La iniciativa surgió hace cuatro años de la mano de una vecina de Donostia, empleada de hogar, que veía la necesidad de tomarse un café con otras compañeras de profesión para dar rienda suelta a tantos quebraderos de cabeza. Comenzaron a reunirse en Errenteria, y lo que parecía una tímida propuesta se ha ido extendiendo por otros puntos de la geografía guipuzcoana de tal modo que hoy en día casi un centenar de mujeres participa activamente en los llamados grupos de café, con presencia en Irun, Donostia y Tolosa, además de Errenteria.
Las empleadas de hogar de Gipuzkoa comienzan a dar pasos para salir de la invisibilidad. Un colectivo imprescindible que desarrolla una labor tan callada como necesaria en una sociedad de envejecimiento “desbocado” en la que se contabilizan ya 169 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. La estadística refleja bien a las claras que trabajo no falta. La lucha, dicen ellas, se centra en lograr “unas condiciones dignas”.
Según los últimos datos del mes pasado, en Euskadi hay 27.341 empleadas de hogar dadas de alta en la Seguridad Social, 8.775 de ellas en Gipuzkoa. Nueve de cada diez son mujeres de origen extranjero. Unas cifras, en todo caso, que reflejan parcialmente la verdadera trastienda. “Quienes están en situación irregular son invisibles a la sociedad, pero a pesar de ello las familias que precisan de ellas deben de tener claro que existe una relación laboral”, subraya Marling Castillo, técnica del área de trabajadoras del hogar de SOS Racismo.
“Es verdad que pueden surgir lazos de cariño con la persona a la que se cuida, pero no deja de ser una relación laboral con la familia, que en última instancia es la que decide las condiciones de trabajo”. Esta nicaragüense licenciada en Turismo sabe bien de lo que habla. Se instaló en Gipuzkoa en 2009 e inicialmente trabajó como empleada de hogar.
Única alternativa
Por lo general, al llegar al Estado sin red alguna y sin dinero, la única alternativa para muchas mujeres suele ser el trabajo de interna. Ella, al cuidado de su hijo pequeño, lo hizo por horas, en diferentes viviendas. Y con el conocimiento adquirido en el sector centra ahora su esfuerzo en ayudar a otras mujeres a través de la asesoría laboral de SOS Racismo.
"Pueden surgir lazos de cariño con la persona a la que se cuida, pero no deja de ser una relación laboral con la familia, que en última instancia es la que decide las condiciones de trabajo”
Se trata de un colectivo que poco a poco va tomando conciencia de sus propios derechos en la medida en que los cuidados han pasado a ocupar un papel importante en el debate social. Pero basta un dato para advertir la vulnerabilidad en la que habitualmente se han desarrollado las condiciones de trabajo. Hasta 2022 el Estado no reconoció que las trabajadoras domésticas tuvieran derecho al desempleo. Un paso adelante que ahora aplaude Castillo, aunque lamenta que no se estén reconocimiento los años cotizados con carácter retroactivo.
“Es necesario el trabajo sindical que hacemos para hacer valer los derechos de las mujeres. Eso sí, a la hora de reclamar salarios, no decidimos por ellas. Según la relación que se establezca con las familias, algunas tienen capacidad de negociación y otras no”, explica la técnica del área.
Son muchas las cuestiones que pueden llegar a plantearse sobre la mesa. Por ejemplo, el pago de las “horas de presencia”. Castillo pone el ejemplo de una interna que permanece en la vivienda de la persona a la que cuida aunque no esté desarrollando una tarea concreta. “Puede llegar a estar en el domicilio 60 horas y percibir el salario mínimo por 40. Es necesario el asesoramiento”, indica Castillo.
Hasta 2022 el Estado no reconoció que las trabajadoras domésticas tuvieran derecho al desempleo
Con el fin de lograr un acuerdo entre la familia y la empleada, el área de trabajadoras del hogar de SOS Racismo suele tender puentes para que ambas partes conozcan bien el marco normativo en el que se mueven. “En caso de que no se llegue a un acuerdo, se puede ir a un acto de conciliación a través del servicio de mediación del Gobierno Vasco. Es muy habitual que ocurra”, asegura la técnica del área. En una última instancia, hay casos que acaban en los tribunales.
Prevención de riesgos laborales
Otro paso importante en el reconocimiento del sector se ha dado este mismo mes, tras la aprobación por el Consejo de Ministros de un nuevo real decreto ley que extiende la prevención de riesgos laborales a las empleadas del hogar. Con la nueva norma, las trabajadoras tendrán derecho a que se evalúen los riesgos de su puesto —los domicilios donde realicen sus labores— y la posibilidad de realizarse exámenes médicos periódicos. Además, incluye una serie de obligaciones para quienes las emplean, cuyo cumplimiento será facilitado por el Estado.
A juzgar por las cifras, parece un paso más que necesario. Según datos del Ministerio de Trabajo, el año pasado un total de 1.566 trabajadoras del hogar tuvieron un accidente en el Estado durante su jornada laboral y cogieron una baja. De la actual falta de medidas de prevención derivan muchos problemas de salud para las trabajadoras, como hernias, problemas de rodilla, manguitos rotadores rotos o problemas de salud mental.
El año pasado un total de 1.566 trabajadoras del hogar tuvieron un accidente en el Estado durante su jornada laboral y cogieron una baja, según datos del Ministerio de Trabajo
No es extraño por todo ello que siga creciendo en Gipuzkoa el número de mujeres en torno a los grupos de café. “Buscan desconectar, quitarse el peso de la jornada. Muchas de ellas vienen con un panorama complejo en el que los problemas se complican porque están a dos bandas, preocupadas por su familia de origen y la de aquí”, detalla Castillo.
“Hay quienes caen en la depresión, con las secuelas que deja estar tanto tiempo encerrada en un domicilio prestando cuidados. Son mujeres que necesitan espacios de escucha. Nuestro objetivo es que tejan redes entre ellas para que no caigan en la soledad, que se relacionen y autogestionen”, explica Castillo.
Escuela de capacitación
En ese sentido, el área de empleadas del hogar de SOS Racismo trabaja en el programa Zabaltzen, una escuela de capacitación en la que a lo largo de este curso se impartirá un total de ocho talleres. Cada mes se abordará una temática diferente. Zabaltzen propone una intervención social comunitaria para la construcción y refuerzo de capacidades.
“Muchas mujeres han sido líderes en sus países, han asumido diferentes responsabilidades que las han perdido al llegar aquí. La idea es que se organicen de tal modo que pueda favorecer su empoderamiento en la defensa de sus derechos”, explica Castillo. A tal fin, la organización se ha puesto en contacto con movimientos sindicales de países como Perú, Chile, Argentina o Uruguay con el fin de “conocer su experiencia de primera mano” y adaptar aquí, en la medida de lo posible, el modelo de trabajo.
La organización también está inmersa en el proyecto Lan Duina, Zaintza Duina. Esta iniciativa busca crear una bolsa pública de trabajo que garantice los derechos de las empleadas de hogar. El ámbito de actuación se limita por el momento a la comarca de Oarsoaldea, con el objetivo de implantar en un futuro el mismo modelo a otros municipos del territorio. “Hace falta ir abriendo todos estos espacios de encuentro que permiten que las trabajadoras se sientan acompañadas, algo que agradecen muchísimo”, asegura la técnica del área de trabajadoras del hogar.