La plataforma Altxa Burua ha hablado alto y claro este lunes ante la Comisión de Educación del Parlamento Vasco sobre el “problema de salud pública” que supone el uso excesivo de pantallas en los centros escolares. “El impacto que está teniendo el empleo del móvil en la salud mental es alarmante”, ha alertado Mirene Beriain, que ha comparecido junto a otros integrantes de este movimiento nacido del compromiso ciudadano, que pide retrasar hasta los 16 años la adquisición del primer móvil.

Euskadi es la única comunidad autónoma en la que se ha dejado en manos de los centros educativos la regulación del uso del teléfono y de los relojes inteligentes, un planteamiento que no comparten estas familias. Entienden que ante este problema de salud “sistémico” hace falta una respuesta “unitaria”, por lo que piden a la administración que legisle vía decreto para que todos los centros educativos de Euskadi se conviertan en espacios libres de telefonía.

Las familias se sienten muy preocupadas por el bienestar de sus hijos e hijas ante un problema que “trasciende lo individual”, y ante el que creen que hace falta una respuesta “firme y decidida” de las instituciones. Piden retrasar la entrega de dispositivos con acceso a Internet a los menores, tal y como han reclamado este lunes ante el Parlamento Vasco con el aval de 20.000 firmas ciudadanas tras un largo proceso de concienciación familiar y social que nació en Gipuzkoa y que poco a poco ha ido calando en toda Euskadi.

Uso “consciente, limitado y responsable”

Abogan por concienciar a la sociedad sobre un uso “consciente, limitado y responsable” de la tecnología. “Les hablo como madre integrante de Altxa Burua, pero también como médico pediatra que soy. Es mi obligación advertir de que cada vez es mayor la evidencia científica que alerta de que una exposición precoz y un tiempo excesivo frente a dispositivos digitales tiene graves consecuencias en la salud física y mental”, ha subrayado Beriain.

El 97% de los estudiantes de la ESO dispone en Euskadi de su propio 'smarphone', y lo adquiere a una edad media de once años. La mitad de ellos pasa más de tres horas entre semana navegando en Internet, una sobreexposición que durante los fines de semana se dispara por encima de las cinco horas. El 64% de los estudiantes reconoce llevar el teléfono a clase.

La entrega temprana de 'smarphones' está incrementando el riesgo de problemas psicológicos, mientras que retrasar su uso reduce notablemente los intentos de suicidio

Solo desde el punto de vista físico, el uso exceso e inadecuado se asocia con la obesidad y un deterioro significativo de la calidad y cantidad de sueño, dos factores que comprometen seriamente la salud. “Pero es que además la infancia y la adolescencia son períodos críticos para el desarrollo de habilidades esenciales como el lenguaje, la regulación emocional y las funciones ejecutivas”, ha advertido Beriain. “La evidencia científica demuestra que la sobreexposición a las pantallas afecta seriamente a estos procesos. Cada minuto cuenta en la formación de un cerebro en pleno desarrollo”, ha recalcado.

El tiempo de uso es “excesivo”, y la supervisión “escasa”. Paradójicamente, el empleo del móvil con fines sociales acaba acentuando la sensación de soledad, según asegura Altxa Burua, lo cual actúa como caldo de cultivo para que la salud mental se esté viendo tan afectada entre escolares vascos. Beriain expone los resultados de un estudio realizado entre más de 30.000 jóvenes de entre 18 y 24 años. Según concluye el documento, la entrega temprana de smarphones está incrementando el riesgo de problemas psicológicos, mientras que retrasar su uso reduce notablemente los intentos de suicidio, particularmente entre las chicas.

“Las horas frente a la pantalla no son neutrales. Varios metaanálisis recientes concluyen que el uso prolongado de las redes sociales empeora el estado mental y aumenta las tasas de ansiedad, depresión e incluso ideación suicida”, advierte Beriain, poniendo nuevamente el acento en las mujeres adolescentes.

Aumentan los intentos de suicidio

Se trata de una preocupante situación que se viene registrando del mismo modo a nivel estatal. Según indica la Fundación ANAR, de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo, los intentos de suicidio han aumentado, y lo han hecho de una manera exponencial durante la última década. Según datos aportados recientemente por Osakidetza, la red de salud mental de Bizkaia atiende una creciente demanda de más de 13.000 menores al año. Son atendidos principalmente por cuadros de ansiedad y depresión, aunque un número importante presenta también problemas más graves englobados en los trastornos de conducta alimentaria y conductas autolíticas.

“Las propias empresas tecnológicas han reconocido en parte el daño que provocan y se enfrentan ya a numerosas demandas en Estados Unidos por atrapar a los menores con sus aplicaciones y mentir sobre los impactos adictivos y dañinos de éstas”, advierte la médico pediatra.

Informes internos de Facebook reconocen que su red social Instagram es "tóxica" para los adolescentes y que los protocolos de protección "están fallando”. En ellos se señala que el 13% de las usuarias con ideación suicida lo achacaba a su uso de Instagram, y que esta aplicación les hace sentir peor con sus propios cuerpos, y tener una peor relación con la comida.

"En salud pública el principio de precaución establece que cuando una actividad supone un riesgo potencial para la salud es necesario actuar"

Miren Beriain - Madre integrante de Altxa Burua y médico pediatra

“En salud pública el principio de precaución establece que cuando una actividad supone un riesgo potencial para la salud es necesario actuar. La evidencia disponible sobre el impacto del uso incontrolado de dispositivos digitales justifica con creces la aplicación de este principio”, defiende Altxa Burua. “Hay evidencias muy sólidas sobre los daños que genera el smarphone a edades tempranas tanto en su salud como en sus procesos de aprendizaje. En cambio, no tenemos evidencia que demuestre los beneficios del uso que se hace de estos dispositivos”, asegura Beriain.

¿Por qué si no hay beneficios, y ante todos estos perjuicios, no se regula desde las instituciones el uso de estos dispositivos en las aulas? Es la pregunta que lanza este movimiento ciudadano. Altxa Burua considera que “no se está aplicando el principio de precaución”, mientras que los menores viven sumergidos “cada vez más horas y más solos”, en el mundo virtual, tanto en sus hogares como en el ámbito educativo. “Estamos ante una crisis silenciosa que está afectando directamente al desarrollo emocional, social y cognitivo de las nuevas generaciones”, asegura la médico pediatra.

Altxa Burua indica que vivimos en la era del quinto hábito saludable después del sueño, el ejercicio físico, la alimentación y las relaciones sociales de calidad: la desconexión digital. “No podemos permitir que esta generación crezca en un entorno donde su salud y desarrollo se vean condicionados por la inacción de los adultos que tenemos la responsabilidad de protegerlos y garantizar sus derechos”, defiende Beriain. Estas familias piden que el ámbito educativo sea parte activa de la solución.