La secta católica ultra que se expande por Tierra Estella
La fundación Maestro Ávila se instaló en Arguiñano (Guesálaz) en 2009 y está liderada por un cura excomulgado por la Iglesia
El Ayuntamiento de Abárzuza (Tierra Estella) vendió a principios de este año el antiguo colegio e internado de Andéraz, deshabitado desde 2019, con el objetivo de hacer crecer a la zona, especialmente afectada por la despoblación. Fue un grupo inversor riojano –Sociedad de Investigación y Estudios Generales (SEIG)– quien compró mediante subasta pública el antiguo centro, que fue gestionado durante 97 años por las Hermanas Escolapias, por un valor de 700.000 euros, tal y como consta en el pliego de condiciones aprobado por el Ayuntamiento de Abárzuza el 10 de diciembre de 2024.
La adjudicación, según se recoge en el Portal de Contratación del Gobierno de Navarra, se produjo el 8 de febrero de este año y en un principio se barajaban distintos usos para el antiguo internado: residencia turística, centro de mayores e incluso la construcción de viviendas. Sin embargo, medio año después, las sospechas de los vecinos de los valles de Yerri y Guesálaz señalan a que el antiguo colegio ha caído en manos de “una especie de secta” católica de ultraderecha, que lleva años instalada en Tierra Estella, donde se ha hecho con varios inmuebles. La entidad a la que apuntan los vecinos es la Fundación Maestro Ávila, una institución con presencia en la zona al menos desde junio de 2009, cuando el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba su inscripción en el Registro de Fundaciones con domicilio en una vivienda de Arguiñano (Guesálaz).
Temor en Navarra por el avance de una secta ultra
Ese es el centro neurálgico de este grupo religioso de extrema derecha, que reniega de la actual Iglesia Católica y que convirtió el inmueble en un centro educativo al que acuden “decenas de niños y niñas y donde se celebran desde paradas militares hasta misas tradicionalistas algunos domingos”, aseguran algunos vecinos de Guesálaz. No obstante, la actividad de ese centro, según un informe de Educación de 2016, no cumplía con la normativa educativa, por lo que a los menores que acudían a él no los consideraba como escolarizados.
En el acta del Ayuntamiento del Valle de Guesálaz del 16 de marzo de 2016 se recoge el siguiente párrafo: “Se informa de que el Gobierno de Navarra, a través de el Departamento de Educación, ha realizado un informe técnico de la inspección solicitada por el Ayuntamiento de Guesálaz a petición del Concejo de Arguiñano, sobre la legalidad o no del centro educativo existente en Arguiñano, en la Fundación Maestro Ávila, en el que se establece que no se pueden considerar escolarizados conforme a la legislación vigente y que se ha solicitado informe a la Sección de Protección de la familia del Gobierno de Navarra”. Sin embargo, el alcalde de Guesálaz, Juan Antonio Urra, señaló a este periódico que el colegio de la fundación sigue en funcionamiento porque “el Gobierno foral no debió encontrar motivos para paralizar su actividad”.
Tras la compra por parte del grupo inversor riojano del internado de Andéraz, que parece haber caído en manos de la Fundación Maestro Ávila, el temor de los vecinos es que se convierta en una nueva sede del grupo desde la que expandir su congregación. “Hemos visto en el colegio de Andéraz a los mismos que están al frente de la fundación y que tienen más de 20 casas en la zona, impidiéndonos pasar por los caminos de Azcona e Iruñuela por donde siempre habíamos pasado”, han apuntado algunos vecinos. El Ayuntamiento asegura no tener información sobre una nueva venta del enclave, por lo que el edificio seguiría siendo de la misma sociedad que inicialmente lo compró.
Ls líderes de la fundación
Pero, ¿quién está detrás de esta fundación ultra? Pues según se recoge en la publicación del BOE, el mismo día en el que se constituyó “los miembros del Patronato acordaron otorgar poderes a favor de don Jesús Alfaro Rivero, don Camilo Menéndez Piñar y doña Inmaculada Lupión Romero”. Alfaro, quien sería el líder de la fundación, es un sacerdote que fue excomulgado por el obispo de Cuenca en 2008 por sus postulados sedevacantistas, una corriente que reniega de la actual Iglesia Católica y que no reconoce la autoridad de ningún Papa posterior al Concilio Vaticano II (celebrado entre 1962 y 1965), en el que la Iglesia trató de modernizar y actualizar su doctrina y prácticas.
Esta rama del catolicismo ultra defiende los postulados más puristas y considera que el puesto del pontífice está vacante desde Juan XXIII. En otras palabras, no reconocen a Pablo VI, a Juan Pablo I, a Juan Pablo II, a Benedicto XVI, a Francisco I, ni al actual papa León XIV. Un año después de su expulsión de la Iglesia creó la Fundación Maestro Ávila, que se asentó en Arguiñano, aunque su labor de adoctrinamiento se remonta décadas atrás, cuando instruyó a varios sacerdotes acólitos, entre ellos a Pablo de Rojas Sánchez-Franco, fundador de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, congregación a la que se unieron las monjas clarisas que se atrincheraron en el convento de Belorado el año pasado, hechos por los que están siendo juzgadas en la actualidad.
Según se explica en la propia página web de la Pía Unión, Pablo de Rojas fue “mano derecha, secretario personal y uno de los mejores alumnos” que tuvo Alfaro Rivero en la Casa de Formación que abrió en Bizkaia. “Jesús era muy exigente en los estudios y exigía además de la carrera eclesiástica una licenciatura universitaria en cualquier materia civil, ya que la asistencia a las Universidades Pontificias les estaban vetadas, pero dadas las herejías que enseñan y el poco nivel que hay en las mismas es de agradecer que no puedan ir a ellas”, señala la web.
Otra de las cabezas visibles de la fundación es Camilo Menéndez Piñar, un empresario que es nieto, por parte de padre, de Camilo Menéndez Vives, un militar que participó en el intento de golpe de Estado del 23-F; y, por parte de madre, de Blas Piñar, fundador de Fuerza Nueva, uno de los partidos referentes de la extrema derecha durante la transición.
La Fundación Maestro Ávila ya intentó en 2010 hacerse con el antiguo sanatorio de Agramonte, en Tarazona (Zaragoza), con la intención inicial de convertirlo en un centro sociosanitario para personas mayores, aunque también proponía “reservar parte de las instalaciones a actividades de estudio e investigación”. En un principio, el Ayuntamiento de Tarazona vio con buenos ojos la idea de rehabilitar el edificio en ruinas, sin embargo, en enero de 2011 se paralizó debido a la oposición que despertó en la localidad “la dudosa trayectoria personal y profesional de los impulsores”, tal y como publicó en su día El Periódico de Aragón.
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