Un acto tan sencillo como comer un huevo puede ser también un acto de compromiso. Es la propuesta de Euskaber, una cooperativa con sede en Zaldibia integrada por 38 baserritarras de todo Euskadi que crían gallinas en libertad y producen huevos con sello Eusko Label, bajo altos estándares de bienestar animal, sostenibilidad y economía de cercanía.

La actividad de Euskaber es una apuesta firme por la vida rural digna, la defensa de la identidad y el consumo consciente. “Somos lo que comemos. Literalmente. No es lo mismo consumir productos de calidad que no hacerlo. Pero no solo por salud. También es un tema de identidad”, constata Karmele Pikabea, gerente de Euskaber.

Huevos sanos, gallinas felices

Las gallinas de Euskaber viven durante el día al aire libre, en praderas con árboles frutales, y por la noche descansan en recintos diseñados para su comodidad. Además de contar con una alimentación rica en cereales —con más de un 50% de maíz—, el resultado es un producto natural, sano y de un amarillo intenso que nace del cuidado. Y es que para Euskaber el bienestar animal no es una etiqueta, sino una línea roja innegociable. “Para nuestros baserritarras la alimentación y el bienestar de las gallinas es prioritario y eso da lugar a producir huevos de alta calidad”, afirma su gerente. No en vano, son los únicos que cuentan con el exigente sello ANDA y con un programa de recría autóctona, que garantiza que las gallinas viven libres desde su nacimiento.

Una productora de Euskaber Estitxu Ortolaiz

Rentabilidad

Pero lo que distingue verdaderamente a Euskaber no solo es el producto, sino el modelo cooperativo que lo hace posible. La entidad asegura a sus socios la compra de toda la producción, ajustando los precios para que no pierdan margen de beneficio, en función del coste de la gallina y, sobre todo, del pienso, cuyo precio fluctúa. “La sostenibilidad ambiental es necesaria, pero también la económica y la social”, reivindica Pikabea. Precisamente, tal y como han constatado en Euskaber, el hecho de que esta actividad sea rentable es un buen argumento para atraer a jóvenes a esta actividad, lo que contribuye a hacer frente al creciente problema de relevo generacional que vive el sector primario en general.

Caja de huevos Euskaber Estitxu Ortolaiz

Cuidar también a las personas

La cooperativa recoge los huevos dos o tres veces por semana en las granjas, los traslada al centro de clasificación en Zaldibia y los distribuye a unos 800 puntos de venta por todo Euskadi. Esa proximidad en la distribución refuerza su carácter local y reduce el impacto ambiental.

Más allá de la producción y el mercado, Euskaber también cuida a las personas. Su modelo permite una mayor conciliación familiar en el mundo rural, donde agricultores y ganaderos encuentran dificultades para compaginar los cuidados con el desempeño de su labor. En cambio, los socios de Euskaber disponen de mejores condiciones para organizar su tiempo y cuidar su entorno. “Comprar determinados productos y apoyar un estilo de vida puede ser conservar una manera de hacer las cosas, unas tradiciones, incluso un paisaje. Pero no hablamos de una postal, sino de conservar un mundo en el que podamos vivir. En el que queramos vivir”, resume Pikabea.

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Medir el impacto social de Euskaber es una tarea compleja, reconoce su gerente. Uno de los retos de futuro es “encontrar indicadores adecuados para conceptualizar, visibilizar y comunicar más” los efectos positivos de su actividad. Pero, sin duda, cada huevo de Euskaber lleva dentro más que una yema: lleva una manera de estar en el mundo, de producir y de vivir. una yema: lleva una manera de estar en el mundo, de producir, de vivir.