No vamos a analizar la miscelánea de pactos que han conformado nuestras instituciones forales y municipales tras las elecciones del 28M. En todo caso, personalmente, no puedo evitar pensar que es dudoso que todos los pactos suscritos se hayan conformado en búsqueda del bien común y en coherencia de la voluntad de los electores (yo soy de Laudio).

Los pactos que ahora interesan, si son congruentes con los que en el Estado han conformado PP y Vox, son los que derivarán de las próximas elecciones generales.

Cuando el Partido Popular pacta con Vox, siempre pierde lo que se denomina batalla cultural. Los programas de gobierno que conciertan siempre incluyen la exclusión del concepto de violencia machista o de género; la estigmatización de los inmigrantes; una enseñanza de la que se excluyen lo que denominan elementos de ideologización, siendo estos los que no gustan a la extrema derecha; condicionalidades al aborto, a las opciones transgénero, etc.

Lo hemos visto con claridad, primero en Castilla y León, cuyo atrabiliario vicepresidente, el Señor Gallardo, ha intentado introducir el pin parental, mecanismos de ilustración de las ayudas a la familia de las mujeres que quieren abortar para ir erosionando este derecho de la mujer, despreciar la política comunitaria en materia de sanidad animal y otros mecanismos contrarios al Estado Autonómico, contrarios a las políticas de la Unión Europea, que caracterizan a la extrema derecha en todos los países.

Vemos que en Valencia nos encontramos con un fenómeno similar. El vicepresidente es un torero retirado. En el esquemático programa electoral del PP y Vox se reivindicaba la recuperación de la identidad, sin mas explicaciones. Si al extorero le añadimos una tonadillera, ya vemos en qué consiste la recuperación de la identidad, la de la España eterna (lo dicho no tiene nada que ver con la tauromaquia; han existido toreros como Juan Belmonte o Antoñete que degustaban el arte, la lectura, el contacto con intelectuales, la música, la literatura. Pero a Barreda, el vicepresidente, no se le conocen estos valores a pesar de su condición de consejero de Cultura).

Ya en Valencia se niega la violencia machista o de género, se aboga por la enseñanza privada a través de una pretendida libertad de elección de la educación de los hijos que consagra de desigualdad entre pobres y ricos, se eliminan instituciones que consideran que contribuyen a la ideología de género o lingüística o de apoyo a la vulnerabilidad, lo propio de la extrema derecha. Cuando Núñez Feijóo afirma no sentirse comprometido ideológicamente por estos pactos, olvida que él mismo los ha autorizado.

El fenómeno del crecimiento de la extrema derecha no se puede frivolizar, es un fenómeno europeo y con cierto fumus de irreversibilidad. Véase lo ocurrido en los países escandinavos, en Austria y lo que puede pasar en Alemania donde el cordón sanitario contra la extrema derecha parece que puede quebrarse en cualquier momento.

Sonneberg, ciudad del este alemán encarna el auge de la ultraderecha. El desencanto con la política, el recelo hacia la inmigración y el temor a la crisis económica disparan el apoyo al partido Alternativa para Alemania, que lidera la intención de voto con el 32% en el territorio de la antigua Alemania Oriental. Sonneberg es una pequeña ciudad alemana como otra cualquiera. Sus 23.000 habitantes pasean por un centro agradable sin ser especialmente bonito y presumen de albergar el Museo Alemán del Juguete, que atrae algo de turismo a este municipio del antiguo Este alemán, situado a los pies del bosque de Turingia. Pero ni una cosa ni otra les ha colocado en los titulares de la prensa de Berlín. Lo han hecho unas previsiblemente anodinas elecciones del distrito homónimo, del que son la capital, que han acabado sacudiendo la política nacional y devolviendo al primer plano el crecimiento en Alemania de la extrema derecha, que en lo que fue Alemania Oriental puede acabar con el cordón sanitario contra el neofascismo si éste gana las elecciones.

El Observatorio de Política Electoral de la República Federal Alemana, que ya investigaba a este partido neofascista por posibles vulneraciones de los valores constitucionales, a través de una investigación entrevistando a ciudadanos de estos municipios se han encontrado con lo que ya Karl Popper anunció como desencanto de las clases medias o en Estados Unidos se denomina gran desestimiento de la media burguesía.

Las respuestas a las preguntas de los trabajadores sociales del Observatorio eran siempre las mismas: trabajo sin parar y no llego a fin de mes; cuando tengo problemas, no me siento atendido particularmente por la política de los Verdes que se desentienden de quienes madrugamos a diario para intentar mantener vivos nuestros negocios; el Gobierno se desentiende de los problemas de la mayoría de los ciudadanos, del envejecimiento de la población; de la dinamización de la economía, la delincuencia campa por sus respetos, los extranjeros obtienen todo tipo de prebendas. Obsérvese que todo esto ocurre nada menos que en Alemania.

La extrema derecha está sabiendo catalizar el descontento de una economía que ya no crece (el fenómeno de Trump se fundamenta en gran medida en que la economía norteamericana no crece significativamente tras la crisis financiera de 2008), la desigualdad social aumenta (cada vez hay mas multimillonarios y mas pobres) entre la clase media que ve precarizado su trabajo, que observa la desindustrialización por la globalización de la economía y la automatización.

Existen fenómenos conexos bien aprovechados también por Trump en USA , el cambio demográfico que apunta a una sociedad que separa cada vez más la distancia entre la América rural y la urbana y que divide al país en dos identidades culturales y políticas enfrentadas, la preocupación que genera la pérdida de la hegemonía mundial a manos de China y otros países que practican el dumping social, la desorientación política que la guerra de Ucrania simboliza en relación a la configuración de un nuevo orden mundial.

Volviendo al pacto de Valencia, tampoco parece accidental que Vox ostente el departamento de Agricultura. Este departamento puede permitir captar votos en el medio rural.

Hay que seguir con detenimiento fenómenos como la revuelta agrarista que se ha producido en Holanda. El Movimiento Campesino-Ciudadano es un partido político en los Países Bajos. Su líder en las elecciones generales de 2021 fue la periodista Caroline van der Plas, quien fundó el partido en octubre de 2019 en respuesta a las protestas generalizadas de los agricultores que tuvieron lugar contra el gobierno a principios de ese mes, motivadas por la propuesta del gobierno de limitar las emisiones de nitrógeno. En las elecciones de 2021 consiguió un escaño en la Cámara de Representantes de los Estados Generales. En las elecciones provinciales de los Países Bajos de 2023, obtuvo la victoria al ser el partido más votado con el 19.2% del voto, ganando en todas las provincias excepto en las dos provincias holandesas (las más urbanas del reino), donde ha empatado con el Partido Popular por la Libertad y la Democracia.

Todo el mundo coincide en que vivimos tiempos inciertos. Ya vemos que para algunos no son tan inciertos, saben integrar en sus estrategias un descontento creciente entre las clases medias que ni ven atendidas sus demandas por sus instituciones ni por los movimientos asociativos y ONGs de sus países que atienden a problemas más específicos o corporativos. También es una obligación de los demócratas, de los que creen en la institucionalidad, intentar avizorar estos fenómenos.

Jurista