El tramo de la Autovía del Pirineo (A-21) entre las localidades aragonesas de Tiermas y Sigüés abrirá por fin hoy, antes de que comience la Semana Santa. Los 6,6 kilómetros de este tramo ya han cumplido más de seis años desde el inicio de sus obras.
Este tramo, como toda la obra en la comunidad vecina de competencia estatal, ha sufrido múltiples vaivenes desde que en junio de 2018 se iniciaron los trabajos y se adjudicaron por 51 millones a la empresa Vías y Construcciones que, en principio, debería haberlo finalizado en junio de 2021. El gasto total de esos kilómetros de autovía se eleva ahora a 68 millones y el retraso es de casi cuatro años.
Orografía complicada
Hasta que el ministro Óscar Puente se comprometió a finales del pasado año a ponerlo en funcionamiento en el primer trimestre de este 2025. La compleja orografía de la zona requirió de múltiples infraestructuras (túneles y viaductos) no previstas en el proyecto original, que sufrió dos modificados de relevancia.
La vía alternativa durante los últimos meses, (la tradicional N-340) que bordea el embalse de Yesa, seguirá siendo hasta el viernes de un carril en cada sentido, generando cierto quebradero de cabeza y retrasos a los conductores acostumbrados a transitar por dicha vía para acudir a las estaciones de esquí oscenses o al Pirineo.
Cuando se termine la ejecución del mencionado tramo dará continuidad (sin la interrupción actual, que obliga a abandonar la vía rápida para salirse a la carretera de un carril por sentido) a la autovía A-21 a lo largo de 72,6 km, entre Pamplona y el límite provincial con Huesca, itinerario alternativo para comunicar la cornisa cantábrica con Catalunya. La Comunidad Foral terminó en enero de 2012 los 46 kilómetros desde Pamplona al límite con Aragón de dicha autovía, algunos de los cuales se financiaron a través de peaje en la sombra.