La demanda de servicios de atención a menores no cesa en Gipuzkoa. La Diputación ha recibido durante el último año un total de 872 notificaciones de desprotección infantil en las que están implicados 847 niños y niñas repartidas en 639 familias. Se trata de 72 casos cada mes, más de dos al día. Los conflictos familiares disparan la necesidad de hacer uso de los recursos forales, y también aumenta el tiempo de intervención que requieren los menores para sanar las heridas, lo que está generando mayores dificultades a la hora de absorber toda la demanda que llega al servicio.
Un total de 2.402 personas menores de edad han tenido abierto durante este pasado año expediente por el Servicio de Protección a la Infancia y Adolescencia. La Diputación constata la "aparición creciente de urgencias que se activan a partir de hechos estresantes y de alta intensidad" en el seno de las familias.
Una conflictividad en la que no faltan hechos violentos que acaban judicializándose y que llegan a forzar la salida de menores de edad de sus domicilios. Situaciones, en algunos casos, "muy cronificadas y de difícil reparación en el corto plazo", según recoge la memoria de actividad de 2024 del Departamento de Cuidados y Políticas Sociales.
Un total de 2.402 personas menores de edad han tenido abierto durante este pasado año expediente por el Servicio de Protección a la Infancia y Adolescencia
A este respecto, el 15 de abril del año pasado Gipuzkoa estrenó un novedoso proyecto, denominado Etxean, que trajo consigo la apertura de un nuevo centro de acogida de urgencia con diez plazas para menores con graves problemas familiares. El recurso residencial Gomistegi, ubicado en Donostia y gestionado por la Fundación Larratxo, trata de reconfigurar las relaciones dañadas a través de un programa "de alta intensidad y exigencia", que ofrece una alternativa de alojamiento. "La intervención se realiza tanto en el recurso residencial como en el propio hogar familiar y en el contexto natural de la persona menor de edad", según explica el departamento.
Conflictos familiares "recurrentes"
Un recurso foral más para dar respuesta a un volumen de actuaciones “elevado” en el que los conflictos de adolescentes con sus familiares son “recurrentes”. Casos que pueden acabar en comisaría con denuncias cruzadas entre padres e hijos, lo que en última instancia obliga a adoptar medidas de separación.
Durante este último año, según figura en la memoria, se han abierto además dos nuevos pisos con cinco plazas cada uno en Aretxabaleta y Beasain, y dos centros de urgencia, uno para Menores Extranjeros No acompañados (MENAs) en Donostia, con 20 plazas, y otro para menores autóctonos en Irun con 17 plazas.
A la hora contextualizar la conflictividad que se está viviendo en el seno de los hogares, la pandemia supuso, de algún modo, un punto de inflexión. A diferencia de lo que se preveía, no se dispararon las situaciones problemáticas derivadas de aquella convivencia tan estrecha y tensa. De hecho, la Diputación preparó recursos que no fueron necesarios con la intensidad prevista. Pero las cosas han ido cambiando en los últimos años, una vez dejadas atrás aquellas medidas restrictivas impuestas por una crisis sanitaria cuyas secuelas perduran.
“Nos empezamos a dar cuenta de que se estaba produciendo un aumento considerable de acogidas de urgencia de adolescentes que no conocíamos previamente”. Así lo reconocieron desde el Servicio de Protección a la Infancia y Adolescencia de la Diputación Foral de Gipuzkoa en una entrevista concedida a este periódico en julio del año pasado. Comenzaron a aflorar casos que no respondían al perfil habitual de familias de convivencia deteriorada que van dejando huella en los servicios sociales de base.
En concreto, se identificaron más de una treintena de acogidas de urgencia que respondían a un mismo patrón: chicas adolescentes con una denuncia cruzada, sea de los padres hacia ellas o a la inversa, lo que significaba la judicialización del caso. Nadie había dado la alerta previamente, hasta que la convivencia estallaba, y lo hacía con tal intensidad que prácticamente ninguna adolescente regresaba a casa.
