Parece que podemos situar el Big Bang hace trece mil ochocientos millones de años, cien millones arriba, cien millones abajo… De esta energía comprimida en un punto muy pequeño hemos podido encontrar, trescientos ochenta mi años después, un universo en expansión y más frío. Ya hay átomos sencillos, y las partículas de luz pueden atravesar el espacio. Centenares de millones de años después, la fuerza de la gravedad hace que las nubes de hidrógeno y helio se contraigan y provoquen reacciones nucleares, con lo que empiezan a nacer las primeras estrellas; de toda esta destrucción surgen los elementos que formarán los planetas y serán las semillas que darán lugar a la vida. Mientras generaciones de estrellas viven y mueren, tras nueve mil millones de años, empezó a formarse, entre millones de galaxias, el sistema solar. En ese sistema, nuestro planeta se enfriaba y en su interior se iban dando condiciones suficientes como para que surja la vida. Decía Carl Sagan: “Después de que la Tierra muera, dentro de unos cinco mil millones de años, otros mundos y galaxias emergerán y no sabrán nada de un lugar llamado Tierra. Polvo de estrellas somos y en polvo nos convertiremos”.

Quienes vivimos en este pequeñísimo planeta llamado Tierra, y pensamos que nuestra vida es un suspiro, nos preguntamos, además, cómo ha sido posible la vida en nuestros lares. Para la paleontología, los fósiles son la polaroid que ayuda a fechar y catalogar organismos vivos. La genética moderna, además, mide las diferencias de las especies entre sí a nivel molecular, con un calendario de fechas que siempre son aproximadas, a la espera de nuevos descubrimientos. ¿Por qué nos interesa tanto?

“Parece que el universo sabía que vendríamos” había dicho el físico Dyson. Así que, hace más de cuatro mil quinientos millones de años, se formaba la Tierra, que fue golpeada por un cuerpo del tamaño de Marte, vaporizó la superficie y lanzó al espacio un material que se condensó para formar la Luna, nuestra fiel compañera, y esto no sucedió en un instante, como nos gustaría especificar para tenerlo más claro. Diversos cuerpos masivos continuaron chocando contra la Tierra durante mil quinientos millones de años, y parece que dejaron de hacerlo hace unos tres mil millones de años. Por cierto, que tales impactos han tenido algo que ver con la formación de placas tectónicas. Y la vida pudo haber comenzado en los primeros cientos de millones de años de existencia de la Tierra.

El caso es que, en la historia de la vida, ha habido cinco grandes extinciones masivas. Hace unos quinientos cuarenta millones de años surge la revolución cámbrica, donde se registran numerosas formas de vida, con muchos grupos de animales. Cien millones de años después, a finales del siguiente período, el Ordovícico, ocurre la primera gran extinción en masa, con la desaparición del sesenta por ciento de los géneros y hasta un ochenta y cinco por ciento de las especies. Los descendientes de aquella extinción masiva se desarrollaron a lo largo del Silúrico y aparecieron ya muchos grupos de peces. El siguiente período es el Devónico, pero a finales ocurre una nueva extinción masiva, hace unos trescientos setenta y cinco millones de años, que también acabó con aproximadamente el ochenta por ciento de las especies. Y puede haber sido un largo y lento declive a lo largo de decenas de millones de años, no un evento abrupto. En aquel momento toda la vida estaba en el mar, y se baraja una posible glaciación en el mar o una acidificación de los océanos. Y también hay quienes sobreviven y toman el relevo. A lo largo de los siguientes períodos, que son el Carbonífero y el Pérmico, la vida se desarrolla abundantemente en el mar y también ya en tierra firme. A lo largo del Carbonífero se desarrollan los primeros grandes bosques sobre la superficie de la tierra, aunque no eran como los que conocemos hoy en día. Pero a finales del Pérmico, tuvo lugar la mayor de las extinciones en masa que se conoce; la vida estuvo a punto de desaparecer de la Tierra. Hace unos doscientos cincuenta y dos millones de años había formas muy variadas de vida en el mar y en tierra firme, y desaparecieron alrededor del setenta por ciento de las especies terrestres y el noventa y cinco por ciento de las especies marinas.

