MADRID. Crecer, en ocasiones, puede ser un camino lleno de baches, y Riley no es ninguna excepción. Cuando su padre acepta un nuevo empleo en la ciudad de San Francisco éste se ve obligado a abandonar su vida en el Medio Oeste.
Como todo el mundo, Riley se deja guiar por sus emociones, tales como la alegría, el miedo, la ira, el disgusto o la tristeza. Y serán sus emociones las que, alojadas en la mente de Riley, le ayudarán y le asesorarán en su vida cotidiana, en su nueva vida en San Francisco.