Gipuzkoa ha sido históricamente un territorio pionero en la construcción de políticas sociales avanzadas, pero los retos del presente —y sobre todo del futuro— exigen nuevas respuestas. Con el objetivo de abordar estos desafíos desde una mirada compartida, NOTICIAS DE GIPUZKOA organizó en el hotel Catalonia de Donostia una nueva edición del foro Biharko Gizartea, un espacio de reflexión que reunió a representantes de instituciones públicas, entidades sociales y del ámbito educativo para dialogar en torno a tres ejes clave: la inclusión, el envejecimiento y la diversidad.
Eduardo Iribarren, director de NOTICIAS DE GIPUZKOA, fue el encargado de abrir la jornada subrayando la transformación que ha vivido la sociedad guipuzcoana en las últimas décadas. “Gipuzkoa tiene hoy más habitantes que nunca: 732.000. Somos una sociedad que envejece —en cinco años, una de cada cuatro personas tendrá más de 65 años— y que se diversifica: el 30% de las personas entre 25 y 40 años han nacido fuera”, señaló. Cambios que, además, conviven con nuevas problemáticas como la soledad no deseada, las enfermedades mentales o los retos de integración.
En este contexto, Iribarren defendió la necesidad de contar con una economía sólida que sostenga los pilares del bienestar. “El 40% del presupuesto foral se destina a políticas sociales”, apuntó, pero recordó también que hará falta cohesión política, innovación y compromiso colectivo. “Gipuzkoa ha demostrado ser una sociedad solidaria, con una de las tasas de desigualdad más bajas de Europa. Tenemos motivos para mirar hacia adelante, pero no podemos bajar la guardia en un escenario internacional inquietante”.
“Gipuzkoa ha demostrado ser una sociedad solidaria, con una de las tasas de desigualdad más bajas de Europa. Tenemos motivos para mirar hacia adelante, pero no podemos bajar la guardia en un escenario internacional inquietante”
Por su parte, la diputada foral de Cuidados y Políticas Sociales, Maite Peña, puso en valor el modelo guipuzcoano de cuidados, que pone a la persona en el centro. “En Gipuzkoa el cuidado de las personas siempre ha sido una prioridad, desarrollando un modelo de atención que fomenta la cohesión y inclusión, y da respuesta a las necesidades. Ahora, estamos en un momento de profunda transformación. Por eso, desde la Diputación hemos puesto en marcha la estrategia Gipuzkoa Zaintza Lurraldea, para avanzar hacia un sistema centrado en las personas, que garantice el bienestar, especialmente de quienes más lo necesitan”, explicó. “El futuro lo construiremos juntos y juntas, no tenemos ninguna duda”.
Durante la jornada, expertos y agentes sociales debatieron en torno a los retos y oportunidades que ofrece la inclusión, el acompañamiento a las personas mayores y la gestión de la diversidad, tres pilares fundamentales para construir una sociedad más equitativa y cohesionada.
“En Gipuzkoa el cuidado de las personas siempre ha sido una prioridad, desarrollando un modelo de atención basado en las personas”
Hacia una Gipuzkoa inclusiva: estrategias frente a la exclusión social y laboral
La primera mesa redonda de la jornada, bajo el título Hacia una Gipuzkoa inclusiva: desafíos y estrategias para la integración social y laboral, abrió un espacio de reflexión en torno a los retos de la inclusión, con especial foco en la inserción laboral, el acompañamiento social y las redes de apoyo. Participaron Belén Larrión, directora general de Protección a la Infancia, Inclusión Social y Atención a la Violencia Machista contra las Mujeres de la Diputación Foral de Gipuzkoa; Marta Silvano, directora de Loiolaetxea; Mikel Malcorra, director de Elkartu; y Ane Vicuña, responsable del Área de Personas de KL Katealegaia.
“La inclusión nos interpela a todos los sistemas de protección desde los que trabajamos para evitar la exclusión, intentando llegar antes y buscando alianzas que impidan que se cronifique”, explicó Larrión al comienzo del coloquio. Desde 2016, la Diputación impulsa el plan Elkar-Ekin, que simboliza esa necesidad de trabajar en red con entidades sociales, servicios sociales de base, justicia y salud. “Las competencias forales están orientadas a abordar las situaciones más complejas. En este contexto desarrollamos la herramienta de Valoración de la Exclusión, que permite tener un lenguaje común y adecuar los servicios”.
