La preocupación que suscita el uso desmesurado del móvil y de los relojes inteligentes está muy presente en los colegios de Gipuzkoa, donde se está trabajando para levantar un dique de contención. Antes de que finalice el año tanto, los centros públicos como concertados deberán tener elaborado un reglamento en el que se detalle cómo va a ser la relación cotidiana del alumnado con estos dispositivos electrónicos, cuyo impacto negativo parece fuera de toda duda. A pesar de la cuenta atrás, en realidad, el debate hace tiempo que está instalado en la comunidad educativa. Son muchos los colegios que ya han adoptado medidas de común acuerdo con todos los agentes implicados.
En Orioko Herri Ikastola el uso del móvil está prohibido en el recinto escolar. “Si se le ve a algún alumno empleándolo, o se escucha, lo requisamos y son los padres quienes tienen que venir a buscarlo. Antes los alumnos apremiaban a sus familias a que fueran a recogerlo cuanto antes, pero ahora se da un plazo de 24 horas. En todo caso, la normativa siempre ha sido clara: el móvil está prohibido en todos los cursos”.
Amaia Ugalde, directora de la ikastola, explica que tan pronto como supieron que había que cumplir con la normativa comenzaron a elaborar un protocolo, si bien llevaban tiempo trabajando en ello. “El documento en relación al uso de móviles y relojes inteligentes está ya prácticamente cerrado. Y junto a todo ello hemos querido hacer una reflexión también en torno al uso de pantallas, tanto en la ikastola como en los hogares”, detalla.
Las normas de uso interno deberán quedar recogidas antes del 31 de diciembre en los reglamentos de organización y funcionamiento de los centros docentes de las redes pública y concertada
La red pública vasca comparte la misma preocupación. Beasain BHI es un ejemplo de ello. Desde que los alumnos acceden al instituto hasta que lo abandonan, el uso del móvil está terminantemente prohibido. Nada de pantallas en el patio, ni durante el recreo. El cerco a los dispositivos electrónicos es cada vez más estrecho en este centro, uno de los que más alumnos acoge de todo el territorio, más de 1.200 entre Secundaria y Bachillerato.
El instituto llevó a cabo el curso pasado una prueba piloto entre estudiantes de 1º y 2º de la ESO. Si la experiencia resultaba favorable -según recogió el centro en su reglamento interno- la prohibición se haría extensible este curso al alumnado de 3º y 4º de la ESO, y al de 1º y 2º de Bachiller. Y así ha sido finalmente, con la incorporación de otros 800 estudiantes a una normativa en la que el móvil está vetado.
"El móvil está prohibido en todos los cursos y, si lo usan, lo cogemos y los padres tienen que venir a buscarlo"
Según explica a este periódico la directora del centro, Eskarne Galdos, el curso pasado finalizó “con un trabajo muy estrecho” entre la asociación de padres y madres, las familias y el alumnado. De tal manera que todos sabían que a la vuelta del verano el centro educativo se convertiría en un espacio sin aparatos electrónicos, salvo que el profesorado los permitiera como soporte para dar clase. “Hemos empezado muy bien. Es una medida que por lo general la gente está respetando. En realidad, representan una parte muy reducida la de quienes ha sido necesario requisar el móvil ”, precisa Galdos, que predica con el ejemplo.
"El alumnado lo tiene asumido"
El profesorado también tiene restringido el uso de estos aparatos, salvo que el móvil se utilice en la sala de profesores o en los distintos departamentos. “La disposición está siendo muy buena. No detectamos resistencias. Se puede decir que el alumnado lo tiene asumido, y que incluso pide perdón cuando incurre en alguna falta. Está siendo una sorpresa muy grata”, reconoce Galdos.
Este centro escolar siempre ha matizado que no está en contra de los dispositivos electrónicos, pero que pone el acento en saber utilizarlos. “Aquí hay un trabajo importante de educación, y a ese respecto no es un tema que competa al centro. Es una cuestión más bien social y es la sociedad la que tiene que dar respuesta teniendo en cuenta que las familias son claves a la hora de afrontar este reto. Tenemos que educar, y la educación viene de casa. No estamos en contra del móvil. Puede llegar a ser una herramienta buenísima, pero hay que saber usarla bien”, insiste la directora.
"Se puede decir que el alumnado lo tiene asumido, y que incluso pide perdón cuando incurre en alguna falta"
Euskadi es la única comunidad autónoma en la que se ha dejado en manos de los centros educativos la regulación del uso del teléfono y de los relojes inteligentes. Según explican a este periódico fuentes del Departamento de Educación, una medida de este calado sólo puede entenderse desde la propia visión que tienen los centros de su realidad más cercana, por lo que se les ha querido dar voz, de tal modo que sean ellos los que elijan el camino a seguir, sin imposiciones de prohibiciones y vetos.
En ese sentido, la autonomía de los colegios “es total” y no hay ninguna directriz marcada, según confirman a este periódico tanto desde el Departamento de Educación como desde Kristau Eskolak y la Federación de Ikastolas Vascas. Eso sí, las normas de uso interno deberán quedar recogidas antes del 31 de diciembre en los reglamentos de organización y funcionamiento (ROF) de los diferentes centros docentes de las redes pública y concertada.
