El Ayuntamiento de Donostia derribará parcialmente la presa de Artikutza, una infraestructura construida a mediados del siglo XX que nunca llegó a entrar en funcionamiento al cien por cien por problemas estructurales y cuya existencia afecta al hábitat de especies emblemáticas como el desmán ibérico, en peligro crítico de extinción.

Con 43 metros de alto, 180 de largo y 35 de espesor, será la mayor presa intervenida en Europa, superando a la de Vezins (Francia), de 36 metros de altura y demolida parcialmente entre 2019 y 2020.

El objetivo, devolver la continuidad a la regata de Enobieta, que desemboca en el río Añarbe, en la cuenca del Urumea, y favorecer con ello el movimiento de fauna y sedimentos.

Embalse vacío desde 2019

Las obras, que suponen todo un reto tecnológico y ambiental dadas las dimensiones y la ubicación de la infraestructura, se llevarán a cabo tras recibir el visto bueno ambiental y de seguridad del Ministerio para la Transición Ecológica y la autorización de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico.

La presa está en una finca de Navarra que fue adquirida por el Ayuntamiento de Donostia en 1919 con el objetivo de dotar de aguas limpias a la ciudad tras la muerte de ciudadanos por fiebres tifoideas, ha explicado a EFEverde el concejal de Medio Ambiente donostiarra, Iñigo García.

Sin embargo, en 1948, comenzada su construcción, se detectaron problemas geológicos en el estribo izquierdo y por eso nunca se llenó al cien por cien de su capacidad, sino que se limitó a la mitad.

En paralelo, Donostia y los municipios limítrofes fueron creciendo, lo que supuso que el embalse no fuera suficiente para abastecer a la población y por eso se construyó la presa del Añarbe.

En 2002, un fallo en el sistema eléctrico de maniobra hizo que la presa perdiera su función de regulación. En ese momento, el Ayuntamiento de Donostia se tuvo que plantear si arreglarla o dejarla obsoleta. Tras valorar las implicaciones ambientales y económicas, optó por dejarla fuera de uso y entre 2017 y 2019 se vació.

ZEC y Red Natura 2000

Una vez vaciada, se tuvo que plantear qué hacer con la con la presa, para lo que se barajaron tres opciones: dejarla como está, demolerla completamente o una demolición parcial.

"La opción que se ha elegido es la demolición parcial porque es la que menos impacto ambiental va a suponer", ha defendido García, tras recordar que Artikutza está en un enclave catalogado como Zona de Especial Conservación (ZEC) y Red Natura 2000.

El presupuesto de los trabajos asciende a 1,6 millones de euros, de los que 1 millón será aportado por el Ayuntamiento y el resto por el proyecto Life Kantauribai, cofinanciado con fondos europeos.

El próximo martes, la Junta de Gobierno local del Ayuntamiento de Donostia aprobará el proyecto. La previsión es tener los pliegos de contratación y licitación a finales de este año y empezar las obras en 2026.

Un agujero de 7 metros

 La solución técnica por la que se ha optado consiste en abrir una escotadura, un "agujero", de 7 metros de ancho en el aliviadero izquierdo, desde la coronación hasta 1 metro por debajo de la cota del terreno, lo que garantizará la conectividad biológica en todo el río, ha destacado el director de Salud y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Donostia, Sergio Fernández.

La decisión de optar por un derribo parcial obedece, en primer lugar, a cuestiones relacionadas con la biodiversidad, pues cerca de la presa vive una población de desmán ibérico y en su interior habitan poblaciones de murciélagos de mucho interés biológico.

Por otro lado, hay que tener en cuenta la dificultad técnica y el gran acopio de materiales que habría que sacar si se hubiera optado por una destrucción total de la presa que, ha recordado, está en un entorno natural especialmente protegido cuyas carreteras habrían tenido que ser reforzadas para soportar una elevada circulación de camiones.

Reutilizarán los escombros

 El objetivo es reutilizar los escombros que se generen en reparar los senderos del parque natural. Además, dejarán una pequeña cantidad para que vayan fluyendo por el río y generando más biodiversidad, ha apuntado Fernández.

También se pensó en dejarla tal cual para no ejecutar la obra y no alterar la naturaleza, "pero nos dimos cuenta de que si dejamos tal cual, con esa pequeña apertura que se ha practicado para el vaciado, podríamos correr el riesgo de acumulo de sedimentos y estaríamos impidiendo la conectividad biológica que pretendemos", ha subrayado.