Síguenos en redes sociales:

Tribuna abierta

Lluis Companys, 85 años

¿Cómo olvidarnos de personas de tal talla humana y dignidad fusilados por los fascistas por el único delito de ser demócratas y nacionalistas vascos?

Lluis Companys, 85 años

Escribí, sí, algo parecido hace unas muy largas decenas de años. Era entonces el 65 aniversario. Recordar a Lluis Companys me retrotrae a recuerdos sensibles. Me vienen a la memoria las palabras del fusilado en Vitoria Esteban Urkiaga, Lauaxeta, un de 25 de junio de 1937 poeta y jefe de Eusko Gudarostea-Ejército Vasco, dena eman behar zaio maite den askatasunari. El recuerdo de otro poeta amigo suyo, Federico García Lorca, caído bajo las balas facciosas en Granada. Me acuerdo de los José Antonio Aguirre, Leizaola, Landáburu, Irujo, Galíndez, Rezola, Ajuriaguerra y otros que sufrieron, resistieron y pagaron muy cara su coherencia democrática y su lealtad con la libertad. Me vienen a la memoria el que fue Consejero de Sanidad del Gobierno Vasco Alfredo Espinosa, fusilado por los facciosos un día antes de Lauaxeta también en Vitoria. Antes ya habían caído otros, como José Aristimuño, Aitzol, Martín Lekuona y otros sacerdotes y alcaldes vascos del PNV como el navarro Fortunato Agirre alcalde de Lizarra-Estella quien denunció una y otra vez, inútilmente, las maniobras golpistas del mismísimo general Mola en tierras estellesas en connivencia estrecha con los requetés y el clero ultra reaccionario navarro. ¿Cómo olvidarnos de personas de tal talla humana y dignidad fusilados por los fascistas por el único delito de ser demócratas y nacionalistas vascos?

Lluis Companys, Presidente de la Generalitat de Catalunya, un 15 de un octubre de 1940, es decir hace hoy ya 85 años y un año después de finalizada la sangrienta guerra civil en España, fue fusilado al amanecer en el foso del Castillo de Montjüic, no quiso que le vendaran los ojos y descalzo por voluntad propia por querer tocar con la planta de los pies directamente tierra catalana estalló en un ¡¡Per Catalunya!! antes de recibir la asesina descarga mortal. En el mismo sitio, 31 años antes caía también fusilado el profesor y pedagogo Ferrer i Guardia. Lluis Companys fue detenido poco antes por la siniestra Gestapo de Hitler en la Francia ocupada con la complicidad del gobierno francés colaboracionista de Vichy y entregado en la frontera a la policía de Franco, responsable de una guerra civil que asoló a España durante tres sangrientos años. Eran tiempos en los que la II Guerra Mundial también asolaba todo lo que encontraba por delante. Tiempos de totalitarismos y de oscuridad para los Derechos Humanos más elementales. Franco sometió a Companys a un trato denigrante, lo encarceló, torturó, lo condujo a una comedia de Consejo de Guerra y lo fusiló. Lo fusiló no por lo que había hecho o dejado de hacer, sino simplemente por lo que era y representaba. Fusilaron a la persona pretendiendo borrar de Catalunya a la máxima representación que él encarnaba, la legalidad republicana y la Generalitat. La opinión sobre la gestión de Companys es tan discutible como la de cualquier otro dirigente que hubiera vivido en tiempos de tan duras turbulencias. Franco venció e intentó tener la razón con la fuerza de las armas, y para siempre, por ello continuó fusilando en el castillo de Montjüic hasta 1945.

Companys reposa en una tumba en el Fossar de la Pedrera junto a otras víctimas de la represión franquista. No fue la primera vez que conoció detención, tortura, cárcel ni persecución. Lluis Companys i Jover hijo de Josep Companys i Fontanet y de María Lluisa de Jover nació en Tarrós, Lleida, en 1882 en el seno de una familia de agricultores. Desde muy temprano mostró sus inquietudes favorables a la República militando desde joven en asociaciones y organizaciones republicanas y catalanistas, estudió Derecho en Barcelona. Hoy en día, en Catalunya casi todos lo hacen suyo, algunos por nacionalista, otros por progresista en la defensa de las capas populares, y hay quien lo hace suyo por republicano o por independentista. Con la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, la Junta de Fiscales de la Sala del Tribunal Supremo proclamó “nulas de pleno derecho” las dos sentencias que lo condenaron a muerte basándose en el carácter ilegítimo de las instancias que lo juzgaron, proceder equiparable a los planteamientos de la actual Alemania con respecto a las sentencias de los tribunales nazis.