Se impuso, según reconoce la Diputación, la necesidad de atender esos episodios de crisis de forma inmediata para recomponer lazos cuanto antes. En ese sentido, el Departamento de Cuidados y Políticas Sociales resalta la extraordinaria importancia de anticiparse.
Notificaciones desde varias vías
Al servicio foral de valoración y diagnóstico de la desprotección infantil llegan notificaciones por varias vías: organismos, profesionales, asociaciones, particulares y un largo etcétera. Un amplio radar que permite dar la voz de alerta cuando se considera que una persona menor se encuentra en situación de grave desprotección por parte de sus progenitores o responsables legales.
Una vez recibida esta notificación -según explica el departamento- se trata de “llevar a cabo un proceso de valoración dirigido a confirmar su veracidad, el nivel de gravedad, los problemas que pueden estar asociados a la situación de desprotección” y, finalmente, establecer la hoja de ruta.
A los servicios de intervención socioeducativa y psicosocial de la Diputación llegan casos un tanto desesperados. Hogares que “experimentan dificultades graves para la educación de sus hijos e hijas” y en los que se produce una situación de alto riesgo de desamparo. “Son familias en crisis, y se intenta evitar la separación familiar y promover el mantenimiento del menor en su entorno”, según recoge el departamento en la memoria, para lo cual se despliegan acciones dirigidas a mejorar la capacidad de los padres y madres o a complementar a éstos en las tareas de cuidado.
Estos servicios también se utilizan en aquellos casos en que, habiéndose adoptado una medida legal de separación, se considera oportuno trabajar con la familia y el niño, niña o adolescente acogido para poder reparar el daño y realizar la vuelta al domicilio familiar en las adecuadas condiciones.
Acogimiento familiar: modalidad de guarda prioritaria
El acogimiento familiar es la modalidad de guarda prioritaria, especialmente para niños y niñas por debajo de los seis años, lo que evita que tengan que ser acogidos en un recurso residencial y encuentren un entorno lo más normalizado, estable y socializador posible.
Al cierre de año había en Gipuzkoa 338 niños y niñas en acogimiento familiar y 74 jóvenes en el programa de emancipación. Durante 2024 un total de 449 menores han estado en acogimiento familiar y se han realizado un total de 53 con carácter de urgencia, junto a otra treintena en acogimiento familiar especializado.
En ocasiones se impone la necesidad de que los menores ingresen en un centro residencial. A este respecto, el número total de acogimientos realizados el año pasado en este tipo de recursos ascendió a 1.283. Fueron atendidos en ellos 807 menores, ya que un niño o niña, como consecuencia de la revisión continua de sus situaciones, puede pasar por varios recursos residenciales sucesivamente a lo largo del año.
Gipuzkoa cuenta con un equipo de trabajo encargado del seguimiento de la atención educativa que se ofrece a menores de edad y sus familias en estos recursos, llevando a cabo una evaluación constante del funcionamiento. Este servicio es gestionado por la cooperativa Horbel S. Coop y durante el año pasado se ofertaron 461 plazas de financiación foral distribuidas en 48 centros.
El acogimiento residencial se convierte así en una medida alternativa de guarda cuya finalidad es “ofrecer una atención integral a menores y adolescentes cuyas necesidades materiales, afectivas y educativas no pueden ser cubiertas en su propia familia”. Habitualmente tiene carácter temporal. Trata de orientarse o bien hacia el retorno a la familia biológica, o hacia medidas alternativas como el acogimiento familiar o la adopción, trabajando, “siempre que sea posible y no perjudicial para la persona menor de edad”, por mantener los vínculos familiares durante la estancia en acogimiento residencial.
Además, desde 2018 está en marcha el centro de día Erriberak con 18 plazas de financiación foral. Se trata de un centro de “alta intensidad y de carácter experimental” que ofrece un servicio diurno a adolescentes con tutela en situación de riesgo o exclusión social, que presentan dificultades en su funcionamiento personal, en la convivencia familiar y en su integración en el entorno donde viven. Este centro, con una marcada orientación terapéutica, atendió el año pasado a 22 personas menores, el 36% chicas.