Pensar que estamos ante una máquina que en ese mismo instante está realizando millones de operaciones para desarrolladores que se sientan al otro de lado del su ordenador, en cualquier lugar del mundo, asombra. El superordenador cuántico está acostumbrado a trabajar bajo miradas curiosas sin inmutarse. 365 días al año, las 24 horas: sólo necesita refugio dentro de una estructura que mantiene el procesador a 273 grados centígrados bajo cero, el cero absoluto, con “sistemas de alimentación y de seguridad por duplicado y triplicado”, para que un apagón como el que sufrimos el pasado mes de mayo no provoque daños “traumáticos”. Y sobre una plataforma de varias toneladas que es una pura obra de ingeniería, y que ya ha demostrado permitir que allí no se mueva ni una partícula fuera de su sitio, aunque se produzca un terremoto de 4,6 grados en la escala Richter.

El GRUPO NOTICIAS ha formado parte de la delegación vasca que acaba de visitar esta semana las instalaciones de IBM en el Estado de Nueva York, en EEUU. La multinacional norteamericana está logrando desarrollar una cultura cuántica importante en el valle del río Hudson, donde se cuece todo. Dicen que es como una especie de Silicon Valley de la costa Este. La visita está encabezada por el viceconsejero de Ciencia e Innovación, Adolfo Morais, y el gerente de Ikerbasque, Miguel ágel Arocena.

El Rensselaer Polytechnic Institute (RPI), situado en la ciudad neoyorkina de Troy, al norte de New York City, es un buen ejemplo de lo que puede suponer la llegada del superordenador cuántico a Euskadi. Fue la primera universidad del mundo que instaló y puso en marcha (abril de 2024) un ordenador cuántico IBM System One, una máquina más limitada que el System Two (el que vendrá a Donostia) a la hora de acoger futuras ampliaciones, pero que permite igualmente trabajar con algoritmos cuánticos reales y realiza simulaciones y cálculos que no podrían ejecutar los ordenadores clásicos más potentes.

Y ahora, en ese mismo centro en el que en su día estudiaron el creador del correo electrónico, Raymond Tomlinsos, y el astronauta de la nave espacial Apollo 13 Jack Swigert, el 15% de los matriculados en el último año reconocen haber elegido esta universidad por la presencia del ordenador cuántico de IBM. Es el mismo motivo que atrae el 80% de las visitas, según explican los rseponsables del centro.

La conclusión es clara: “El ordenador cuántico es un imán tremendo”, señala el gerente de Ikerbasque, Miguel Ángel Arocena.

El Ressenlaer Polytechnic institute no es una universidad cualquiera. Está entre las 70 con mayor reputación en una lista de casi 4.600 que hay en todo EEUU. Allí, sus 6.200 estudiantes de grado y 1.200 de posgrado pueden visitar y ver el System One, que se encuentra ubicado en una iglesia situada dentro del campus, con acceso libre. “Sienten que la máquina es suya, y tienen acceso a ella cuando lo deseen, siempre y cuando trabajen con uno de los miembros de la nuestra facultad”, asegura Jeff Miner, el encargado de dirigir la visita.

Pero esa cultura cuántica del valle del Hudson se expande río abajo y llega hasta la propia Nueva York, donde en pleno Madison Avenue, visitamos el IBM Innovation Studio. Allí entendemos que la computación convencional, la cuántica y la Inteligencia Artificial (IA) ya son parte del mismo equipo y se ayudan mutuamente en su desarrollo.

Cuántica e IA, aliados en NYC

En este centro nos muestran una ciudad virtual. Se trata de una “activación basada en Inteligencia Artificial (IA), que lo que hace es tener sensorizada toda una ciudad, y mide y captura datos de diferentes situaciones climatológicas, de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), de tráfico de personas, de calentamiento, etcétera. Y con eso, trata de aplicar modelos de IA que describen las zonas con más polución, mayores temperaturas y más tráfico, para finalmente establecer relaciones entre toda esa información y realizar predicciones y plantear soluciones para la mejora”, nos explican.

Más llamativo resulta otro proyecto conjunto entre la NASA e IBM, y que “ya es comercial” y se ofrece a clientes. “Fundamentalmente, lo que hemos hecho ha sido coger las imágenes que los satélites que la NASA han ido recabando en cinco décadas. Esas imágenes siempre han estado ahí, pero no habíamos dado en el clavo de cómo procesarlas”, hasta que la cuántica entró en el tablero de juego, explica Mikel Díez, directivo de IBM.

Se empezó con dicho proyecto “hace dos años”, y aunque “no somos capaces de predecir el tiempo todavía, sí podemos identificar dónde hay movimiento de tierras, retroceso de las playas o pérdidas de masa forestal. También estamos tratando de ver con imágenes si hay especies invasoras; podemos predecir si se van a anegar ciertas carreteras en caso de grandes precipitaciones y cómo eso puede afectar a los equipos de rescate; incluso estamos analizando cómo limpiar de las fotos las nubes y hacer que veamos lo de abajo en días nublados”, añade este experto de IBM.

Con estas tecnologías se puede señalar también cuál es la configuración idónea a la hora de colocar molinos de viento en un parque eólico, lo que ayudaría a disminuir las averías y roturas que provocan la estela de las propias hélices a los molinos cercanos. “Estamos haciendo cosas en industrias como Iberdrola, con Gestamp en automoción”, explica Díez.