autor confeso del estrangulamiento, asegura que ha recibido cartas y mensajes anónimos "indescriptibles" tras el veredicto de homicidio. "La gente pide un juicio justo, pero sólo lo entienden con una condena máxima", sostiene el letrado, que presentará un recurso de apelación el jueves. Yllanes, entretanto, se muestra estos días tranquilo, mientras sirve bandejas y friega la cocina y el comedor de la prisión. Está más calmado "porque se ha desarmado esa imagen que había de él como persona fría y calculadora", asegura su abogado, a quien le consta que incluso se llegó a poner sobre la mesa una recompensa de 5.000 euros para el preso que difundiera una foto de Yllanes entre rejas. "Nadie quiso hacerlo", dice Ruiz de Erenchun, "porque lo respetan".

Ha sido el abogado del "malo".

Sí, son trabajos que asumes en solitario, aunque he contado con la compañía de mi padre y otros colegas de profesión.

Más allá de la gravedad de los hechos, ¿son casos que dan caché en su profesión?

Supongo. Lo que más ilusión me ha hecho son las felicitaciones recibidas de los colegas antes del veredicto. El resultado es, hasta cierto punto, aleatorio, pero lo importante es estar satisfecho con el trabajo que uno hace.

Felicitaciones que se verían redobladas tras un veredicto que no esperaba casi nadie...

Después de conocerse el resultado, he recibido cartas y mensajes indescriptibles de lo horribles que son. Supongo que va en la profesión.

¿Ha percibido cierta hostilidad a pie de calle tras el juicio?

No. De hecho suelo ir mucho a Hondarribia, donde mi padre tiene alquilada una casita. Paseo habitualmente por la calle San Pedro, pero jamás nadie me ha dicho nada. Los insultos se profieren, más bien, desde el anonimato.

¿Por qué no está satisfecho con la sentencia?

Con lo que ha apreciado el jurado, creo que la pena puede ser inferior, que hay margen de discusión y, además, es el deber de toda defensa. No cumpliría con mi deber de abogado defensor si me conformara con esa sentencia.

Los juristas dicen que sería muy extraño que el TSJN aceptara en este caso las atenuantes que usted defiende.

Lo veo difícil, pero no es imposible, como tampoco lo era que se bajara de asesinato a homicidio.

¿En su foro interno se da con un canto en los dientes con este resultado?

Con la presión mediática y el temor que tenía de que el jurado fuera influenciable, probablemente antes del juicio habría firmado un acuerdo de doce años y medio de prisión para Yllanes. Pero ahora creo que con lo que ha apreciado el jurado, probablemente una pena inferior sea más justa.

¿Qué les dice a sus alumnos?

Que no me gusta juzgar si una sentencia es justa o no. El cliente se puede quedar más o menos satisfecho, pero me debo al ordenamiento jurídico.

¿Y su cliente cómo se ha quedado?

Está tranquilo, porque se ha desarmado un poco esa imagen que han resaltado algunos medios de Yllanes como una persona fría y calculadora, como si fuera una especie de psicópata. No es lo mismo que te llamen asesino que homicida. Por eso se ha quedado más tranquilo, aunque está a la espera de conocer la sentencia definitiva.

Su disconformidad con la sentencia coincide con la de la opinión pública, pero en sentido contrario. ¿Defiende usted una postura que nadie apoya?

Es cierto que no es políticamente correcta mi postura, pero en privado sí me han llegado muchos apoyos. Puede ser ir a contracorriente, pero hay que tener en cuenta que la opinión de alguien que no se ha leído los seis tomos de la causa es relativa. Existe en estos casos un déficit de formación. Hay una película de John Wayne que resume la situación: "Que tenga un juicio justo, y luego le ahorcáis". Algo así ha ocurrido aquí. La gente pide un juicio justo, pero sólo lo entienden con una condena máxima de 20 años. No es un buen sentido de la justicia.

¿Usted cree a Yllanes en todo lo que ha dicho?

Sí, aunque hay una cosa que nunca hago con los clientes. Siempre les digo que el hecho de que no recuerden cosas me dificulta mucho la defensa. Les digo que sean conscientes de ello, pero no deduzco por ello que me están mintiendo.

Pero hay mucha información que no le ha dado.

Sin duda, pero lo que no puedo decir es si se acuerda o no realmente. Desde el primer momento estuve con él, le he ido a ver muchas veces a la cárcel, y siempre me ha parecido que realmente no se acordaba de muchas cosas.