“La inclusión nos interpela a todos los sistemas de protección: debemos llegar antes y evitar que la exclusión se cronifique”
Silvano reforzó esta idea: “Esta herramienta ha sido clave para visibilizar que no solo hablamos de necesidades, sino también de merma de capacidades. Nos permite saber en qué momento está la persona, qué puede ofrecer, qué se le puede pedir y cómo acompañarla. Es importante partir de la base de que cada persona es única”.
“Las personas en exclusión están rotas. El reto es que se sientan dentro, que sean reconocidas como personas de derecho”
Ane Vicuña, desde KL Katealegaia, insistió en la importancia de la colaboración: “Trabajar en red es clave. Cuando la persona llega a Katealegaia, ya hay un trabajo previo hecho. Nuestra labor es facilitar el acceso a un empleo de calidad, porque el empleo es más que un sustento: permite tener un proyecto de vida, relaciones sociales y realización personal”.
“El empleo es más que sustento: es proyecto de vida, relaciones sociales, dignidad y realización personal”
En Gipuzkoa hay cerca de 40.500 personas con discapacidad física, uno de los colectivos que enfrenta mayores barreras. Mikel Malcorra, de Elkartu, recordó que “aunque el lenguaje ha cambiado desde que se constituyera la asociación en los años 70, los derechos que defendemos siguen siendo los mismos: empleo, accesibilidad, educación, participación. El concepto de inclusión implica que todas las personas puedan participar en la sociedad en condiciones de igualdad”.
Malcorra subrayó que el problema no es únicamente individual: “No se trata solo de poner el foco en la persona, sino también en la comunidad y en una sociedad que debe asumir la diversidad como un valor positivo”. Larrión coincidió: “La gran tarea es que la sociedad acepte la diversidad. No se trata solo de atender necesidades, sino de trabajar con las habilidades y capacidades que cada persona tiene para afrontar situaciones complejas”.
“Cada escalón sin rampa es una barrera. La accesibilidad es un derecho; no garantizarla es una forma de discriminación”
Silvano, por su parte, insistió en la necesidad de reconstruir a las personas desde dentro: “Las personas en exclusión están rotas, han vivido mucho sufrimiento. A menudo ni siquiera se cuestionan si están dentro o fuera de la sociedad. El reto es que sientan que forman parte, que son personas de derecho. Y eso lo logramos también gracias al acompañamiento de los voluntarios, no solo de los profesionales”.
Loiolaetxea, explicó Silvano, nació en el año 2000 como una obra social de la Compañía de Jesús. “Queríamos generar una experiencia de vida comunitaria junto a personas que salían de prisión sin redes familiares ni sociales. Hoy trabajamos en tres ejes: inclusión, justicia penitenciaria y hospitalidad. En estos 25 años hemos acompañado a más de 3.000 personas, solo el año pasado fueron 305, la mayoría hombres”.
Adaptar el trabajo a la persona
Los ponentes pusieron el foco en el empleo, dado que es fundamental para lograr una vida ordenada y una integración real. En este sentido, Vicuña detalló que KL Katealegaia es un centro especial de empleo con presencia en todo el territorio a través de 12 talleres. “Nuestra misión es crear y mantener empleo de calidad para personas con discapacidad y en riesgo de exclusión. Lo primero que hacemos es medir su perfil de empleabilidad para adaptar el trabajo a la persona, no al revés”.
Malcorra se refirió a las múltiples barreras a las que aún se enfrentan las personas con discapacidad: “La palabra lo dice: discapacidad, no capaces. No puedes estudiar lo que quieres, sino lo que puedes. El empleo sigue siendo una de las mayores dificultades. También la vivienda, la accesibilidad… Cada escalón sin rampa es una barrera. Y no olvidemos que la accesibilidad es un derecho y que no hacer accesible un lugar es un acto de discriminación”.