"Si lo traen, que lo guarden"
Los 120 centros educativos vascos que forman parte de la red Kristau Eskola ven en esta nueva normativa la lógica consecuencia de un problema que les preocupa desde hace tiempo. Según señalan desde Herrikide Ikastetxea de Tolosa, la relación del alumnado con móviles y pantallas es una cuestión que se viene trabajando “desde antes de la pandemia”. De 0 a doce años no se han registrado en este centro problemas de convivencia por el uso de nuevas tecnologías, aunque “sí ha podido haber algún caso puntual que se ha solucionado hablando con las familias, los alumnos e incluso el Ayuntamiento”, según explica Joseba Antxustegietxarte, miembro del equipo directivo.
“De 0 a doce años los móviles no se usan en el cole, y si lo traen, que lo guarden”. En 1º y 2º de Secundaria tampoco se pueden utilizar estos dispositivos, aunque puede darse el caso de que lo autorice el profesorado con fines pedagógicos. En 3º y 4º de Secundaria, “se tiende a que no se use, sobre todo en el patio, pero no se prohíbe”. El director del centro muestra su disposición a reflexionar con la comunidad educativa para dejar plasmado todo ello por escrito, tal y como ha requerido el Departamento de Educación.
“Estamos de acuerdo en aconsejar que se retrase ese primer contacto con el móvil hasta 2º de Secundaria"
Antxustegietxarte coincide con la directora de Beasain BHI al señalar que la responsabilidad va más allá de los propios colegios. “Está claro que si el alumnado trae el móvil es porque alguien se lo ha comprado”, dice el docente, por lo que pide ampliar el foco al conjunto de la sociedad. De hecho, cada vez son más las familias que se van sumando a la campaña de concienciación, de la mano de movimientos como Altxa Burua, Gure Aukera Guk 16 o Aurrez Aurre. El objetivo, posponer la edad en la que los menores se hacen con su primer móvil. “Estamos de acuerdo en aconsejar que se retrase ese primer contacto hasta 2º de Secundaria, e incluso hay familias que van más allá”, observa Antxustegietxarte.
Reflexionar sobre el uso de las pantallas
En Orioko Herri Ikastola también mantienen un estrecho contacto con padres y madres de Orio, integrantes de Altxa Burua, el movimiento nacido en Gipuzkoa para retrasar la edad de inicio de los hijos en el uso del teléfono móvil. Estas familias propusieron al equipo directivo participar en el programa de formación ZEOS, financiado por el Departamento vasco de Salud y liderado por Telmo Lazkano, educador y experto en salud digital, y Maitane Ormazabal, terapeuta experta en salud emocional.
“De marzo a mayo tuvimos diferentes sesiones que nos dieron la oportunidad de reflexionar sobre el uso que hacemos de las pantallas, tanto en la ikastola como fuera. A partir de ahí nuestra preocupación fue en aumento. La exposición de los adolescentes es muy elevada, y las consecuencias son muy negativas”, advierte Ugalde.
La directora de la ikastola pone el ejemplo de Chromebook, un tipo de portátil que utilizan en el centro. “No es un móvil, pero es una pantalla que tiene las mismas prestaciones que un móvil. Antes utilizábamos programas para bloquear diferentes páginas web pero ahora en la ESO se ha decidido que los Chromebook se quedan en la ikastola y que no se llevan a casa. Son dispositivos que permiten al alumnado adquirir competencias digitales, pero ahora no se pueden sacar del centro”, expone.
En el centro han detectado además un uso creciente de relojes inteligentes entre menores de edad. “Al principio los tenían muy pocos alumnos, y les pedíamos que los dejaran en el cajón. Ahora cada vez hay más, y es muy difícil saber cuáles son inteligentes, por lo que hemos pasado a aplicar la misma normativa que con los móviles", explica Ugalde
Otro centro de la red concertada preocupado por esta cuestión es el colegio St. Patrick’s English School. “No se les permite traer el móvil, y si lo traen, que esté apagado. Es una medida que respetan bastante. Se puede decir que ya han cogido el hábito para que se cumpla”, señalan a este periódico desde el equipo directivo. “A quien incumple la medida se le requisa el móvil durante 24 horas”, añaden las mismas fuentes.
Un viaje a los Pirineos sin móvil
El centro ha organizado durante esta primera quincena de octubre un viaje a los Pirineos para los estudiantes de 1º de Bachillerato. Ninguno de ellos ha podido llevar ningún aparato electrónico. El objetivo que se persigue con este tipo de iniciativas es la desconexión “total”, sin interrupciones tecnológicas, “con todos los beneficios que ello conlleva”.
Al igual que en Tolosa, Beasain y Orio, un grupo de familias trabaja en este centro activamente para retrasar lo más posible la compra del primer móvil. A esta iniciativa se suman otra serie de propuestas, como charlas de formación que imparten empresas y la propia Ertzaintza para advertir a los alumnos de los posibles peligros de un mal uso de estos dispositivos.
“No se trata sólo de limitar el uso del aparato, sino de hacerlo enseñando lo que está bien y lo que está mal”, precisa la directora del instituto Beasain BHI, para quien la necesidad de aprobar un reglamento, como ha requerido Educación, no supone ningún trabajo añadido. “Para cuando hemos implementado todas estas medidas ya tenemos un procedimiento a seguir, del que son conocedores todos los agentes de la comunidad educativa. Es una decisión que tomamos en conjunto. En este tema es difícil tomar decisiones unilaterales que luego sean exitosas”, sostiene Galdos.