El Tour de Francia descubrió Gipuzkoa en 1949. Donostia fue entonces, por primera vez, meta y punto de partida de sendas etapas, y los corredores pasaron también por localidades como Irun, Oiartzun, Errenteria o Astigarraga. En aquel entonces, como ahora, la presencia de la ronda gala revolucionó la capital guipuzcoana.

Las crónicas de la prensa de la época destacan que, al igual que hoy en día, la Vuelta a Francia suponía entonces “una de las mayores manifestaciones deportivas del mundo”, que ofrecía la posibilidad de contemplar de cerca a “los grandes ases del ciclismo internacional” presentes en esa “serpiente multicolor” que parecía el pelotón y la caravana que lo acompañaba. También en aquellos días se puso de relieve “el significado turístico que la Vuelta ha tenido para San Sebastián”. La capital guipuzcoana vistió sus mejores galas para acoger la carrera e incluso a la medianoche presentó “un espectáculo que sólo tiene igual en las jornadas, repletas de fiesta y de gente, de la Semana Grande”.

Aquel año de 1949, el Tour, que también rodó por Bélgica, celebraba su tercera edición tras el paréntesis de la Segunda Guerra Mundial. Más allá del espectáculo deportivo que brinda la carrera francesa o del impulso turístico que puede suponer para las ciudades que acogen la prueba, la presencia del Tour en este lado del Bidasoa también pudo tener una lectura de carácter político, como una expresión más del final del aislamiento internacional del régimen franquista.

La novena jornada del Tour de 1949 partió de Burdeos y terminó en Amara, donde se instalaron tribunas para que el mayor número de espectadores pudiera contemplar la llegada de los corredores. Kutxateka

La dictadura de Francisco Franco había sido condenada por la Organización de Naciones Unidas en 1946, y ese mismo año Francia cerró su frontera con España como muestra de su oposición al régimen franquista. Con el paso del tiempo, sin embargo, los países occidentales cambiaron su postura con respecto al Gobierno de España, que acabó siendo bienvenido como un aliado más dentro del bloque anticomunista en la Guerra Fría. Un año antes del paso del Tour por Donostia, Francia reabrió sus fronteras, y en 1950 la ONU revocó su condena.

COPPI Y BARTALI

En aquellos años, los aficionados al ciclismo disfrutaban de la rivalidad entre dos gigantes de este deporte, Fausto Coppi y Gino Bartali. Ambos corrieron el Tour de 1949 en las filas de la selección italiana, y estuvieron presentes en las dos etapas guipuzcoanas, sin ningún protagonismo. Las crónicas únicamente citan cómo se involucró Coppi para tratar de neutralizar alguna fuga.

Gino Bartali, ganador del Tour anterior, también estuvo en Donostia Kutxateka

Cuando comenzó aquel Tour, Bartali, a punto de cumplir 35 años, partía entre los grandes favoritos tras haber sido el último vencedor. Fue su segunda victoria en la ronda gala tras la que había conseguido diez años antes, en 1938. Además, en su palmarés también brillaban tres triunfos en el Giro de Italia (1936, 1937 y 1946).

Coppi, por su parte, contaba entonces con 29 años. Para Il Campionissimo, 1949 supuso el año de su definitiva consagración internacional. Tras ganar la Milán-San Remo y el Giro de Lombardía, consiguió la tercera de sus cinco victorias en el Giro de Italia (1940, 1947, 1949, 1952 y 1953), y acabaría convirtiéndose en el primer corredor en ganar la carrera italiana y el Tour de Francia en un mismo año. El corredor italiano, sin embargo, no comenzó con buen pie aquella edición. Tras perder más de media hora con respecto al vencedor en el estreno de la carrera, ganó la contrarreloj disputada en la séptima jornada, pero aun así pasó prácticamente desapercibido en las etapas con llegada y salida en Donostia.

BURDEOS-DONOSTIA

El 9 de julio de 1949, Donostia acogió la llegada de la novena etapa de la llamada Vuelta a Francia, con salida en Burdeos y 228 kilómetros de recorrido, y un día después la capital de Gipuzkoa fue el origen de una etapa que concluyó en Pau, con un trazado inicial de 192 kilómetros que acabó estirándose a unos 206.

La etapa con inicio en Burdeos contó con tan solo 86 corredores, sin ninguno de los ciclistas de la selección española, que se había retirado de la prueba. El pelotón entró en Gipuzkoa por el Puente Internacional que une Hendaia e Irun, ascendió Gaintxurizketa y circuló entre Larzabal y Arragua hacia Ugaldetxo, en Oiar-tzun, en dirección a Astigarraga. De allí avanzó hasta Martutene, para llegar a la meta situada en Amara, una zona menos urbanizada que en la actualidad. Para contemplar la llegada de los corredores se instalaron unas tribunas donde el numeroso público aguardó estoicamente soportando el calor. Las crónicas de El Diario Vasco de esos días aseguraban que “los periódicos donostiarras tuvieron en Amara un éxito de ventas que en las administraciones respectivas habrá causado asombro. No se compraban para leerlos: era para hacer gorros contra el sol”.

