Valencia tras el desastre: del vacío a la indignación
Miles de vecinos se unieron para reparar los daños ante la falta de apoyo oficial
Calles arrasadas, vehículos amontonados, edificios destruidos. Así amaneció la provincia de Valencia el 30 de octubre, horas después de la riada que cambió por completo el paisaje urbano y rural de la región.
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A medida que avanzaba la mañana, los servicios de emergencia fueron confirmando los primeros fallecimientos. El número de víctimas aumentó con cada rescate en las poblaciones y en los barrios anegados por las lluvias. Solo en la localidad de La Torre, durante la mañana del 31, los equipos recuperaron ocho cuerpos del interior de un aparcamiento inundado. Las autoridades hablaron ya de cientos de muertos y de decenas de desaparecidos.
Mientras tanto, sobre el terreno, se multiplicaron las tareas de rescate y limpieza. Los bomberos, los efectivos de Protección Civil y las fuerzas de seguridad trabajaron sin descanso entre los escombros. A ellos se sumaron organizaciones humanitarias y centenares de voluntarios que canalizaron la ayuda a los damnificados. La falta de coordinación entre administraciones complicó los primeros días, y varios ayuntamientos pidieron a la ciudadanía que no enviara más suministros sin información precisa sobre las necesidades reales.
Reconstrucción
El 1 de noviembre, la cifra de muertos superó los 200, con bastantes zonas inaccesibles en las localidades afectadas. La falta de suministro eléctrico y de agua potable agravó las condiciones en numerosos barrios.
Dos días después, el 3 de noviembre, el presidente Pedro Sánchez, el jefe del Ejecutivo autonómico y los reyes, Felipe VI y Letizia, visitaron la localidad de Paiporta, una de las más afectadas. La visita, pensada como un gesto institucional de apoyo, transcurrió entre fuertes medidas de seguridad y un clima de tensión. Vecinos y afectados lanzaron barro y otros objetos contundentes a la vez que increpaban a la comitiva. “Nos hemos quedado sin nada y nadie ha hecho nada por evitarlo”, gritó un ciudadano presente en el acto. La gestión de la catástrofe abrió una brecha política y social entre el Gobierno central y la Generalitat, con acusaciones cruzadas sobre la lentitud y la falta de previsión.
En los días posteriores, del 4 al 7 de noviembre, las autoridades activaron el mayor dispositivo de rescate y reconstrucción desplegado en el Estado español durante la democracia: más de 7.000 militares, 10.000 agentes policiales adicionales y un barco de las Fuerzas Armadas. A ellos se sumaron equipos internacionales especializados en rescate, ingeniería e infraestructuras.
El desastre también dejó miles de animales domésticos y de granja muertos o desaparecidos. Asociaciones y voluntarios trabajaron para rescatar a los que sobrevivieron y recuperar los cuerpos de aquellos que no lo lograron.
Ayudas extraordinarias
La Generalitat solicitó al Gobierno central un paquete extraordinario de ayudAas para paliar los daños materiales y económicos ocasionados por la dana. Unos días más tarde, el Consejo de Ministros aprobó una partida de más de 10.500 millones de euros destinada a la reconstrucción de las zonas devastadas, la reparación de infraestructuras y el apoyo a las familias y empresas afectadas.
La reconstrucción se presentó lenta, y la herida, profunda. Los últimos días de octubre marcaron para siempre la memoria colectiva de los valencianos. Una fecha que permanece como símbolo de destrucción, pero también de resistencia ante la fuerza implacable de la naturaleza.
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