Además, reivindicó el derecho a una vida independiente: “La persona con discapacidad debe decidir cómo y dónde quiere vivir. La figura del asistente personal es clave, ya está reconocida legalmente, pero faltan pasos para desarrollarla”.
Larrión recogió ese planteamiento y lo ligó a una iniciativa foral concreta: “Pusimos en marcha el programa Landuz, junto a Katealegaia, para preparar a personas que han estado fuera del mercado laboral. Todo desde la corresponsabilidad y el acompañamiento”.
Silvano insistió en que la integración laboral requiere más que una oportunidad: “Damos por hecho que conocemos los códigos del mundo laboral, pero muchas personas no han tenido la oportunidad de aprenderlos. Acompañar es enseñar a convivir y socializar. Y también garantizar una vivienda digna, porque sin eso es difícil construir un proyecto de vida”.
En el turno final de reflexiones, Belén Larrión concluyó: “La exclusión te hace invisible. Para poder reconocernos, tenemos que ser visibles. Vayamos destapando y promoviendo esa visibilidad”. Ane Vicuña recordó que “todos somos necesarios y todos aportamos”, y puso en valor el trabajo en red en Gipuzkoa. Marta Silvano subrayó que “no hay inclusión sin comunidad, porque la comunidad es inclusión”. Por último, Malcorra remarcó que “el reto no es solo generar recursos, sino asegurar que todos tengan una visión inclusiva. La sociedad debe estar en el centro”.
Acompañar y cuidar: estrategias frente a la soledad de las personas mayores
Hablar de personas mayores exige abandonar la visión homogénea y asumir la diversidad de realidades que engloba el envejecimiento. La soledad, uno de los principales retos de este colectivo, no es una consecuencia inevitable de la edad, pero sí un fenómeno creciente. ¿Cómo abordarlo desde un enfoque comunitario, integral y centrado en las personas? En la segunda mesa del encuentro, titulada Acompañar y cuidar: construyendo entornos de bienestar para las personas mayores frente a la soledad, contó con las aportaciones de Rakel San Sebastián, directora general de Adinberri; Divi García, del programa de Teleasistencia de Cruz Roja; Manu Lizartza, gestor de desarrollo de Fundación Mémora en Gipuzkoa; y Joserra Ecenarro, presidente de Nagusilan.
“El envejecimiento es un reto, pero también una oportunidad”, defendió San Sebastián, al explicar la estrategia de Adinberri para impulsar un modelo de cuidados innovador y centrado en la prevención. Entre las iniciativas, destacó Hariak, diseñada en plena pandemia para combatir la soledad no deseada desde una mirada participativa. “Detectamos que solo un 5% de las personas reconocía sentirse sola, pero indirectamente era casi un 30%”, advirtió. El fenómeno, además, aclaró que tiene forma de U: se da principalmente en jóvenes y mayores, y provoca efectos secundarios como la ansiedad y la depresión.
“Gipuzkoa tiene la oportunidad de convertirse en un territorio de relaciones que combate la soledad con red, innovación y compromiso compartido”
Desde Nagusilan, Ecenarro reivindicó una visión positiva del envejecimiento: “Vivir muchos años es una conquista. Idealizamos la infancia y rechazamos la vejez, pero el futuro está en las personas con mucho pasado”. Con una red de mil personas voluntarias en Euskadi, esta asociación cumple tres décadas llevando compañía a residencias, domicilios y centros de día, además del servicio telefónico Hilo de Plata, con 8.000 horas de acompañamiento en 2024.
Tejer comunidades cuidadoras
“Hay que mirar a la persona en su conjunto y desde su contexto. Las relaciones significativas y la comunidad son fundamentales”, recalcó San Sebastián, al mencionar el programa Zaintza Herrilab, que busca crear ecosistemas locales de cuidados desde una perspectiva holística. La clave está en la coordinación entre los servicios, el entorno y las propias personas mayores.
En esa misma línea, Fundación Mémora promueve el programa Ciudades Cuidadoras, que ayuda a los ayuntamientos a diagnosticar el nivel de soledad y activar respuestas adaptadas. “En el proceso final de la vida las personas deben estar en el centro, pero también las propias familias, y es ahí donde Fundación Mémora apoya a las personas y familias, con el objetivo de afrontar esta etapa lo mejor posible, y con dignidad”, explicó Lizartza.
