Explorando nuevos caminos que den paso a las ciudades del futuro
Mientras el mundo se urbaniza a una velocidad sin precedentes, los expertos apuestan por un nuevo modelo de ciudad que sea más sostenible, resiliente e inclusivo, y en el que la tencología tenga un papel destacado
Las ciudades ocupan apenas el 2% de la superficie total del planeta y, sin embargo, concentran a más de 4.000 millones de personas y consumen cerca del 70% de toda la energía que se produce en el mundo. En 1900 solo el 13% de la humanidad vivía en entornos urbanos. Hoy lo hace más de la mitad. Y para 2050, se espera que esa cifra se acerque al 70%.
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Esta urbanización masiva está reconfigurando el mundo a un ritmo vertiginoso. Las ciudades ya no son solo espacios físicos formados por cemento y tráfico; son organismos vivos que respiran al compás de quienes las habitan y la intrincada red de relaciones que establecen entre sí. Su latido no solo revela cómo vivimos, sino quiénes somos como sociedad.
¿Cómo serán las ciudades del futuro?
¿Cómo serán las urbes que habitaremos dentro de diez o veinte años? ¿Cómo deberían ser? Son las preguntas a las que han tratado de dar respuesta cerca de 40 expertos en el Foro 2030 HiriGunea, organizado por la Universidad de Deusto el 2 y 3 de junio con motivo del décimo aniversario de la Duesto cities Katedra.
No hay una única visión, pero sí un consenso creciente: las urbes serán el principal campo de batalla frente a los grandes desafíos del siglo XXI. Por lo tanto, no se trata solo de construir infraestructuras sostenibles, digitalizar servicios o multiplicar las zonas verdes. Hay que redefinir el contrato social urbano: quiénes tienen derecho a la ciudad, cómo se reparten el espacio y los recursos, qué papel juegan la innovación, la inclusión o la participación ciudadana... También hay que ver cómo evitamos que las ciudades agraven las desigualdades y expulsen a quienes no encajan en sus lógicas de mercado.
El cambio climático ha puesto en entredicho la viabilidad del modelo de crecimiento que hemos seguido durante las últimas décadas. Nuestro estilo de vida, tal como lo conocemos, necesita una profunda revisión. En paralelo, la irrupción de la tecnología digital ha provocado una transformación radical en todos los ámbitos, incluida la forma en que habitamos y organizamos las ciudades.
Ciudades inteligentes
En este contexto, las llamadas ciudades inteligentes han comenzado a aplicar herramientas digitales y sistemas avanzados con el fin de impulsar un desarrollo más equilibrado, eficiente y respetuoso con el entorno natural. Pero ¿en qué consiste?
"La tecnología nos ayuda a comprender la ciudad en su totalidad y a tomar decisiones más ajustadas a la realidad"
Estas urbes se perfilan como espacios autosuficientes en términos energéticos, gracias al uso extendido de fuentes renovables, redes eléctricas adaptativas y sistemas de gestión de residuos capaces de responder en tiempo real a las necesidades del entorno.
“Gracias a modelos predictivos y simulaciones, podemos anticipar el impacto de las decisiones urbanas antes de implementarlas. Además, la tecnología nos ayuda a comprender la ciudad en su totalidad y a tomar decisiones más ajustadas a la realidad”, reconoce Patricia Molina, directora del Área de Ciudad, Territorio y Medio Ambiente de Tecnalia.
Tecnalia trabaja ya con localidades como Bilbao, Gasteiz o Durango en procesos de transición energética y adaptación climática. Uno de los cambios más prometedores, asegura Patricia, son las comunidades energéticas locales. “No se trata de cuánta energía consume cada uno, sino de generar modelos colectivos. Un polideportivo, por ejemplo, puede liderar una instalación solar que alimente a toda una comunidad”.
Molina recuerda, además, que toda tecnología necesita tiempo y regulación. “Cuando aparecieron los coches nadie pensó que harían falta permisos para conducir. Pero luego, entendimos las consecuencias. Con la tecnología urbana debe pasar lo mismo. Hay hay que reflexionar antes de actuar”.
La lucha contra el cambio climático ha llevado a Europa a apostar por nuevas estrategias para lograr entornos más sostenibles. Una de ellas ha sido premiar con su etiqueta de misión climática a diez ciudades del continente. Gasteiz forma parte de ese reducido grupo junto a Madrid, Valencia, Valladolid y Zaragoza.
“Se han elegido ciudades que trabajan desde lo local, con acuerdos con diferentes agentes del propio territorio», explica Nerea Aranbarri. de Climate KIC. El objetivo es conseguir la descarbonización para el año 2030. “Se trata de un reto ambicioso y muy difícil, pero ahí está”, añade.
Esta etiqueta reconoce precisamente ese esfuerzo compartido, en un contexto en el que “conocemos más el problema y estamos algo más concienciados, pero falta asumir la responsabilidad que implica”.
