Espectáculo deplorable
EL panorama de corrupción que asola España lastra cualquier atisbo de que la Marca España llegue a cotizar en Bolsa. No desde luego desde una perspectiva ética que es, en definitiva, la que aquí y ahora interesa. Interesa porque el listón está muy alto. Demasiado alto tras el escándalo de las escuchas en Catalunya. Será difícil poner el listón a un espectáculo que tiene de todo: amantes despechadas, políticas oportunistas, hostelero avispado, empresa de detectives, etc. para concluir que España es un estercolero donde las noticias sobre corrupción se atropellan unas a otras. Resultaría lamentable, en estas condiciones, proclamarse indiferentes al hecho de que algunos dirigentes hayan sido espiados por su propia formación política. Para concluir con la ópera bufa nada mejor que situar a una sola agencia de detectives al servicio de varios partidos. El material sacado de la oficina por un extrabajador de la empresa ha hecho posible que salga a la luz un escándalo que es posible deje cadáveres políticos en el camino. Todo se reduce a esperar a conocer el contenido de ese material que no tendrá valor jurídico ante un tribunal.Entretanto, y como si fuera una contramedida (post 15-M) adoptada con más urgencias que solidez, diversos representantes políticos han desnudado sus cuentas corrientes ante las cámaras. Un acto tan falto de validez como inútil a la hora de justificar ¿qué? España necesita una pasada por la izquierda, dijo en su momento un Alfonso Guerra henchido de poder y enjuto de carnes. Un vaticinio que nunca llegó a cumplirse porque la izquierda, todavía, no ha hecho escala en este patio. Si los valores de la izquierda se cimentan sobre lo que ya sabemos que hizo el PSOE en sus mandatos no es ilógico deducir que dichos valores nacieron muertos. Los socialistas catalanes tienen la oportunidad de acudir a la honestidad como antídoto y pedir cuentas a los beneficiarios de las escuchas, tanto a nivel interno como externo. Tienen la oportunidad de limpiar su casa, renovar el aire y, si les sobra tiempo y lucidez, abordar la horizontalidad en las organizaciones como barómetro de democracia. Definitivamente, la Marca España no atraviesa un buen momento. Tal vez haya que pensar en otras soluciones.