“Para Mémora es importante acompañar no solo a las personas que están en la etapa final de su vida, sino también a las que les cuidan”
Desde Cruz Roja, García señaló el enfoque de intervención individualizada como herramienta clave: “Trabajamos con tres perfiles: quien necesita habilidades sociales, quien necesita recursos para relacionarse y quien no tiene motivación. En cada caso, activamos apoyos diferentes”. Además, presentó el proyecto Voces en Red, que impulsa el uso de tecnologías con voz para combatir la soledad y la brecha digital.
“La edad no debe ser un freno para tener una vida activa: trabajamos con apoyos adaptados a cada persona”
Detectar la soledad, prevenir la fragilidad
Uno de los retos es la detección temprana de la soledad. Adinberri promueve un proyecto piloto en 200 hogares de Oarsoaldea que emplea tecnología para identificar señales de aislamiento en la entonación o el lenguaje. “La prevención de la fragilidad y la dependencia es esencial. Queremos promover hábitos de vida saludables y relaciones intergeneracionales”, apuntó San Sebastián.
“No podemos infantilizar a las personas mayores. De los 65 a los 90 años metemos en el mismo saco a personas muy distintas. Debemos hablar del nuevo paradigma de la longevidad”, subrayó Ecenarro. También García hizo hincapié en que “la edad no debe ser un impedimento para tener una vida activa”.
“Idealizamos la infancia y rechazamos la vejez, pero el futuro está en las personas con mucho pasado”
Cuidar al cuidador
Uno de los aspectos más repetidos fue el reconocimiento y apoyo a quienes cuidan. “Hay que cuidar al cuidador. Desde la Fundación Mémora promovemos terapias como la musicoterapia o la risoterapia, que mejoran la calidad de vida de las personas y oxigenan a quienes les acompañan”, expuso Lizartza. Además, destacó la importancia de impulsar relaciones intergeneracionales, hoy casi desaparecidas: “Antes convivían abuelos, padres e hijos. Eso se está perdiendo”.
San Sebastián incidió en la necesidad de profesionalizar el sector de los cuidados: “Vamos a necesitar 23.000 profesionales en los próximos años. La mayoría son mujeres, y debemos facilitarles la formación con itinerarios accesibles y adaptados”. Con proyectos singulares desarrollados junto a Lanbide, más de 300 personas han sido formadas para responder a este modelo innovador de atención.
“El voluntariado también es una forma de cuidado. Para muchas personas jubiladas, supone tener su tiempo ordenado, sentirse útiles y seguir aportando”, añadió Ecenarro.
Una sociedad que aprovecha todo su potencial
La mesa concluyó con una llamada a transformar el imaginario colectivo sobre la vejez. “La lucha contra el edadismo no es individual y tenemos que pelear para que se reconozca que cada etapa de la vida tiene su valor. Cuando reconozcamos esto lograremos una sociedad que aprovecha todo su potencial, sin importar la edad. El futuro está en las personas con mucho pasado”, reivindicó Ecenarro.
En la misma línea, San Sebastián defendió que el cuidado es una tarea compartida: “La comunidad debe implicarse. Gipuzkoa tiene la oportunidad de convertirse en un territorio de relaciones que combate la soledad con red, innovación y compromiso compartido”.
Diversidad y convivencia: hacia una sociedad más justa y acogedora
La tercera y última mesa redonda del encuentro Biharko Gizartea se centró en uno de los grandes retos de nuestra sociedad: cómo avanzar hacia una convivencia real y justa en un contexto de creciente diversidad. Bajo el título Diversidad y convivencia: hacia una sociedad más justa y acogedora, aportaron sus experiencias Patricia Viviana Ponce, directora de Haurralde Fundazioa; Irati Azpirotz, educadora social en Jatorkin; y Urko Rivas, director del instituto Bideberri BHI.
Según los últimos datos del Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, un 65% de la población desea vivir en una sociedad diversa. Sin embargo, tal y como se puso de manifiesto durante el coloquio, todavía persisten obstáculos importantes en el día a día, desde los prejuicios hasta la discriminación.