Pero no lo sabe con certeza.

No, no lo puedo asegurar.

¿Y el hecho de que sea psiquiatra no le da una serie de herramientas añadidas?

No lo creo. Me lo explicaron muy bien las psiquiatras que presenté en la defensa. Decían que un psiquiatra conoce los síntomas, pero lo que resulta casi imposible es que pueda actuar conforme a ellos. Me ponían el ejemplo de la película Mejor imposible, interpretada por Jack Nicholson, en la que hacía de maníaco obsesivo. Me explicaron que Nicholson actuaba muchísimo mejor que lo que puede hacerlo cualquier psiquiatra, porque es un actor. Si un profesional quiere hacerse pasar por enfermo, acaba pisando la raya. O eres un enorme actor, o es casi imposible.

¿Yllanes no podría ser un enorme actor?

Teóricamente sí, pero no tengo esa sensación, a diferencia de otras personas que he conocido a lo largo de mi vida profesional.

¿Aquel hablar tan entrecortado de Yllanes, acompañado de gestos un tanto exagerados en la reconstrucción de los hechos, no fue sobreactuado?

Hay que ponerse en situación, saber que aquello se grabó tres semanas después de lo ocurrido. Él en la cárcel estaba con una enorme ansiedad. En ese momento ni siquiera era consciente de que le estaban grabando, y no sabíamos que aquellas imágenes se iban a visionar durante el juicio, porque ni siquiera el fiscal pidió aquellas pruebas sino que fue el Ayuntamiento de Irun.

Su cliente lleva más de año y medio en prisión. ¿Cómo es su vida entre rejas?

Le han destinado a la cocina. Está sirviendo bandejas y fregando la cocina y el comedor. Acude a la biblioteca a leer, hace deporte en la medida de lo posible en una prisión de comienzos del XXI, y también recibe las visitas a las que tiene derecho. También participa en los talleres ocupacionales. Poco más.

¿Un preso valorado por los funcionarios?

Supongo que sí. No es conflictivo, como tantos otros, y a un funcionario lo que más le importa es que respete las normas.

¿Hay presos que le tienen ganas?

No me consta. De hecho se llegó a ofrecer en la cárcel una recompensa de 5.000 euros por hacerle una foto a Yllanes, una foto que nadie quiso hacerle.

¿Quiere decir que durante el año y medio que la madre de Nagore Laffage pedía una foto de Yllanes se llegó a ofrecer esa cantidad dentro de la prisión?

Sí, y nadie la quiso hacer porque ha sido un chaval respetado, aunque es algo que me ha contado otro preso y no lo tengo confirmado al 100%.

¿No entiende que una atenuante por confesión, por ejemplo, suene a chino teniendo en cuenta que su cliente intentó hacer de todo para eludir su responsabilidad?

Claro, pero la confesión es un concepto muy técnico. Se ha tenido en cuenta en situaciones muy parecidas. La confesión no es un tema de contrición, de mostrarse arrepentido y ponerse a llorar. Eso existía con el Código Penal del 73, pero ya desde 1995 se objetivó mucho. Ahora lo que se valora es si el reconocimiento de los hechos es trascendente o no dentro de un sumario. Es un tema de mucha técnica jurídica.

Tan técnico como desconcertante.

Sí, pero el hecho de que él haya reconocido los hechos ha ayudado mucho a la administración de justicia. Si el día de su declaración hubiera dicho que no fue él, se habría planteado un problema muy serio, porque no había ni un sólo resto biológico. Es una postura relativamente inverosímil, pero habría puesto en un aprieto al jurado de confesar que al llegar al portal se encontró con un amigo íntimo, se quedó dormido, y tras despertar se encontró con el cuerpo de Nagore. Podría haber dicho que ha estado en la cárcel durante 16 meses para encubrir a su amigo, como ha hecho el acusado del crimen de Fago, Santiago Mainar.

¿Por qué un criminal adinerado cumple menos condena que quien no tiene medios?

Eso no es así. El Tribunal lo que valora por encima de otras cuestiones es el esfuerzo. Es decir, una persona que es insolvente y, por ejemplo, está pagando cien euros al mes de los 20.000 que le han impuesto, entraría en esa reparación del daño. Es decir, no es tanto la cuantía como la voluntad.