Tras la era Paleozoica empieza el Mesozoico, cuyo primer período es el Triásico. Los dinosaurios no eran las faunas predominantes en tierra firme, pues compartían la Tierra con otros grandes vertebrados, y su hegemonía llega a finales del Triásico, cuando una nueva extinción en masa golpea la Tierra y desaparecen alrededor del setenta y cinco por ciento de las especies. Tras este período, los dinosaurios se convierten en las faunas dominantes en tierra firme, pero en el siguiente período, el Cretácico-Paleógeno, se produce esa gran extinción en la que desaparecieron, entre otros, la mayoría de dinosaurios. Esta extinción fue debida, principalmente, al impacto de un meteorito del que tenemos residuos en todo el planeta y al menos un cráter localizado con la edad correspondiente. Después de esta extinción y de la desaparición de muchos dinosaurios, de los grandes reptiles marinos, de los reptiles voladores, y de muchas más formas de vida, las faunas dominantes en tierra firme pasaron a ser los mamíferos y empezó el Cenozoico, la era en la que vivimos hoy en día y la era en la tiene lugar toda la evolución de los grandes linajes de mamíferos, entre ellos nuestro linaje, el de los primates, y dentro de los primates el linaje de los homínidos. Así que, de alguna manera, los mamíferos debemos a esa extinción de finales del Cretácico, hace sesenta y seis millones de años, el habernos convertido en las faunas dominantes del planeta. No estaríamos aquí de no haber sido por esa extinción. Ahora hay debate sobre una sexta extinción en masa que empezaría a ocurrir al final de la última glaciación, que continuaría hoy en día, y de la que podríamos tener los humanos, parte, al menos, de culpa.

Hace casi tres millones de años nuestro género humano, homo, aparece en África. Las extinciones anteriores, en esta Tierra tan pequeña, apuntan a distintos movimientos ajenos a la voluntad humana, pero nos encontramos en un tiempo en el que la vida, a pesar de sus grandes dificultades para seguir adelante, se expresa, entre otras, en la vida humana con una riqueza inimaginable. El proceso realizado por la vida, hasta llegar aquí, es un cúmulo de procesos inenarrables que, con cierta temeridad nos hemos atrevido a desgranar, teniendo siempre en cuenta, además, que toda la información es prestada y provisional; pero... ¿no se trata de un milagro el hecho de que la vida ha llegado hasta hoy e incluye a los seres humanos?

Lo verdaderamente triste y contradictorio es que esta vida humana, culmen de la historia de la vida, se está considerando también como un agente más en la extinción de la biodiversidad de vida e incluso en la extinción de nuestros congéneres. La explotación de los recursos de la tierra daña muchas vidas. A veces, la misma naturaleza, que sigue en movimiento, daña vidas humanas, pero no podemos identificar tales daños con los provocados por los humanos que, supuestamente, tenemos conciencia y responsabilidad. Es, además, en grado máximo lamentable, que un tercio de la población humana padezca malnutrición; y es también lamentable que la explotación de los recursos naturales ha estado, y sigue estando, detrás de los antiguos y nuevos imperialismos. En el siglo XX murieron más de doscientos treinta millones de personas a causa de las guerras. Si incluimos las muertes provocadas por la guerra en los siglos precedentes nos encontramos con una parte significativa de la sexta extinción. Por otro lado, el aumento de los presupuestos militares en el siglo XXI no augura nada bueno. Matar a gran escala, desde un virus auto-inoculado llamado guerra, nos obliga a preguntar si todo este proceso para hacer posible una vida como la humana ha merecido la pena. En el centenario del nacimiento de Ernesto Cardenal, uno se atreve a citar un fragmento de su Cántico cósmico: La evolución de la materia / ha sido hacia la vida / y de la vida al pensamiento / ¿Y del pensamiento? / Hacia el amor / En el universo todo es estructura, /es decir, sociedad / El átomo es sociedad, / la molécula es sociedad / el organismo es sociedad / El hombre -la persona, decimos hoy- es sociedad. / La soledad que sufrimos es por ser sólo individuos. / La felicidad es los otros.

Somos polvo de estrellas y en polvo nos convertiremos, pero, aunque hay tantas personas que destruyen otras vidas humanas, sigue habiendo una mayoría que quiere seguir evolucionando… hacia el amor. Tomamos nota.