os matrimonios siempre han dado mucho juego en la tele. Desde aquel lejano Tal para cual, que presentaba Ramón García en ETB-2 con concursantes armados con rodillos de cocina para atizar al cónyuge si fallaba la respuesta, hasta Su media naranja de Tele 5, otro clásico que era en realidad el mismo concurso de confidencias versionado por la pantalla amiga tras valerse del banco de pruebas de la tele vasca.

Algo así sucedió en TVE en el verano de 2006. Paz Padilla se puso al frente de ¡Hasta que la tele nos separe!, un programa con piscina donde acudían también tres parejas de recién casados, acompañados de su multitudinaria familia, para superar divertidas pruebas, románticas, culturales y también de habilidad que ponían a su alcancediversos premios como el viaje de la luna de miel, el siempre ansiado coche y el nunca suficiente dinero en metálico para ir tapando agujeros en su recién comenzada vida en común.

El programa era la adaptación de Luna de miel, el concurso de parejas que Mayra Gómez Kemp presentó entre 1992 y 1994 en los canales autonómicos (también en Euskal Telebista) tras perder su plaza en el mítico Un, dos, tres de Chicho Ibáñez Serrador. ¡Hasta que la tele nos separe! y Luna de miel compartían algunas pruebas y hasta la misma sintonía, si bien ahora con un aire más rockero y ya sin la participación de su anterior presentadora que, como hiciera también Bertín Osborne en Lluvia de estrellas, cantaba y ponía a desafinar a sus concursantes una estrofa de la canción. Y eso que apenas debían entonar sus nombres.

Paz Padilla, que había sido descubierta por Antena 3 como contadora de chistes en Genio y figura y venía de hacer algunos discretos programas en Tele 5, se reivindicó en este concurso de parejas de prime time como la gran show-woman que es y dio rienda suelta a sus travesuras con los engalanados invitados que acudían al programa, por exigencias del guion, vestidos con los trajes de boda. ¿Acaso hay algo que guste más en la tele que una chica vestida de novia? Sí, una chica vestida de novia empapada tras caer a la piscina.

Y es que la prueba final consistía en una enorme tarta de ocho pisos que escondía diversas pruebas que los novios debían ir superando contra el reloj y que acababa atravesando la resbaladiza pasarela sobre la piscina con la novia en brazos... si salía bien.