Madrid – El uso de las pantallas en verano se dispara y los expertos avisan del peligro de adicción en esta época del año, cuando el uso del móvil crece un 30% y en un momento en el que la inteligencia artificial (IA) está en pleno desembarco y ofrece un “amigo” disponible las 24 horas del día. “Sin duda es el momento que más facilita el uso abusivo y el desarrollo de problemas asociados a este, y más este verano que tendremos a miles de adolescentes consultando por primera vez a ChatGPT, un compañero que intentará ganarse su confianza”, señala el director del Observatorio para la Promoción del Uso Saludable de la Tecnología EducaLIKE, Guillermo Cánovas.
Cánovas alerta del incremento del estrés digital en verano, que puede desembocar en una sobrecarga cognitiva en el cerebro, difícil luego de estabilizar durante el curso, ya que se “entrena al cerebro” a trabajar con muchos estímulos y se genera una especie de adicción a la “multitarea” que es falsa y que impide la concentración y solo favorece la memoria a corto plazo. El cerebro pierde hasta un 40% de tiempo cada vez que vuelve a la actividad que dejó suspendida y los errores en procesos mentales se incrementan el 50%.
Dependencia
“En verano todos nos relajamos y las tecnológicas se vuelven más persuasivas. La relajación de algunos es la oportunidad para otros y no debemos bajar la guardia”, incide el catedrático de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Manuel Armayones, que coincide en que la IA “tiene muchos visos de incrementar el estrés digital en los jóvenes”. De hecho tras el periodo estival, aumentan las derivaciones por alteraciones en el ritmo de sueño, desregulación emocional, conductas impulsivas y pérdida de hábitos atencionales, todo ello vinculado a un uso desmedido y no supervisado de dispositivos electrónicos, explica Irene López, psicóloga y directora del centro de Madrid anda CONMiGO.
Los expertos consultados señalan el peligro de los algoritmos que, en el caso de la inteligencia artificial, tienen ya carga emocional y pueden provocar que un joven se enamorare de un bot o “tenga un amigo invisible, que le da la razón en todo”. “Los bot conversacionales pueden acabar generando una dependencia aún mayor porque son prescriptores de cosas que comprar o que hacer”, avisa Armayones, que advierte de que con la IA generativa “la gente establece incluso relaciones terapéuticas, como ir al psicólogo”. Advierte sobre el “mono psicológico del móvil” que puede tener el adolescente tras una relación más estrecha y no regulada en verano.