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Tribuna abierta

La UNRWA e Israel

La UNRWA e IsraelPor Igor Barrenetxea Marañón

El pasado 28 de octubre, la Knesset (el parlamento israelí), aprobó una ley con 92 votos a favor (de 120 posibles) y únicamente diez en contra para prohibir la actividad de la UNRWA en Israel y los territorios palestinos. En otras palabras, se decidía a dar una vuelta de tuerca más a una situación ya de por sí anómala, al condenar a una organización vinculada a las Naciones Unidas. Paradojas de la historia, el mismo organismo internacional fue el que reconoció como país a Israel, ocho décadas antes, avalando su existencia. Magna gratitud la suya. Desde prácticamente el inicio de esta nueva etapa sangrante del conflicto palestino-israelí la UNRWA ha estado en el ojo del huracán debido a que se aseguraba que algunos de los atacantes a los kibutz del 7 de octubre estaban vinculados a la agencia. El mismo embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, justificaba la decisión de la Knesset al señalar que la UNRWA era “una iniciativa terrorista camuflada como una iniciativa de agencia humanitaria”.

La realidad de los datos ofrece otra perspectiva muy diferente, y sólo retrata la paranoia en la que se halla sumergida la sociedad israelí de ver terroristas por todas partes. De todas maneras, desde el principio de las hostilidades la ONU ha buscado satisfacer las exigencias israelíes y no ha dudado en despedir a nueve de sus trabajadores, acusados de nexos con Hamás, de los 13.000 que la integran. Estos representan el 0,04% del total.

Así y todo, Israel cree que toda la UNRWA está contaminada. Pero su papel va más allá de sus siglas y su historia. Es ahora mismo una pieza fundamental para la supervivencia de los propios gazatíes en este contexto de indefensión y terror. La agencia se creó en 1949, lo que dice mucho también de la irresoluble cuestión palestina para atender las necesidades de los palestinos refugiados (tras la Nakba), repartidos entre Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, en aspectos como educación, salud y asuntos sociales, además de ayudar a los refugiados en países como Jordania (dos millones), Siria (medio millón) y Líbano (otro medio millón).

Tristemente, la UNRWA además de haber sido objeto de recurrente escarnio (su sede en Jerusalén ha sido atacada reiteradamente por fanáticos hebreos), a lo largo de estos infernales meses ha perdido también a 220 de sus miembros. Su valiente sacrifico no debería ser vano. Para Jonathan Fowler, portavoz de dicha entidad, “la UNRWA es irremplazable”. Pero, así y todo, Israel ha hecho oídos sordos y ha dictaminado que su labor debe cesar y desaparecer en el plazo de tres meses (margen que le otorga la ley), sin saber qué alternativa se dará si eso sucede. Hasta en Estados Unidos se está valorando muy críticamente la actitud de Israel, que no asume el carácter de la “catastrófica crisis humanitaria” que ella misma ha generado en la Franja de Gaza. Desde la Casa Blanca se le ha advertido que, si sigue restringiendo la entrada de la esencial ayuda humanitaria, congelará su apoyo militar. Por el momento, es un amago, pero Israel sigue sin atender ni hacer demasiado caso. Philippe Lazzarini, máximo responsable de la UNRWA, destaca que no existe otra agencia con la misma capacidad de ayudar y que si se impone la ley israelí sólo se incrementará el sufrimiento de la población civil palestina quedando aún más desamparada y desasistida.

La decisión de Israel no ha podido llegar en peor momento y, como si Tel Aviv quisiera llegar hasta un final sin medir, en modo alguno, las consecuencias de la terrible hecatombe que ya ha provocado. Parece que con destruir Gaza no es suficiente. Hay que ir más allá, empujar a los palestinos al borde del abismo como si de este modo, viéndose ante el mismo, pidan piedad y no vuelvan jamás a actuar ninguno como lo han hecho. No tiene ninguna lógica. Esta perspectiva es inhumana, primero, no es capaz de sensibilizarse con la espantosa situación que ha ido sumergiendo a millones de seres humanos; segundo, puede derivar en que cultive un odio tan irracional que desemboque en atentados peores…. Sean o no responsables de lo ocurrido en la masacre de octubre, la decisión de dejar todavía más desamparados a los palestinos sin la UNRWA sólo conduce a que se agrande más la catástrofe. Más fallecidos inocentes. Si el objetivo de Israel es provocar el mayor castigo a los gazatíes, lo está logrando. No hay ninguna duda.

Ahora bien, su manera de hacerlo es cruel. No puede ser que, además de arrasar las calles e infraestructuras de Gaza, dando lugar a miles de muertos, quiera que los civiles prosigan con un calvario mayor. Sin la UNRWA, ¿cómo se atenderán las necesidades básicas de las cientos de miles de familias desamparadas? No hay otra agencia capaz y aunque existiera, ¿con qué razón Israel se erige en dictaminar las reglas del derecho internacional? Se crea un peligroso e insano precedente Sin piedad. Ese es el lema que han escogido los israelíes.

Entre tanto, las conversaciones que se han activado en Doha, con la presencia tanto de Israel como de Hamás, dan un breve aliento de esperanza para procurar un alto el fuego. En Israel pesa y mucho la situación del casi centenar de rehenes que siguen con vida en manos de la organización terrorista palestina, además de querer recuperar los cuerpos de la treintena de fallecidos. Este es el único talón de Aquiles del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en su política de tierra quemada en Gaza, por lo que no le queda otro remedio que atender las demandas de las familias afectadas. Así y todo, la situación tras ilegalizar la UNRWA no puede ser más inquietante. El Ejército israelí se halla limpiando todo el norte de Gaza, expulsando a la población, lo cual es muy indicativo de que hay algún plan secreto para anexionarse parte de la Franja cuando concluyan las operaciones militares. Desde luego, nada será igual cuando suceda, pero lo que sí debería quedar claro es que Israel no puede salir impune.

Doctor en Historia Contemporánea