La nao ‘San Juan’ se botará tras el verano y se terminará de construir en el mar
El interior de la embarcación ya está abierto al público y a lo largo de este año se instalarán los mástiles y las velas
La nao San Juan está cada vez más cerca de llegar al mar y, desde este viernes, los visitantes que acudan a Albaola Itsas Kultur Faktoriapueden descubrir los secretos de su interior, hasta ahora espacio reservado solo para los trabajadores. De este modo, el plazo para su botadura se acerca, aunque habrá que esperar todavía hasta después del verano, aún, eso sí, sin fecha oficial, a falta de cuadrar las agendas de todas las instituciones que han apoyado su construcción, incluidas las canadienses. Una vez en el agua, se instalarán los diferentes elementos de navegación, como mástiles y velas, y se añadirá el resto de complementos decorativos del siglo XVI antes de la travesía programada para 2027.
Albaola ofrece visitar el interior de la nao San Juan desde este viernes
Más de una década después de comenzar su construcción, la nao San Juan está “casi acabada”. Así lo asegura Xabier Agote, responsable de Albaola, indicando que la botadura del barco será “en cualquier momento” después del verano. “Solo nos falta embrear el barco, que es, sobre todo, por fuera”, apunta desde el interior de esta réplica, “extremadamente fiel”, de un navío del siglo XVI. “La fecha está todavía sin fijar porque hay que concitar las agendas de toda la gente que nos ha apoyado y nos ha acompañado, e incluso hay interés desde Canadá por venir”, agrega.
Una vez la nao San Juan esté sobre la bahía de Pasaia, arrancará una nueva fase en su construcción con la instalación de todos los elementos inherentes a la navegación, como los mástiles y las velas, que se harán de manera artesanal con los mismos materiales de la embarcación original. El nivel de detalle es tal, que incluso las anclas serán forjadas en la propio Albaola, algo “único” en lo que se refiere a barcos históricos como este.
El próximo año será el turno, por lo tanto, de añadir todos aquellos elementos decorativos del navío, que serán los mismos que tenía este barco mercante hace casi 500 años. Entre ellos, habrá barricas del siglo XVI, “algo diferentes a las actuales”, txalupas balleneras, arpones y hasta calderos de cobre similares a los que se utilizaban para fundir la grasa de la ballena. La ropa de los marineros que viajen en la travesía hasta la costa canadiense dentro de dos años tampoco se quedarán atrás, ya que vestirán la misma que se realizaba en aquel entonces.
“Tenemos el privilegio de ser los testigos de este barco, que es un documento de nuestra historia”
Todo este trabajo se llevará a cabo al mismo tiempo que continuarán unas visitas que, desde este viernes, permiten conocer el interior del galeón gracias a dos pases diarios (a las 18.00 y a las 18.30 horas) de martes a domingo. Para ello, eso sí, es necesario reservar previamente a través de la página web de Albaola.
Vida en las cubiertas
“Tenemos el privilegio de ser testigos de este barco, que es un documento”, asegura emocionado Agote, ideario de este proyecto que imaginó por primera vez allá por 1985, cuando llegó a sus manos el número de National Geographic que daba cuenta en su portada del hallazgo de este navío vasco frente a las costas de Canadá. “Había decidido aprender el oficio de carpintero de ribera en un momento en el que nadie quería barcos de madera”, rememora.
Cuatro décadas después, su sueño está cada vez más cerca de hacerse realidad. “Es un barco mercante, no ballenero, pero tiene unas pequeñas modificaciones que se adaptan más a la caza de la ballena”, indica sobre una embarcación que podía transportar por toda Europa desde hierro hasta lana de Castilla, un producto muy cotizado por aquel entonces. “Podía haber sido incluso un barco bacaladero, porque había expediciones que iban solo a por bacalao, y también había mixtas, que iban a por ballenas y a por bacalao, pero este es puramente ballenero y se encontraba en el puerto más importante de Canadá, que es Red Bay”, recuerda.
Como barco mercante, su interior se reservaba casi únicamente para el traslado de mercancías. En este caso, la nao San Juanpodía trasladar entre 900 y 1.000 barriles dispuestos en dos pisos. “Los marineros hacían la vida a cubierta y el timonel también estaba arriba, pero sin rueda, ya que era un palo, así como el cabrestante”, explica Agote sobre unos elementos que se instalarán sobre el barco una vez se bote. Detrás de ellos se encontraban las cocinas, también por construir, y entre ellos dos espacios para que durmiesen diez hombres en cada lado. “Había como 60 tripulantes, por lo que se turnaban en tres turnos”, agrega.
Centro tecnológico
Todo este conocimiento del navío solo ha sido posible gracias al excelente estado en el que se encontraba el original al ser descubierto. “Es el barco transoceánico del siglo XVI mejor conservado del mundo, y con diferencia”, exclama el responsable de Albaola sobre una embarcación que naufragó en 1565 en el litoral, a tan solo diez metros del fondo y en una zona protegida. Durante ocho veranos, los arqueólogos canadienses fueron sacando las 3.000 piezas que forman el barco y las fueron dibujando a mano con el objetivo de conocer más sobre estas construcciones.
“No sabíamos cómo eran las características de estos barcos hasta que lo encontraron. La costa vasca era el centro tecnológico más adelantado del mundo y eso es algo muy importante que nos tenemos que creer, porque lo habíamos olvidado”, señala Agote, que pone en valor también que los vascos fueron los primeros en crear un centro de navegación oceánica en la historia (el Colegio de Pilotos Vizcainos de Cádiz) y su especialización en la caza de las ballenas. “No es que fueran los mejores, sino que eran los únicos a escala industrial. Desarrollaron una industria única y eran los únicos proveedores del aceite de ballena en los mercados europeos”, apunta sobre una labor que les llevó hasta “los lugares más remotos”, como Canadá, Groenlandia o Islandia, sin cartas náuticas, GPS o radios. “Iban con su instinto y su valor”, indica.
No obstante, para poder replicar toda esa labor no solo ha hecho falta investigar la nao San Juan original, sino también formar a trabajadores para su construcción. “Lo difícil de este proyecto no ha sido hacer el barco, sino hacer el barco desde la nada. La intencionalidad de Albaola es recuperar un pasado absolutamente brillante de Euskadi en un contexto en el que todo se ha perdido”, asevera.
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