Grandes empresas llegadas del extranjero -Green Capital y Statkraft, de momento- están tramitando permisos para hacer centrales eólicas en Gipuzkoa, aquí y allá. De vez en cuando tenemos noticias de algún proyecto, ahora en Urretxu-Zumarraga, luego en Soraluze-Elgoibar, más tarde en Azkoitia, más tarde en Zizurkil y según las últimas noticias en la zona de Azpeitia-Errezil-Zestoa y Eskoriatza-Aramaio. ¿Cuánto más?

Al mismo ritmo, se están creando grupos y plataformas para proteger el patrimonio natural, arqueológico, geológico, histórico, paisajístico y espiritual de los montes autóctonos, así como para defender a los habitantes de los caseríos y pueblos de los alrededores, su lugar de residencia, su salud y su actividad económica, especialmente ligada a la actividad agraria. Y hemos empezado a colaborar entre nosotros.

De hecho, la amenaza no es desdeñable: se han presentado macroeólicas de 200 metros de largo por 158 metros de ancho – más del doble de altas que las de Elgea; la torre Eiffel, mide 330 metros –, nuevas carreteras de más de 5 metros de ancho hasta lo alto de la montaña y a lo largo de ellas, cimentaciones gigantes de hormigón y un largo etcétera.

Estos proyectos tienen como excusa la guerra de Ucrania, que ha encarecido el precio de la energía. Pero desde el otoño pasado el aumento de los precios era notable porque el material de producción se está acabando. Además, hace 20 años hubo la misma amenaza en diferentes ámbitos y estos proyectos se pararon gracias al trabajo realizado conjuntamente entre la ciudadanía y los ayuntamientos.

También ahora, los proyectos eólicos presentados para Gipuzkoa no tienen como prioridad garantizar la necesidad de electricidad de los ciudadanos guipuzcoanos, sino alimentar la voluntad de dinero de los ricos. En general es el mismo modelo que tantas veces se utiliza en los países empobrecidos, con la incorporación de etiquetas como “renovables” y “sostenibles”: construcción de infraestructuras, deterioro profundo del entorno y de la población circundante, explotación intensiva durante años, y posterior retirada, dejando en el lugar basura y daños.

Este modelo tiene poco de sostenible e igual de renovable. Las torres eólicas se construyen con materiales acotados, cada uno de los cuales requiere una tonelada de hormigón, 335 toneladas de acero, 4,7 toneladas de cobre, 3 toneladas de aluminio, 2 toneladas de tierra rara y otros materiales como el zinc y el molibdeno. Por supuesto, conseguir, transportar y manipular estos materiales contamina y gasta mucha energía fósil. Por su parte, las aspas de las torres eólicas, de una longitud igual o superior a 70 metros, funcionan durante un máximo de 25 años. Cuando se estropean, la inmensa mayoría son enterradas en forma de escombros. ¿Renovables?

El mensaje que lanzan los medio de forma masiva es que no hay más remedio que hacer de inmediato estos macroproyectos. No es cierto; hay muchas formas de conseguir energía que ya están en marcha, sin ir más lejos, en el propio Euskal Herria, y también están surgiendo formas mejores. Los modelos de gobernanza social y cercana para la explotación de los recursos energéticos son los más útiles, situando las instalaciones más pequeñas más cerca de los lugares donde se va a consumir la energía, priorizando las zonas ya artificializadas -tejados, polígonos industriales-, consiguiendo una mejor eficiencia energética y causando un menor daño. Varios países centroeuropeos han emprendido esta vía, que ha ido acompañada de la prohibición de la instalación de eólicos en las montañas. Se puede hacer de otra manera; eso también está inventado. ¿Por qué aquí no?

Además de la crisis energética, es bien sabido que tenemos una crisis de modelo de sociedad: económica, social, climática, de alimentación, de salud, etcétera, porque todo está interrelacionado. Gipuzkoa es un territorio altamente industrializado, contaminado y artificializado. Por ello, y para salir de esta crisis en la que nos encontramos inmersos, nos corresponde aprovechar con respeto y cuidado los montes, bosques y pastos, su red hidrológica, su diversidad biológica y sus recursos, para hacer de las generaciones presentes y futuras un territorio habitable. Todo ello requiere una reflexión social unificada e integral, también sobre la energía, seguida de una planificación razonable.

Por todo ello, los grupos que estamos a favor de la protección de los montes de Gipuzkoa y que trabajamos para paralizar los proyectos eólicos presentados, animamos a la ciudadanía a sumarse a las marchas montañeras que culminarán el 12 de octubre en Elosu (Bergara). l

Gipuzkoako Mendiak Aske taldeko kidea [Azkoitia (Oletan ere ez), Azpeitia (Sañu Bizirik), Bergara (Karakate Bizirik), Elgoibar (Karakate Bizirik), Soraluze (Karakate Bizirik), Urretxu-Zumarraga (Urretxu-Zumarraga Bizi!), Usurbil (Andatza-Ezkeltzu Bizirik), Zestoa (Sañu Bizirik), Zizurkil (Andatza-Ezkeltzu Bizirik)]