El pecio de un antiguo buque de guerra llamado 'Cañonero Tajo', naufragado en 1895 en las proximidades de la bocana de acceso al puerto de Pasaia servirá entre este lunes y el martes de escenario de un simulacro de actuación ante un posible caso de expolio de un yacimiento arqueológico sumergido.
Protección
El simulacro se encuadra en el programa 'MARSEC-25', que la Armada española celebra anualmente y que en esta ocasión desarrolla en el País Vasco su 'Escenario XI' dedicado a la protección del patrimonio arqueológico marino, informa en una nota la Diputación de Gipuzkoa.
El ejercicio que se desarrollará en el pecio del 'Cañonero Tajo' representa un paso más en el impulso de políticas públicas de conservación del patrimonio, así como un modelo de cooperación institucional que refuerza la seguridad, el conocimiento y el respeto hacia nuestro entorno marino y su memoria histórica.
Según recoge la página web sansebastian1813.es, el 'Cañonero Tajo' era un navío de 24 metros de eslora y 4,93 metros de manga, dotado de un gran espolón de proa que, tras ser utilizado durante la Tercera Guerra Carlista, naufragó el 29 de mayo de 1985 al chocar contra el fondo rocoso de Pasaia, cuando ya había sido destinado a labores de guardacostas.
Se da la circunstancia de que el entorno de este puerto natural guipuzcoano alberga distintos pecios históricos, entre ellos el de un galeón del siglo XVII localizado en 2023 sobre el que descansan los restos de una nave algo más moderna cargada de mineral de hierro posiblemente destinado a las ferrerías guipuzcoanas.
Simulacro
Ahora, el simulacro que tendrá lugar entre hoy y mañana, permitirá poner además en práctica el borrador del protocolo de colaboración entre la Comandancia Naval de Donostia y la Dirección de Patrimonio Cultural de la Diputación de Gipuzkoa, cuyo objetivo es reforzar la vigilancia, protección y puesta en valor del patrimonio arqueológico sumergido.
Este protocolo establece un marco de cooperación para coordinar las actuaciones de ambas instituciones en materia de protección y contempla desde la tramitación de autorizaciones conjuntas hasta la respuesta ante posibles actividades ilícitas o nuevas localizaciones submarinas.
Coordinación
En concreto, el protocolo prevé la coordinación en las autorizaciones para investigaciones arqueológicas, la comunicación inmediata ante actividades subacuáticas sospechosas o hallazgos fortuitos; el control de buceo recreativo en zonas arqueológicas sensibles, el diseño de acciones conjuntas de divulgación y sensibilización, y la intervención colaborativa ante cualquier situación que comprometa el estado de los yacimientos.