La construcción es un sector exigente, en constante transformación, que requiere adaptarse a los retos tecnológicos y a las demandas de sostenibilidad. Pocas empresas han sabido mantenerse firmes y, al mismo tiempo, evolucionar como lo ha hecho Iparragirre Eraikuntza Lanak, compañía guipuzcoana que este año celebra su 75 aniversario. Con sede en Idiazabal, la firma goierritarra se ha consolidado como un referente en obra civil, rehabilitación y edificación.
“Hemos conseguido mantenernos y ser punta de lanza en un sector especialmente exigente, gracias a la fidelidad a nuestro legado familiar y a la apuesta por innovar”, resume su presidente, Pedro Iparragirre. Esta doble mirada ha permitido a la empresa crecer de manera constante en los últimos años. Los datos así lo confirman: si en 2022 superaba los 10 millones de facturación, en 2024 alcanzó los 15,7 millones, con una plantilla cercana al medio centenar de profesionales.
Un centro innovador
La mirada al futuro está marcada por la digitalización y la industrialización de procesos, y la compañía ha dado un paso clave con la creación de un nuevo centro especializado en tecnologías aplicadas a la construcción, ubicado también en Idiazabal. Este espacio integra herramientas punteras como drones, escáneres 3D, captura avanzada de datos, sistemas BIM y simulaciones digitales.
“El objetivo es mejorar la capacidad para planificar y ejecutar obras con más precisión, rapidez y sostenibilidad”, explica Pedro Iparragirre. Y para ello, especifican, “la clave es unificar lenguajes a la hora de producir, con el objetivo de transformar la manera de diseñar y llevar a cabo cada proyecto”.
Industrialización aplicada a la rehabilitación
Si bien la industrialización a menudo ha estado asociada a la producción en masa, en el caso de Iparragirre su aplicación está enfocada a adaptarse a las especifidades de cada obra. “Cada edificio es único, y eso obliga a adaptar el enfoque a la singularidad de cada intervención”, puntualiza el presidente.
La clave está en organizar los procesos de manera más racional, anticipada y controlada. Se fabrican elementos en entornos especializados que luego se ensamblan en obra, lo que permite sistematizar tareas, reducir errores y acortar plazos.
Este método resulta especialmente relevante en proyectos de rehabilitación, donde la precisión, la eficiencia y la capacidad de adaptación son fundamentales. Se trata de una labor meticulosa porque “no consiste solo en trasladar producción fuera del entorno tradicional, sino de concebir cada proyecto desde una lógica industrial y colaborativa, incluso en intervenciones de alta exigencia técnica”, detalla Iparragirre.
Proyectos exigentes
La proyección de Iparragirre se refleja en obras que muestran la capacidad de la empresa para afrontar proyectos exigentes. Entre las más recientes destacan la ampliación del museo romano de Irun o la rehabilitación del Palacio Zarautz, en Getaria, galardonada con el premio a la Mejor Rehabilitación por el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.
Con una sólida trayectoria y un nuevo centro especializado en marcha, Iparragirre demuestra que tradición e innovación no son caminos opuestos, sino complementarios. Y es que ha sabido abrir la puerta a un futuro en el que la industrialización y la digitalización serán palancas decisivas para afrontar los retos del sector.