Un aroma es capaz de cambiar el estado de ánimo de la persona que lo percibe y provocar una sensación agradable y relajante o, por el contrario, deprimente, ya que se origina una reacción fisiológica cuando el perfume entra en contacto con el organismo. Esta línea de investigación se presentó en la decimotercera edición del simposio Weurman Flavour Research, que se ha celebrado estos días en Zaragoza y que ha contado con la asistencia de más de 250 investigadores internacionales. Los aromas pueden influir "decisivamente" en el estado de ánimo de la persona que los percibe por una "reacción fisiológica", no psicológica, y provocar que esta pase de la tristeza a la alegría a través de la inhalación de una molécula con olor, explicó el profesor e investigador Juan Cacho. Este indicó que algunos olores, como el de la fresa, la vainilla o el del moscatel provocan una sensación "agradable" al perceptor y consiguen animarlos, mientras que hay otros, como los florales, que son "sedativos".