La Cofradía Vasca de Gastronomía se une a las Jornadas Europeas del Patrimonio con una innovadora actividad que, en los últimos tiempos, ha atraído las miradas de muchos jóvenes y adultos, una escape room.
El 8 de noviembre, diez afortunados tendrán la oportunidad de descubrir los secretos de la Cofradía mediante un didáctico y divertido juego en el que no faltarán las sorpresas. Onintza Mokoroa, cofrade, vocal de la entidad y profesora, es una de las organizadoras del evento, y subraya que el edificio de la Cofradía Vasca de Gastronomía, situada en la Parte Vieja donostiarra, “es muy propicio” para llevar a cabo esta iniciativa.
Retos y sorpresas
La actividad es una forma de “hacer partícipe a la gente más joven” y, en caso de que sea un éxito, no descartan repetir la experiencia en futuras ocasiones. A pesar de que al principio pretendían ahondar en la historia de la entidad, han decidido enfocar el evento por otra rama, utilizando todo el edificio como tablón de juego para resolver diferentes retos que, en caso de superarlos, llevará a los participantes a una deliciosa sorpresa final.
La temática de los retos estará basada en las sociedades gastronómicas y sus actividades. “Cada uno puede imaginar lo que se hace en una sociedad gastronómica”, recalca.
Un total de 10 personas podrán participar en la jornada. Deberán trabajar en equipo aportando cada uno su “diferente sabiduría” por las diversas pruebas. El evento, reservado a mayores de 14 años, comenzará a las 19.30 horas el 8 de noviembre, y tendrá una duración estimada de una hora.
Misión conjunta
Mokoroa explica que la Cofradía tuvo conoció las Jornadas Europeas del Patrimonio hacia el año 2020, y decidieron participar, ya que su misión es “propagar la cocina vasca en el mundo dándola a conocer y analizar el cambio y evolución de las tradiciones”. Ese trabajo de investigación es una parte esencial dentro de la cultura vasca inmaterial, “analizamos qué productos se utilizaban antes y cuales se utilizan ahora”, las maneras de cocinar, las sociedades gastronómicas de Donostia que “marcaron mucho la forma de ser de la sociedad”, etc.
“Creo que es importante que dejemos huella en Europa”, subraya, siendo para ello “esencial” promulgar todo el trabajo de la Cofradía por medio de las jornadas. En su opinión, es importante “transmitir la tradición gastronómica” a futuras generaciones.
Otras actividades
No obstante, este no es el único evento que realizan para preservar dicho patrimonio inmaterial, ya que son bastante activos. Se trata de una entidad muy activa que participa como jurados en campeonatos de cocina tradicional, en formaciones en tradiciones gastronómicas y de caza locales, organizan conferencias, cursos de cocina, catas de cine, honran a las mujeres gastrónomas o celebrar un nombramiento a tres cofrades de honor por su historia gastronómica, etc.
Además, organizan actividades para los socios como pueden ser cenas o un gastro-reggae, donde se fusiona la música, los pintxos y el baile. Siempre intentando utilizar productos km0, en medida de lo posible. “Intentamos preservar esa cercanía y producción” creando una economía circular con la que dan forma a los alimentos mediante la elaboración de diferentes recetas.
La cofradía, que cuenta con 300 socios, se dirige a sus cofrades, pero también organiza jornadas abiertas a personas que no forman parte de la entidad.
Inicios de la Cofradía
La historia de la asociación se remonta a los años 60, cuando unos “amigos de diferentes profesiones” decidieron ahondar en sus intereses gastronómicos y expandir la cocina vasca, en un contexto en el que el interés por la gastronomía estaba en auge en Europa. Para dar a conocer la cocina y productos vascos y, a su vez, ampliar los conocimientos sobre la gastronomía europea, decidieron crear la Cofradía Vasca de Gastronomía. “Su idea era dar conferencias, hacer monográficos de diferentes alimentos y reuniones franco-hispanas para comenzar a salir del País Vasco”, recuerda Mokoroa.
Una de las peculiaridades es que aquellos pioneros, a pesar de tener amplios conocimientos gastronómicos, “no sabían cocinar”, valorando por ello “el trabajo de sus mujeres”, explica. Por ello, cuando realizaban concursos y participaban como jurados, no sólo participaban ellos, sino que también sus mujeres. Así, sus conocimientos culinarios se ampliaban y podían “complementarse”.
Tras unos años, se percataron de que las sociedades gastronómicas eran un elemento “fundamental en Donostia”, por lo que comenzaron a buscar un local hasta que les cedieron el edificio actual, que antiguamente fue un matadero de aves.
Capital gastronómica
Después de todos los años de recorrido, la entidad ha ido ampliándose y sumando más cofrades e incorporando trabajadores fijos que conozcan “la casa”.
Hoy en día, Donostia está considerada una “capital gastronómica muy importante”, con entidades profesionales dedicadas específicamente al sector, pero “nosotros seguimos desde el voluntariado”, añade. Mokoroa afirma estar “orgullosa” de que la Cofradía Vasca de Gastronomía haya sido clave para que “se conozca la cocina vasca en todo el mundo, que haya un interés en preservarla y que se amplíe”, asegurando que continuarán con dicha misión “desde donde podamos”.