La narrativa que moldea la realidad
Patricia Viviana Ponce puso el foco en el papel crucial de los medios de comunicación en la construcción de una mirada social hacia la inmigración. “Vivimos en un contexto donde muchos bulos convierten a la inmigración en un problema, cuando en realidad está directamente relacionada con el crecimiento económico. Es por ello que hay que acabar con la economía sumergida y ofrecer empleo digno y no discriminatorio”, apuntó.
“Las personas migrantes no necesitan tutela: necesitan oportunidades y empoderamiento para tomar sus propias decisiones”
Para Irati Azpirotz, datos como ese 65% favorable a la diversidad no deben adormecer la conciencia crítica: “En la práctica sigue habiendo exclusión y discursos cada vez más racistas. No hemos conseguido aún concienciar sobre la importancia de una convivencia real y respetuosa. La educación y la sensibilización son herramientas clave para revertir esta tendencia”.
Una riqueza que no siempre se valora
Desde el ámbito educativo, Urko Rivas compartió la experiencia del instituto Bideberri ubicado en el barrio donostiarra de Bidebieta, donde más del 50% del alumnado es de origen extranjero y el 45% de las familias se encuentra en situación de vulnerabilidad. “Más que racismo, lo que vemos muchas veces es aporofobia, rechazo a la pobreza”, señaló. No obstante, su llegada a Bidebieta le permitió descubrir y maravillarse con una nueva realidad: “Cuando llegué, en 2020, descubrí una cara de Donostia muy distinta a la que se suele dar a conocer. En aquel momento, la diversidad se percibía como un obstáculo, pero nosotros hemos decidido convertirla en una oportunidad”, explicó.
“Cuando llegué, en 2020, descubrí una cara de Donostia muy distinta a la que se suele dar a conocer y me quedé maravillado”
Así, frente al rechazo a lo diferente, propusieron un enfoque de acompañamiento. Rivas explicó cómo en Bideberri han desarrollado planes de acogida personalizados, donde incluso se asigna a cada alumno nuevo un compañero de su misma procedencia para facilitar la adaptación. Habló también del proyecto Lagunberri, dirigido a menores no acompañados: “Muchos vienen de la calle, sin rutinas, y necesitan otro tipo de apoyos. Este proyecto es uno de nuestros mayores logros”.
Transformar la vulnerabilidad en empoderamiento
Ponce, por su parte, insistió en que el enfoque debe cambiar: “Las personas migrantes no deben ser tuteladas, son adultas, capaces, y debemos trabajar desde el tú a tú. Se trata de empoderar desde el primer momento, y de reconocer que todos, en algún momento, podemos encontrarnos en situación de vulnerabilidad”. También señaló la escasez de referentes en espacios de liderazgo o en la administración pública: “¿Cómo vamos a imaginar que podemos llegar si no vemos a nadie como nosotras en esos lugares?”, cuestionó.
Redes de apoyo
Los invitados pusieron en valor la labor que realizan organizaciones como Jatorkin o Haurralde, que ofrecen apoyo social, legal, educativo y emocional a personas migrantes. Azpirotz compartió cómo desde su centro de día en Landetxe, en Donostia, atienden a diario a cientos de personas: “Ofrecemos desde comedor social hasta clases de euskera, pasando por ayuda con trámites burocráticos o refuerzo escolar. Es importante que estas personas sientan que son vistas, que forman parte de algo”.
“La convivencia exige educación y sensibilización para desactivar discursos racistas y construir una sociedad inclusiva desde el respeto”
Pequeñas grandes victorias
La mesa cerró con una reflexión compartida: a pesar de los desafíos y de la dureza del día a día, también hay muchas razones que hacen que la labor de acompañamiento merezca la pena. A la pregunta sobre de qué se sienten más satisfechos, Rivas se refirió a “cuando los alumnos sienten el centro como un espacio seguro”. “Cuando ya no nos necesitan”, añadió Ponce. Y para Azpirotz, el momento más gratificante llega “cuando alguien te dice que nadie había hecho eso por él, y luego ves que va saliendo adelante por sí mismo”.