En este sentido, Aranbarri asegura que implantar nuevos hábitos, por muy sostenibles que sean, requiere de tiempo y esfuerzo: “En Gasteiz, había bicicletas públicas y carriles bici, pero casi nadie las usaba. No había hábito. Fue necesario promover su uso”.
Apuesta por la sostenibilidad
Desde hace casi dos décadas, el equipo de Pez estudio trabaja sin descanso para imaginar y construir un modelo urbano diferente. Se trata de la ciudad biótica, un lugar en el que la ecología, el feminismo, la colaboración y la creatividad sean los pilares sobre los que se levanta cada calle, cada parque y cada vivienda.
Su trabajo va mucho más allá del diseño: es una reflexión profunda sobre el momento que vivimos y una apuesta decidida por cambiar el rumbo. En plena crisis ecológica y social, defienden la actuación conjunta en la construcción de los entornos urbanos, la necesidad de integrar a las personas que llegan de otros lugares, y el desarrollo de espacios que cuiden no solo el cuerpo, sino también la mente. “Para que las personas vivamos bien, es muy importante hacerlo en armonía con el medioambiente”, dice Elisa de los Reye, cofundadora de Pez estudio.
“Queremos cambiar la estética urbana, alejándonos de iconos metálicos como el Guggenheim, que dejan una enorme huella ecológica, y utilizar materiales sostenibles”
El barrio bilbaíno de Uretamendi se ha convertido en su laboratorio. Allí colaboran con el Ayuntamiento en un proceso de regeneración urbana que pone el foco en el espacio público. “Si tu casa es pequeña o precaria, el espacio público se convierte en tu refugio, el lugar en el que puedes mejorar tu vida”, defiende.
Además del trabajo en el barrio, están desarrollando un manual de regeneración ecosocial aplicable a otras ciudades. “Queremos cambiar la estética urbana, alejándonos de iconos metálicos como el Guggenheim, que dejan una enorme huella ecológica, y utilizar materiales sostenibles”, sostiene Elisa.
En un momento en el que la falta de vivienda asequible se ha convertido en un problema, Kabian —iniciativa impulsada por Urbanbat, Straddle3 y Peñascal kooperatiba— surge como una solución innovadora. Su apuesta se basa en industrializar la construcción con madera para producir vivienda asequible en los centros urbanos.
Lejos del modelo expansivo que desplaza a la población hacia la periferia, Kabian propone crecer hacia arriba, añadiendo módulos prefabricados, ligeros y sostenibles, a edificios ya existentes. Su estrategia evita las grandes promociones controladas por grandes constructoras y apuesta por intervenciones pequeñas, segmentadas y económicamente viables para distintos agentes, capaces de reactivar el tejido económico local.
Gracias a grupo de estudiantes de un taller de formación del barrio del Peñascal, en Bilbao, se ha creado un prototipo de este modelo de vivienda, el cual se presentará el 26 y 27 de junio.
“No debería ser solo la gente adinerada la que habite el centro de las ciudades; todos tenemos derecho a disfrutar de esa calidad de vida. Por eso creemos que este tipo de promociones, aunque a pequeña escala, tienen mucho sentido”, plantea Arrate Presilla, de Urbanbat. Esta imagen resume la filosofía de Kabian: generar vivienda asequible en el centro y romper con la segregación residencial que condena a muchos a vivir lejos de las oportunidades que solo ofrece la centralidad.
“Hay que pensar qué tipo de ciudades y de sociedad queremos, y qué hacer con la inmigración"
Inmigración e inclusión
La inmigración es otro de los grandes retos a los que nos enfrentamos. La llegada masiva de personas migrantes obliga a repensar la estructura y el funcionamiento de las ciudades. Xabier Aierdi, presidente de Begirune Fundazioa, advierte: “Hay que pensar qué tipo de ciudades y de sociedad queremos y qué hacemos con esta cuestión. ¿Dónde van a vivir los inmigrantes? ¿De qué servicios van a disponer? Porque en algún lugar tendrán que alojarse”.
Para Aierdi, no hay todavía un plan serio para afrontar este reto. “Pido es que haya seriedad y mucha sensatez. Que todos los que tengan algo que decir participen en la toma de decisiones sobre estos nuevos procesos de urbanización”, subraya. Porque el riesgo es evidente: sin una integración adecuada y accesible, “nos estaremos pegando un tiro en los pies”, advierte Aierdi, señalando que una inserción laboral precaria o una falta de acceso a la vivienda puede minar cualquier intento de cohesión social.
Las ciudades del futuro deberán, por tanto, esforzarse para convertirse en lugares más atractivos y habitables para una mejor calidad de vida. Espacios que respondan a las necesidades de sus ciudadanos, centrándose en ofrecer lo que las generaciones futuras esperan.
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