Las aguas que bañan las costas de las islas Feroe (un archipiélago autónomo de 18 islas ubicado entre Noruega e Islandia, pero perteneciente a Dinamarca) se tiñen de rojo todos los años como parte de una tradición: la matanza de cientos de cetáceos del Atlántico Norte. Como parte de este ritual centenario, en la bahía de Torshavn, se destripa a más de un centenar de delfines.

Este año, al menos 1.428 delfines atlánticos (Leucopleurus acutus) han sido sacrificados durante el fin de semana en el transcurso de una caza tradicional conocida como Grindadráp que se lleva a cabo en el país durante siglos.

Esta práctica -avalada por las instituciones de las islas- se remonta al año 1584. Los habitantes de las islas tenían por costumbre cazar estos cetáceos para repartir su carne y grasa entre los pescadores, quienes las almacenaban de cara al crudo invierno, época en la que los alimentos escaseaban. En la actualidad, las autoridades del archipiélago arguyen este mismo argumento para defender la continuidad de la tradición.

Los feroeses aprovechan los movimientos migratorios de los delfines para obligarlos a nadar hasta la orilla, arrinconándolos con barcos pesqueros y botes hinchables. De esta manera, consiguen que queden varados en la costa para proceder a matarlos asestándoles, habitualmente, un golpe mortal en la columna vertebral. Luego, los cuerpos de los animales son exhibidos para mostrar los resultados de la cacería.

Las víctimas de esta práctica suelen ser ballenas piloto, también llamadas calderones, pero el domingo fueron 1.423 delfines, cuya caza también está autorizada por la legislación de las islas Feroe. "No tenemos tradición de cazar estos mamíferos, suele haber unos cuantos en la caza, pero no solemos matar a tantos", explicó un periodista de la televisión pública local KVF, Hallur av Rana.

Según el periodista, nunca se había realizado una captura de tal magnitud en el archipiélago. Las fotos en las que se ve a más de mil cetáceos ensangrentados en la playa han generado muchas críticas. "Parece bastante extremo e hizo falta tiempo para matarlos a todos cuando generalmente es bastante rápido", añadió el periodista, que afirma que el 53% de la población del archipiélago se opone a la pesca de esta especie.

Por su parte, el presidente de la Asociación Ballenera de las Islas, Olavur Sjurdarberg, Heri Petersen, admitió públicamente que "la matanza fue un gran error". “Demasiados delfines acabaron en la bahía y muy poca gente los esperaba en la playa para matarlos, y esto extendió su agonía. Los delfines permanecieron en la playa retorciéndose demasiado tiempo antes de ser asesinados".

Acabar con la práctica

Multitud de personas y organizaciones animalistas han denunciado esta práctica, que sin duda mancilla la imagen de las islas Feroe, destino que esconde parajes de cuento. En este sentido, incluso compañías de cruceros como AIDA y Hapag Lloyd han evitado atracar en los puertos del archipiélago.

Greenpeace, por su parte, ha pedido que se consolide la prohibición de la caza comercial de ballenas y ha propuesto que la protección que brinda la Comisión Europea se extienda a calderones y marsopas. También, está trabajando en la conformación de una red global de reservas marinas que cubra el 40% de los océanos, frente al 1% que se cubre en la actualidad.

Mientras, la organización para la conservación de la fauna marina Sea Shepherd solicitó a la Unión Europea, en 2018, medidas firmes contra este tipo de prácticas. Lo cierto, es que se estima que la población de calderones está conformada por más de 800.000 ejemplares en el mundo, una cifra que impresiona si se tiene en cuenta los cerca de tres millones de delfines comunes que habitan, tan solo, en la región tropical del este del Pacífico.