Parece sencillo, pero que un merengue quede de película tiene su aquel. Sí hay que batir la clara con el azúcar€ pero una vez conseguido el punto de nieve hay que mantenerlo, y eso ya es más difícil. ¿Y el cocinarlo? ¿Cómo evitar que se baje o que no quede chicloso?

Sigue estos sencillos pasos y lo conseguirás. Pero no te despistes a la hora de ponerlos en práctica y lograrás un merengue clásico, el francés, el más común y sencillo, que te hará el héroe de los más lamineros de la casa...

Este merengue galo es una mezcla de claras de huevo batidas con azúcar que al hornearlo queda crujiente y delicado.

Atento ahora a los consejos

Los ingredientes no son complicados: claras de huevo y azúcar. La proporción también está clara: multiplicar por dos el peso de las claras, y solo de las claras, para conocer cuánto azúcar hace falta. Por cada gramo de clara, dos de azúcar. Ahora la duda, ¿qué azúcar, glas o normal? Pues al gusto, uno, otro o mitad y mitad. Busca tu combinación.

Las claras deben estar siempre a temperatura ambiente. Y si has separado las yemas de las claras el día anterior y las ha dejado reposar, mejor. Quedarán más líquidas y resultará más fácil trabajar con ellas.

Olvidarse de los utensilios de plástico. Mejor batir en boles de metal y cristal bien limpios y bien secos, con varillas o instrumentos de metal o de silicona. El plástico tiende a absorber grasa, algo que no es nada bueno y sí perjudicial para nuestro objetivo.

Si queremos evitar que empalague demasiado se puede añadir un poco de zumo de limón. 10 gramos por cada 100 de clara y 200 de azúcar.

Cuando se comienza a batir, ir añadiendo el azúcar poco a poco mientras se bate con energía hasta conseguir una textura densa y fuerte. La prueba de que se ha llegado al punto adecuada es voltear el bol y que las claras se mantengan tiesas.

Si hemos elegido la opción mitad de azúcar normal y mitad de azúcar glas, empezar por el normal y cuando se obtenga la densidad deseada, empezar a añadir el glas poco a poco y mezclarlo suavemente con una espátula. Es una cuestión de paciencia y constancia.

Lograda la mezcla perfecta, es hora de cocerlo en el horno. Hay que hacerlo todo seguido para que no se pierda el aire que se acumula en la mezcla y acabe hundido y mazacote.

La cocción debe ser suave y lenta con calor de convección si se puede y abriendo el horno cada 30 minutos para que salga el vapor.

Cuanto más baja sea la temperatura, menos quebradizo será el merengue. Lo ideal, son tres horas y media a 60º. Si subes la temperatura se acortan los plazos. A 120º, en 105 minutos lo tienes listo.

No dejes de vigilarlo para que no se queme.

Y a disfrutar.

Por cierto, con las yemas se puede hacer un tocino de cielo que acompañe al merengue.