EN FRONTERA CON EL LEHENDAKARI AGIRRE

Recién acabada la carrera de Derecho destacó por su incondicional apoyo y defensa de los obreros sindicalistas, fue Director de la La lucha en 1916 y un año más tarde elegido concejal del Ayuntamiento de Barcelona por el Partido Republicano Catalá. Sensible a la problemática social que imperaba en Catalunya a partir de 1919, cuando se iniciaron las grandes movilizaciones obreras presididas por la CNT y apareció el pistolerismo incrementándose la represión gubernamental, actuó como abogado de los obreros, cuestión por la que fue deportado a Mahón. Fue uno de los cofundadores de ERC y el 14 de abril de 1931 proclamó la República desde el balcón del Ayuntamiento de Barcelona. Fue diputado en las Cortes y también en el Parlamento de Catalunya que presidió, gobernador civil de Barcelona y brevemente ministro de Marina en tiempos de Azaña. En 1934 sucedió al fallecido Francesc Maciá como Presidente de la Generalitat.

Fue, por lo tanto abogado, periodista y político. El 6 de octubre de 1.934 y como respuesta a la entrada de ministros antirrepublicanos de la CEDA en el gobierno de Lerroux, proclamó el Estado Federal Catalán en plena huelga general y durante la insurrección minera de Asturias sofocada a sangre y fuego por Franco. Lluis Companys fue detenido, juzgado y condenado a 30 años. Recuperó la presidencia de la Generalitat después de la amnistía consecuencia de las elecciones de febrero de 1936 con la victoria del Frente Popular. El 18 de julio de 1936 Companys consiguió abortar en Catalunya la sublevación militar, preservó las instituciones catalanas y logró integrar en el Gobierno de la Generalitat incluso a la propia CNT.

A partir de 1937 abundaron sus enfrentamientos con el gobierno republicano de Negrín y ya en 1939 con los fascistas entrando en Catalunya y pisándole los talones huyó a Francia cruzando la frontera a pie acompañado del primer Lehendakari del Gobierno Vasco José Antonio Agirre. Un año más tarde Lluis Companys fue apresado por los nazis, mientras que el Lehendakari José Antonio Agirre tuvo más suerte y pudo escaparse a duras penas tras una muy rocambolesca y larga huida que terminó en Sudamérica, mientras muchos le daban por desaparecido. El nacionalismo vasco referenciado sobre todo en el PNV apoyó la República legalmente constituida, apoyó la legalidad democrática, se opuso con los medios de que disponía a los golpistas y sus gudaris voluntarios murieron en los frentes y fusilados ante los paredones. El PNV sufrió durante 40 largos años el zarpazo del fascismo, resistió en la clandestinidad, guardó el testigo de la libertad y del autogobierno y escribió así con letras de oro en el libro de la historia su carácter profundamente democrático y antifascista.

Desde los valores de la democracia, los derechos humanos y la paz, es de estricta justicia reivindicar la memoria de todas las personas que perdieron la vida en la guerra civil defendiendo la democracia y la libertad contra el fascismo. Es hora, siempre lo ha sido, del reconocimiento a las personas que sufrieron persecución, exilio, deportación o cárcel por su lealtad a la República y a la legalidad democrática entonces vigente, reconocimiento a su inquebrantable compromiso político a favor del autogobierno de Euskadi. Un recuerdo emocionado a los que aún perdiendo en el campo de batalla jamás alquilaron ni realquilaron sus conciencias. Ojalá el tiempo ponga a todos en el sitio que les corresponde: mientras unos fueron leales a la República y al Gobierno legalmente constituido, otros, cometieron traición a la legalidad, a la República, a la libertad y a la democracia. La guerra civil fue un fracaso colectivo, sí, un fracaso de la política y de la capacidad de diálogo del ser humano, pero algunos fueron muchísimo más culpables y muchísimo más responsables que otros.

Ojalá que no lleguen a cortarse los hilos de la historia. No olvidarlos/as es un acto de humanidad, un acto de justicia. Recordar es fundamental. Olvidar es canalla. Nunca jamás. Honor, luz eterna, memoria, respeto y consideración humana e histórica a todos ellos y ellas. Sea pues.