Madrid – El Ministerio de Sanidad asume que también va a recibir presiones con la ley de protección de los menores del alcohol que está preparando, pero que en este caso, a diferencia del tabaco, goza de una gran aceptación social e incluso es una “parte fundamental de nuestro ocio”, cuando “no debería ser así”.

“Alguien que deja de fumar es un héroe, pero alguien que deja de beber es cuestionado”, reflexiona la ministra de Sanidad, Mónica García, al ser preguntada por las distintas normativas que su departamento se ha fijado como prioritarias. Preocupado porque el consumo de alcohol “sigue siendo un problema” entre los menores, el Ministerio está preparando una iniciativa que les proteja de la publicidad engañosa y les obstaculice el fácil acceso que tienen adaptándose a los nuevos usos que están haciendo de esta sustancia.

El proyecto de ley con el que intentará regular la venta, publicidad y marketing de alcohol para frenar el consumo en los más jóvenes quiere ser “un poquito más ambicioso” y acompañar las normas meramente restrictivas de otras medidas para proteger a los menores de mensajes engañosos y la facilidad del acceso, adaptándose a los cambios de uso que están haciendo de esta sustancia.

No es una iniciativa nueva, ya que desde que en 2017 se creara en el marco de la Comisión Mixta para el Estudio del Problema de las Drogas una ponencia cuyas conclusiones iban a servir para guiar una futura normativa, todos los antecesores de García han mostrado su intención de sacarla adelante. La ministra explica que las acciones punitivas, que pueden dar resultados en algunos casos, “no siempre funcionan”, por lo que hay que “estudiar cuál es la más eficaz”.

De lo que sí es consciente es de que van a recibir presiones como las han tenido con el plan antitabaco aprobado recientemente, con la diferencia de que el alcohol está mucho más aceptado. “El alcohol tiene una connotación social diferente al tabaco. Tenemos que cambiar ese concepto de social del alcohol como una parte fundamental de nuestro ocio”.