La presidencia india durará todo el año 2023, en el que es posiblemente el único foro efectivo que queda para la gobernanza global, aunque uno con mucha menor legitimidad que Naciones Unidas, que reúne a casi todos los países del mundo.

El G-20 presenta una enorme oportunidad para acelerar el crecimiento sostenible dentro de la India, en el mundo emergente y en otras áreas. Para que la presidencia de la India esté a la altura de este potencial, debe reconocer las limitaciones del grupo y el impacto de las crisis globales, desde la pandemia hasta la guerra de Ucrania.

Pero también debe haber una comprensión clara de las palancas que tiene un presidente del G-20 para influir en la acción política global. Tres principios generales deberían orientar la planificación de la India. Primero, debe reconocer el valor de la troika del mundo emergente (Indonesia, la presidencia precedente, y Brasil, la que le seguirá) y elegir direcciones políticas que enfaticen la continuidad.

En segundo lugar, debe incorporar las preocupaciones de sus transiciones de desarrollo dual, verde y digital, en la agenda del G-20. Y tercero, debe reconocer las realidades del mundo posterior a la pandemia y priorizar la acción en aquellos sectores que, desde 2020, se han revelado como prioritarios.

La agenda de la India debe tener un impacto después de 2023. Esto requiere que establezca sus prioridades junto con las de los otros dos miembros de la troika. El G-20 bajo Indonesia ha articulado tres temas prioritarios: arquitectura de salud global, transformación digital y transición energética sostenible.

Reinterpretarlos será clave para construir continuidad y, por lo tanto, acción sostenida. También es importante tener en cuenta que tener demasiadas prioridades es lo mismo que no tener ninguna. De hecho, la presidencia India debe evitar que el G-20 sufra –como lo hacen otros foros multilaterales como la Organización Mundial del Comercio– debido a una expansión excesiva de su mandato.

Dos grandes transformaciones definirán nuestras economías y sociedades en el futuro: la transición digital y la transición verde. Ambas son clave para abordar también el desafío del desarrollo. Estas transiciones son el punto de encuentro de las aspiraciones geopolíticas y juveniles que dictarán nuestro bienestar político, económico y social.

En el frente digital, la India, en gran medida, ha sido pionera. Las aspiraciones de los jóvenes de la India son digitales primero; el gobierno ha respondido, y la economía digital está en el centro de su objetivo de una inversión de $ 5 billones para la segunda mitad de la década de 2020.

La encuesta de jóvenes de Observer Research Foundation sobre política

tecnológica muestra que el 83% de los encuestados quiere que la India adopte una política que priorice su industria tecnológica nacional. Al mismo tiempo, el 80% agradece una mayor cooperación con socios internacionales en tecnología.

Claramente, se necesita un buen equilibrio en el que el multilateralismo tecnológico no se produzca a costa de las necesidades de los países en desarrollo. El proceso de participación de Think Tank 20 (T20) ha identificado Internet como un derecho básico y el acceso a la tecnología como vital para reducir las desigualdades.

La cooperación en el G-20 sería un buen campo de pruebas para una regulación tecnológica pionera que equilibre los intereses del sector privado con la soberanía y las necesidades de seguridad de los Estados y las demandas de crecimiento de la economía. El G-20 de la India también debe reconocer la naturaleza sin precedentes del crecimiento future y la obligación de alcanzar la descarbonización. Los argumentos a favor de una transición verde ya no pueden limitarse a la superioridad moral de salvar el planeta.

Eso requerirá que los líderes de las naciones clave inviertan capital político en un nuevo marco institucional que respalde el panorama energético del futuro. La Agencia Internacional de Energía, la OPEP, las bolsas de productos básicos y otros definieron y dieron forma al mundo de los hidrocarburos. La transición energética global requiere nuevos marcos, organizaciones y arreglos políticos para respaldar nuestra trayectoria común, que reflejen las necesidades de múltiples partes interesadas, tanto en la esfera pública como en la privada. El mundo necesita una nueva estructura institucional: una que mantenga las esperanzas en el siglo XXI.

Debería adoptarse de forma prioritaria un compromiso sobre el consumo sostenible. La regulación financiera internacional y los mandatos de los bancos multilaterales de desarrollo también deben garantizar que la financiación adecuada incentive acuerdos comerciales para un cambio rápido con flujos globales adecuados para el mundo en desarrollo. ¿Puede la presidencia india ayudar a diseñar este nuevo acuerdo global?

Un tercer foco debe ser necesariamente el orden mundial pospandemia. Covid-19 ha demostrado que la salud, la nutrición y los medios de subsistencia siguen siendo frágiles a pesar de los compromisos asumidos en el marco de la Agenda 2030. Las Naciones Unidas han advertido que la crisis de covid podría resultar en una década perdida para el desarrollo.

El Fondo Internacional de Emergencia para la Infancia de las Naciones Unidas también advirtió que la pandemia podría conducir a una “generación perdida” de niños en términos de educación, nutrición y bienestar general. Estas conversaciones son ahora más complejas debido a la guerra en Ucrania.

La militarización del comercio y el sistema bancario internacional durante esta guerra ha exacerbado las incertidumbres. El aumento de los precios de la energía y los alimentos básicos esenciales ha agregado una dimensión inquietante a una recuperación económica ya tensa. Al poner la nutrición, la seguridad alimentaria y la salud en el centro de su agenda del G-20, la presidencia de la India puede garantizar el éxito de la Década de Acción sobre el Desarrollo Sostenible.

El factor decisivo será facilitar una mayor financiación para estos esfuerzos. La presidencia de la India es una oportunidad para revitalizar, reinventar y volver a centrar el orden multilateral. El G-20 no puede ser distraído o socavado por las relaciones bilaterales de miembros específicos, aun cuando reconozca la gravedad de la crisis humanitaria que se está desarrollando en Europa.

La India debe salir del G-20 con la agilidad y energía para responder a las nuevas realidades, y debe crear un multilateralismo preparado para el futuro a través de una arquitectura institucional novedosa y sólida, que otorgue más representatividad a grupos fuera de las élites internacionales y refleje el principio democrático y transdisciplinar de cocreación de conocimiento y acción política de abajo arriba y de los márgenes al centro.

Reproducir los viejos hábitos y estructuras, con la representatividad de los mismos actores y con el objetivo de seguir creciendo de forma supuestamente “sostenible”, no servirá para encarar los retos globales. La noción de sostenibilidad, cooptada ya por el poder y el capital, necesita ser redefinida de forma radical.

Doctor por la New School for Social Research de Nueva York y por la Universidad Autónoma de Madrid