Esta semana se celebra el festivalero festival de Eurovisión con Israel como participante estrella. Ya hemos visto que la carta que TVE envió a la UER para que abriera un debate sobre la participación de Israel en este evento mientras masacra Gaza y a su población la han utilizado los jefazos del Eurofestival como sustituto del papel higiénico. Lo peor es que tras la chulería demostrada en la respuesta diciendo que ni debate ni hostias, los de TVE han cerrado la boquita como si su petición tuviera más de postureo que de preocupación real. Qué menos que una de las teles que más pasta gansa aporta a la fiesta se plante y diga pues si no hay Casera nos vamos, y cámbiese aquí lo de Casera por democracia, humanidad y paz. Lo suyo hubiera sido que Eurovisión hiciera con Israel lo mismo que con Rusia cuando atacó a Ucrania, largarla a cantar y bailar sobre cadáveres ajenos a otra parte.
Tampoco ha servido de nada la reciente carta, firmada por más de setenta históricos artistas que pasaron por Eurovisión, denunciando “la doble moral” de la UER y pidiéndoles que expulsen a la televisión del país “genocida”, el mismo término empleado por Amnistía Internacional.
Así que visto que en Eurovisión siguen a lo suyo sin intención de dedicar un minuto al asunto, y como ya comprobamos que el año pasado hasta silenciaron los pitidos y ocultaron los gestos de protesta del público durante la actuación de Israel para enfatizar los aplausos de unos pocos, pues de acuerdo, juguemos a su juego y este año votemos masivamente a Israel, que seguro que tiene una canción preciosa y si no, qué más da. Que ganen y el año que viene que Israel organice y acoja el festival de Eurovisión, y los países participantes retraten sus miserias acudiendo a bailarles el agua y abrazar a Netanyahu por no haber sabido tanto TVE como el resto de Europa (han tenido dos años) plantarse a tiempo.