Habla de un fenómeno, la violencia vicaria, que empieza a ser conocido ahora pero que lleva presente muchos años.

La violencia vicaria de género ha estado siempre ahí, es una violencia fácil de perpetrar el delito porque apenas hay registros de defensas, se comete sobre unas víctimas que son vulnerables y que además confían en el agresor. Además de la facilidad comisiva del delito, el daño que causa es inmenso y difícilmente reparable.

¿Existe alguna evidencia que haga pensar que es un delito al alza?

No tenemos elementos fáciles para comparar porque el registro de menores víctimas se está realizando desde hace poco tiempo y necesitamos una muestra temporal más amplia. Es una opinión y no algo basado en hechos objetivos lo que se puede ver al respecto. Es un fenómeno con pocas variaciones de un año a otro y que se ha dado siempre. Como categoría jurídica se conoce, en ámbitos como la Fiscalía, como violencia vicaria de género extrema aquella en la que se asesina a los hijos para dañar a la madre. Hay otras violencias vicarias que no son de género y otras violencias vicarias de género que no son extremas. Serían violencias instrumentales, en las que se hiere a los hijos, pero pese a la dificultad para tipificarla como extrema, nos dan indicios de la peligrosidad de la situación, del riesgo que puede correr un menor. Son situaciones muy útiles para tenerlas en cuenta para la adopción de muchas medidas e incluso para la

Ha hablado en su conferencia de la importancia de implicar a los juzgados civiles en situaciones de separaciones y divorcios, que son situaciones de alto riesgo de violencia.

Hay crisis de violencia de género que no aparecen y se resuelven como una crisis de convivencia, una crisis de pareja, en juzgados civiles. Se ha puesto en marcha una herramienta que se llama Siraj, a través de la cual se establece una colaboración y se anotan todas las incidencias que ocurren en un caso. Primero está pensado para juzgados penales pero ahora se ha incorporado a órganos civiles en la materia que les interesa pueden ver si esa persona tiene un procedimiento penal. La herramienta es poderosa, pero como todas las herramientas las alimentan las personas y ahora es necesario tener una planificación adecuada de medios para que las personas responsables de hacer estas comprobaciones tengan una facilidad de acceso y un tiempo para poder hacerlo.

Y ello mejoraría una adopción de medidas más adecuada.

Esta herramienta es uno de los cauces para poder hacerlo mejor. Pero tenemos otras medidas que pueden contribuir a la mejora, como la formación en perspectiva de género a quienes están en Derecho Civil. Eso puede ser importante. Y el respeto al marco legal que tenemos, es decir si hurtamos conocimientos dentro de un proceso, la víctima no comenta por el motivo que sea que está divorciándose o su letrado le aconseja que no lo haga o se toman distintas medidas que pueden complementar la lucha contra la violencia de género e intentan ser sustitutivas aunque la ley no lo permita, pueden dar resultados distorsionadores.

Con el caso del diputado Errejón, se está generando un nuevo escenario social a través de un movimiento de denuncias en redes, denuncias anónimas de violencia que no llegan a los juzgados. ¿Cómo lo valora?

Estos fenómenos cuando afectan a personas vinculadas a determinadas áreas como el espectáculo o la política se han dado ya en otros países y son muy conocidos. Lo que sí sugiere es cómo hemos de mejorar para que efectivamente crezca la confianza en las medidas de protección que se ofrecen desde el sistema judicial. Nos preocupa en tanto en cuanto nos indica que hay espacios mejorables. Debemos escuchar e incorporar las mejoras que sean necesarias. En otro sentido, no. A mí me parece que pretender sustituir las tutelas judiciales que ofrece la legislación y los medios que hay desplegados por denuncias anónimas, que pueden ser necesarias y relajantes en un momento para la persona que las formule, pero me parece que como norma habitual sería dejar a las mujeres sin una herramienta poderosísima para hacer frente a la situación. Y soy partidaria de que las mujeres puedan utilizar todas las herramientas disponibles para salir de los ámbitos de violencia.

¿Pueden convivir ambas vías?

Sólo puedo hablar de lo que me compete, y el objetivo actual es escuchar a las víctimas, propiciar más mejoras para que la tutela sea más efectiva, lo que va ligado con las dotaciones de medios, formación y capacitación de las personas que trabajan en esta materia especializada y al avance legislativo.

¿Y cuáles son los puntos de mejora del sistema para hacerlo seguro?

Hay dos cuestiones. Si se habla de entorno seguro las mejoras están claras, hay que mejorar los sistemas de seguridad y dotarnos de herramientas útiles. Quizás hay que dar una vuelta a la confidencialidad. De hecho la Ley Integral de violencia ya tiene una normativa especifica para proteger la imagen pública de la víctima o el tratamiento de estos casos. Pero dicho esto cuando existe un riesgo y una agresión, la seguridad es difícil de obtener, tanto en el ámbito jurisdiccional y también en supuestos ámbitos seguros, una vez que la noticia se conoce son momentos delicados para reforzar la seguridad de las víctimas. A mí me preocupa cómo podemos hacerlo nosotros. Cómo pueden hacerlo otros medios, lo desconozco.