El Parlamento Europeo recibió ayer con escepticismo las propuestas ante la Eurocámara del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, sobre la política migratoria, la competitividad o sus intenciones de revolucionar la Unión Europea desde dentro y le acusó de traicionar a los valores cristianos que defiende. El Parlamento Europeo, que en 2018 consiguió que se le abriera a Budapest un expediente por violación de valores fundamentales y en 2022 advirtió de que Hungría ya no puede considerarse una democracia plena, estuvo inusualmente unido en su crítica al primer ministro húngaro, con la única excepción de los grupos más de la derecha del hemiciclo.

La cara más visible del rapapolvo fue la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que atacó a Orbán en todos los frentes: desde su silencio sobre Ucrania y cercanía al presidente ruso, Vladímir Putin, hasta su política migratoria, pasando por la competitividad o la energía que Budapest ha seguido comprando de fuentes rusas pese al contexto internacional.

“Los europeos podemos tener diferentes historias y lenguas, pero no hay ningún idioma europeo en el que paz sea sinónimo de rendición o en el que soberanía sea sinónimo de ocupación”, le espetó Von der Leyen a Orbán. También criticó que Hungría se pronuncie a favor de atraer más inversiones europeas “mientras al mismo tiempo discrimina a empresas europeas aplicándoles una fiscalidad más elevada”, impone restricciones a las exportaciones “de la noche a la mañana” u otorga licitaciones públicas “mayoritariamente a unos pocos beneficiarios”.

Criticó también que Budapest no se aleje de las fuentes de energía rusas, “un proveedor en quien no se puede confiar”, o que defienda unas fronteras externas fuertes y dé carta blanca para entrar a la UE a individuos rusos sin controles adicionales.

Orbán usó su turno de réplica para responder a Von der Leyen y acusarle de haber convertido a la Comisión Europea en “un arma política que ataca a los patriotas de Europa”.

Resto de grupos

El resto de grupos siguieron los pasos de Von der Leyen: desde el Partido Popular Europeo –antiguo grupo político del Fidesz húngaro en el que milita Orbán–, Manfred Weber criticó que el mandatario húngaro se defina como un auténtico conservador y citó a Margaret Thatcher, Ronald Reagan o Helmut Kohl como los auténticos exponentes de la democracia cristiana.

La jefa de filas del grupo socialdemócrata, Iratxe García, le acusó de traicionar a los valores cristianos del amor al prójimo, la compasión y la dignidad humana con sus políticas migratorias y contra el colectivo antiLGTBIQ+ y también la líder de los liberales, Valérie Hayer, lamentó que proclame una defensa de las familias mientras “persigue a todas las familias que no encajan con su visión estrecha del mundo”.

En respuesta a las líderes socialdemócrata y liberal, dijo que él defiende un modelo de familia en el que “el padre es un hombre y la madre sea una mujer”, según la Constitución húngara.

Las palabras más amables hacia Orbán llegaron desde el grupo de los Patriotas por Europa en el que militan tanto Fidesz como Vox: su portavoz en la Eurocámara, Kinga Gál, acusó a Von der Leyen y al resto de grupos de “hipocresía”, así como de destruir los pilares de la UE.

El líder de los Conservadores y Reformistas, el italiano Nicola Procaccini, le dijo a Orbán que comparten muchos de los puntos de su programa, pero le advirtió ante “enemigos externos” como China, Rusia, Irán o Corea del Norte.

La Izquierda, por su parte, escenificó su rechazo a Orbán entonando el himno antifascista italiano Bella Ciao cuando el mandatario húngaro acabó de hablar.