Donostia. Es el director de la serie que Antena 3 estrena el lunes, Los quien. Esta sitcom es una mirada al pasado, 1981. Hace tres décadas se aprobaba la ley del divorcio y Nacho García Velilla ha querido bucear en la situación que vivieron las primeras parejas que decidieron romper su vínculo matrimonial. Productor, director y guionista ha estado al frente de importantes producciones televisivas: 7 vidas, Aída, Gominolas... Durante tres años se ha dedicado al cine: Fuera de carta, Que se mueran los feos y No lo llames amor, llámalo X.

¿Por qué volver la vista atrás?

Nosotros hemos querido hacer una serie de los ochenta, que reflejara fielmente la época, pero que a la vez fuera moderna y contemporánea. Al empezar a documentarnos nos dimos cuenta de que la historia es más cíclica de lo que pensamos a veces. Hoy (ayer) se casaba el hijo de Lady Di, en 1981 era ella la que se casaba. En el 81 el paro era bestial, la crisis económica igual de bestial...

¿Demasiadas coincidencias?

Tal vez... La juventud de entonces apostaba por La movida, ahora es el botellón, las cosas que ocurrían eran muy similares y nos ha sido muy fácil acercar la realidad de hace treinta años a la actualidad.

¿Resulta complicado recrear una serie de forma retrospectiva, alterar el tiempo en tres décadas: vestuario, coches, bebidas, ambientes...?

Mucho, mucho... Está siendo un trabajo tremendo. Cada cosa que consumen los personajes corresponde a la época. Las coca-colas que consumen son botellas de los 80, las latas que beben son de esa época. Todo esto hay que buscarlo, nos lo tienen que ceder. Hace unos días, grabamos un capítulo con José Luis Fradejas porque los personajes van a un programa de entonces, La juventud baila, y todos los espectadores que estaban bailando estaban peinados como en los 80, vestidos como los 80...

¿Es fácil conseguir el vestuario?

Los del equipo de vestuario estuvieron meses en Londres, en tiendas vintage para buscar la ropa, el equipo de peluquería ha estado mucho tiempo documentándose sobre los peinados de aquella época. Pero no solo eso. Hemos tenido que traer una imprenta de periódico aquí, y cada día de rodaje, uno de los decorados es una papelería donde vende periódicos y revistas, imprimimos las portadas de la época, tanto de las revistas como de los periódicos. Tenemos la suerte de que se han prestado con gusto y nos están cediendo las portadas originales. Lo que están leyendo y consumiendo los actores es lo que ocurría en los 80.

¿No estamos en crisis?

Eso dicen todos, ¿no? ¿Por qué lo preguntas?

¿Estas ambientaciones no encarecen mucho las series?

Pues sí, bastante. Ya que me lo preguntas, te diré llorando que sí. Mira, los 80 es una década muy puta. Es mucho más costosa una época reciente que si nos remontamos a un siglo o más. Realmente lo que pasó hace treinta años está en la memoria de todos y tienes que ser muy exigente con lo que muestras, no te puedes descuidar en nada porque siempre habrá un espectador que se dé cuenta. En el primer capítulo, la portada del Semana es la boda de Lady Di, en la revista Tp sale Mari Cruz Soriano estrenando un programa. Todo eso lo hacemos cada semana, al ser una época muy cercana, la producción se encarece mucho.

¿Cómo ve el resultado?

Yo lo veo muy bien, pero ahora lo dejamos en vuestras manos. Sois los que vais a juzgar y los que vais a decidir usar el mando o no.

¿Se muerde las uñas esperando la sentencia que dictan las audiencias?

Antes más, ahora no tanto. Con el paso del tiempo te moderas en tus ansiedades. Pero está claro que la audiencia nos importa a todos muchísmo. Sea buena o mala la serie o el programa, nos guste o no, es la vara que mide los resultados.

Ha producido, dirigido y guionizado otras series, ¿presenta esta más dificultades?

Es el proyecto más complejo. En 7 vidas y en Aída nos centramos mucho en lo que es guión y los actores, pero la producción era una cosa menos cuidada.

¿Por qué ahora cuida más los detalles?

Quizá porque he estado tres años haciendo cine y los detalles son importantes a la hora de realizar una película; los decorados, la luz, y los objetos son esenciales. Todo lo que he aprendido haciendo cine es lo que hemos aplicado en esta sitcom. Se convierte en un trabajo más exhaustivo, pero creo que los resultados también son buenos.

¿Va a ser los que es una 'sitcom' real, veinticinco minutos?

No, van a ser cuarenta y cinco minutos. Las cadenas de aquí obligan a un formato más largo.

¿No sale más caro?

Es más caro, claro. Lo que pasa es que las cadenas exigen un producto que se ajuste a sus programaciones en tiempo.

Estamos en crisis y todo el mundo reduce gastos. ¿No tiene la impresión de que nunca se han grabado tantas series para televisión?

No lo sé. No estoy muy al día. Pero eso es bueno, la gente las consumen. En estos momentos estoy tan metido en el plató de Los quien que no me entero de lo que pasa alrededor.

Dejó usted la televisión hace tres años, ¿ha notado diferencia?

La gran diferencia está en el público. Más que en la forma de hacer televisión o de hacer un programa u otro, es el espectador el que se muestra mucho más exigente. Eso es muy bueno para los que hacemos televisión. Es cierto que técnicamente han cambiado muchas cosas. Creo que el público exige cada vez más. Está muy habituado a consumir muchas series americanas y europeas y quieren que lo que hagamos aquí esté bien hecho. Eso nos obliga a ponernos las pilas.

Siempre nos quedamos con la impresión de que cualquier producción americana es mejor que las que se hacen aquí.

No sé qué decir. Yo consumo muchas series americanas, francesas, italianas... No comparto ese punto de vista. En estados Unidos se produce mucho más y mucho más caro. Se hacen cosas muy buenas y cosas muy malas, lo que pasa es que lo que nos llega aquí es lo fetén. Nos llega lo bueno. Conozco mucho cómo se trabaja allí, y si llegaran todas las mierdas que se hacen, que son muchas, probablemente no se tendría esa idea. Aquí solo llega lo mejor.

¿Por qué conoce tan bien la forma de trabajar en Estados Unidos?

Para hacer 7 vidas me fui allí. Aquí no sabíamos cómo hacer sitcom y estuve un tiempo con los equipos de Frasier y otras series. Fue como un internado para aprender hace este formato. Tuvieron la amabilidad de dejarme estar en los intringulis del guión y la dirección.

Dejó su trabajo de televisión con buenos resultados. ¿No es costoso bajarse de un éxito?

A mí no me costó mucho. El cuerpo me pedía otra cosa. Cuando me fui de televisión había hecho 100 capítulos de Médico de familia, 200 de 7 vidas, más de 100 de Aída. La cabeza me pedía hacer otra cosa, cambiar, moverme. Tuve la suerte de escribir un guión de cine que gustó y a partir de ahí he ido enganchando películas.