Cambio de corona en las campanadas. A falta de confirmar la audiencia, Broncano ya se ha ganado el trono por el meneo que dio a la solemne retransmisión junto a Lalachus. Tomarse las uvas con Broncano y Lalachus tenía un único riesgo, que te atragantaras de la risa (aunque al final el que casi se ahoga es él) y no defraudaron, hubo risas en todo momento. Broncano apareció encaramado al cartel gigante de Tío Pepe mientras ella le esperaba en el tradicional balcón, nos enseñaron el vestido de Pedroche sin que tuviéramos que cambiar de canal, se llevaron el bombo de La Revuelta y brindaron por el año nuevo con champín, ese sucedáneo de cava infantil sin alcohol. “Pues está bueno”, decía sorprendida ella. “Buah, cómo entra”, bromeaba él.

Lalachus mostró una estampita de la Vaquilla del Grand Prix, como si fuera el Sagrado Corazón para cabrear a los más cabreables y reivindicó que la gente no opine de los cuerpos ajenos porque “todos los cuerpos son válidos del tamaño que sean”, en respuesta a las críticas recibidas por su físico.

Ambos pusieron patas arriba la habitual retransmisión de las campanadas de TVE (nos enseñaron las cámaras, el equipo técnico y hasta la pizarra en la que les piden que se enrollen), se mostraron cómplices, se rieron de sí mismos y, por supuesto de la competencia (no pararon hasta conseguir el saludo de Pedroche), y hasta hablaron en las distintas lenguas más allá del habitual feliz año.

A Broncano le tocó en euskera y se mostró bastante suelto. De hecho, se escuchó más euskera en esa noche que en la suma de los tropecientos años que TVE lleva retransmitiendo las campanadas y los mensajes del rey, que debería tomar nota. Es curioso que dos cómicos se preocupen más de salvaguardar las lenguas cooficiales que un jefe de Estado. .

Antena 3, el despelote

Pedroche se presentó con el abuelo de Up (antes llamado Chicote) prometiendo su habitual estriptís. Este año estaban contentos porque abandonaban la claustrofóbica habitación con miniterraza (donde dejaron abandonados a sus compañeros de La Sexta) y estrenaban balcón, aunque al final el estar al descubierto les supuso ser víctimas del troleo de Broncano y para devolvérsela dijeron que El Hormiguero de Pablo Motos ha sido líder de audiencia. 

Las ideas de los disfraces para enseñar teta se van acabando y como ya usó el de Mama Chicho, este año tiró de otro coetáneo, el de las Cacao Maravillao con alas desplegables en el culo, que ella dijo que era para parecer una menina, aunque pareciera la abeja Maya.

Lo raro vino cuando al filo de la medianoche, cumpliendo la doctrina antizapeo del filósofo señor Galindo (“tetas, tetas, tetas”), se semidespelotó y al llevarnos la primera uva a la boca confesó que lo que tenía puesto (llamarlo vestido sería un exceso) estaba hecho con su leche materna mientras aparecía sobreimpresionada una botella de leche Asturiana que patrocinaba el momento reloj. No sé qué fue más dramático, la fuga de uvas de las bocas de familias enteras o que nunca volveremos a ver igual esa marca de leche en los supermercados. ¿Nadie mide los tiempos en esta cadena?

Ente leche y leche, la mujer-anuncio de Atresmedia nos vendió también seguros, cerveza y el cambio del recibo de la luz. A falta de series que patrocinar en la competencia, esta vez jugó a ser hackeada por el mismo youtuber que en Tele 5 y La Sexta, y abducida por una luz verde, tras la cual no apareció Iker Jiménez sino un pez, que no es muy diferente. (Esto un chiste, que no se enfaden los abducidos).

Telecinco, tierra de por medio

Enterrada en las malas audiencias e incapaz de competir, Tele 5 puso tierra y mar de por medio y se largó a Lanzarote con los debutantes Ion Aramendi y Blanca Romero para dar las campanadas más absurdas porque ni coincidían en hora (en Canarias es una hora menos) y el sonido era el del reloj de la Puerta del Sol de Madrid. La broma continuó con una actuación con Nacho Cano y los becarios (“el elenco” nos dijeron) de Malinche desde México. Sí, Telecinco también quiso arrebatarle a Broncano lo de ser la retransmisión más divertida.

Spoiler, no lo consiguieron, así que se pusieron a competir en ropa interior contra Pedroche y La Sexta: Aramendi convirtió la retransmisión en un mercadillo de calzoncillos (rojos, verdes y amarillo) mientras su compañera sacaba bragas. A Aramendi le vimos también barrer el escenario con una escoba pero no fue a causa del bajo presupuesto de una retransmisión que no tuvo ni patrocinador en el momento de las campanadas dada la escasa audiencia esperada, fue para explicar otra tradición. 

Con ese nivel, la noche no dio para grandes metáforas: “A los que habéis tenido un año de mierda, mucho ánimo”, proclamó la gritona. Y para acabar, él subió a su mujer al escenario y se pusieron a hacer una videollamada a sus hijos y ella llamó con el móvil a su padre y pidió al público que le felicitaran. Puro caos, puro Telecinco.

La Sexta, el globo pinchado

Secuestrados en la minihabitación (ya son los únicos), en La Sexta repitieron Dani Mateo y Cristina Pardo, que por culpa de Broncano y Lalachus ya no fueron la pareja más divertida de la noche. Repitieron los mismos chistes de años anteriores y repitieron los mismos anuncios que Pedroche, con los mismos hackeos y abducciones.

Para diferenciarse, arrojaron por la ventana un elefante hecho de globos, pero como el abuelo de Up estaba con Pedroche ahí no había helio, y el globito se estampó en el asfalto y lo acabaron reventando. Además, a falta de estriptis para cumplir con la cuota que marca Atresmedia de mostrar ropa interior, sacaron unos calzoncillos para hablar de Nadal mientras que para cumplir con la cuota de hostias al Gobierno Sánchez, hicieron chistes sobre los retrasos del AVE (“AVEces llega”) y el elevado precio del aceite de oliva (“la gente friendo los huevos con saliva”). 

ETB, todo igualito

En la cadena del pajarito todo fue milimétricamente igual que los últimos años, misma ubicación (plaza Nueva de Vitoria), mismo número de presentadores (seis, más que un equipo de basket), misma promoción de la moda vasca y actuación musical en la misma azotea (esta vez con Bulego, con el tema del próximo Euskaraldia).

Ilaski Serrano, Julen Telleria e Iñigo Agirre, en ETB1, y África Baeta, Txurru y la omnipresente desde que se apeó de La Oreja de Van Gogh, Leire Martínez, en ETB2, recitaron los mismos guiones con las mismas denuncias y buenos deseos hasta que, tras las campanadas, como siempre, fusionaron las emisiones y se juntaron los seis con ese diálogo de sordos en el que cada uno sigue a lo suyo hablando en un idioma distinto. No estaría mal que recurrieran a la mezcla que utiliza el Zinemaldia y en ese tramo final escucháramos a los presentadores de ETB2 hablar en euskera y a los de ETB1 diciendo alguna cosita en castellano. No tiene lógica que Broncano hable más en euskera, sin saber el idioma, que los presentadores de ETB2 sabiéndolo.

Por último, la ex de La Oreja resolvió lo suyo con un “qué queréis que os diga que no sepáis ya, lo importante es aprender de las cosas que nos ocurren” y la cadena aprovechó la noche para lanzar su nueva imagen, más colorista y mitológica en este nuevo año de rima fácil y peligrosa... al menos en castellano.

Urte berri on!