Kutxateka

Coppi se sumó a un grupo de corredores escapados durante la jornada, pero su fuga no prosperó. El pelotón mejoró el tiempo previsto y rodó a unos 35,8 kilómetros por hora. Desde Martutene, cinco ciclistas se postularon para hacerse con la victoria, y finalmente el más rápido en el sprint final fue el francés Louis Caput (1921-1985), excampeón de Francia y ganador de la París-Tours en 1948, que tras su retirada como ciclista fue el director deportivo de Raymond Poulidor en el equipo Mercier. El ganador, con un tiempo de 6h30:49, no se mostró demasiado satisfecho por su triunfo, ya que su objetivo era arrebatar el maillot amarillo a Jacques Marinelli, que fue líder durante seis jornadas y que terminaría tercero en la general. El corredor francés era muy popular entre los aficionados, y sus crónicas diarias en L’Equipe durante aquel Tour provocaron que el periódico batiera sus récords de ventas. Coppi y Bartali llegaron entre los corredores con el 24º mejor tiempo.

Marinelli encabezaba la general con un registro de 58h51:42. Bartali era séptimo (59h12:04) y Coppi, décimo octavo.

Tras la conclusión de la etapa, “toda la organización del Tour se derramó luego por la ciudad, llenando las calles de colores abigarrados”. “No lo han debido pasar desagradablemente en las pocas horas que se han detenido en San Sebastián. El Ayuntamiento y las sociedades populares prepararon agasajos para todos”. Los ánimos de los aficionados guipuzcoanos también debieron de impresionar a los organizadores: “El entusiasmo del público desde Irun hasta San Sebastián, sus exclamaciones de júbilo, sus gestos de simpatía, llegaron certeros al corazón de los franceses”.

DONOSTIA-PAU

La décima etapa del Tour salió frente al ayuntamiento donostiarra, en lo que hoy en día sería el Boulevard. Las crónicas relatan que los corredores “rodaron sin inquietudes hasta Rentería. Pero, aprovechando la primera rampa, el ligero desnivel de Gainchurizqueta, se produce el ataque inicial de la continua batalla, que ya no había de terminar hasta Pau”. Y es que la jornada acabó siendo “la más emocionante, dura e interesante del Tour” y “la más dura de cuantas se han cubierto”.

El pelotón avanzó sin hechos destacables hasta Irun, y pasó por varias localidades de Iparralde como Urruña, Sara, Ainhoa, Ezpeleta, Kanbo, Hazparne o Maule antes de llegar a Pau.

El vencedor de la etapa y nuevo líder fue el ciclista italiano Fiorenzo Magni (1920-2012), el primer corredor de la historia capaz de lograr sendas victorias de etapa en Giro, Tour y Vuelta.

Magni se impuso con un tiempo de 5h53:04 y logró una importante renta sobre Marinelli, ahora segundo en la general (65h01:19 y 65h05:28). Bartali era décimo y Coppi, décimo octavo, aunque este último recuperó su condición de favorito a las puertas de las etapas de montaña.

Victoria final de Coppi

Magni retuvo el maillot amarillo otras cinco jornadas. En la etapa con salida en Pau, en pleno puerto, un espectador arrojó a Gino Bartali una botella de cristal que le impactó en el rostro. La agresión provocó su caída e hizo que permaneciera conmocionado durante unos instantes, perdiendo dos minutos con respecto al grupo principal. El italiano, no obstante, logró sobreponerse a este altercado.

El 18 de julio, Bartali, que aquel día cumplía 35 años, se adjudicó la etapa y se regaló el liderato, aunque no pudo disfrutarlo mucho tiempo. Coppi se impuso en la siguiente jornada y le arrebató la primera plaza de la clasificación general. Il Campionissimo conservó el primer puesto los cuatro días posteriores, hasta el final del Tour, ganó una tercera etapa –contrarreloj– y conquistó por primera vez la ronda gala. En la clasificación final, Coppi aventajó en diez minutos y 55 segundos a Bartali, segundo clasificado, y Marinelli completó el podio a más de 25 minutos.

Tres años después, en 1952, Coppi ganó su segundo Tour, y lo hizo de nuevo tras haber conquistado previamente el Giro. Hubo que esperar mucho más tiempo, hasta 1992, para que Donostia volviera a acoger otra etapa. Pero eso ya es otra historia.