El curso académico enfila su recta final y miles de estudiantes de bachillerato y universitarios se plantean la opción de acceder al mercado laboral para “sacarse un dinerillo”. Los udalekus o colonias de verano municipales son una de las opciones más recurrentes. Para muchos de ellos, es su primer trabajo.

Alrededor de 2.000 o 3.000 jóvenes guipuzcoanos optan cada temporada por esta fórmula entre junio y julio, pero sus condiciones laborales han sufrido un retroceso en los últimos años: trabajan casi por el mismo precio que lo hacían sus padres hace tres décadas y en vez de estar contratados por el Ayuntamiento, lo hacen para una subcontrata.

Xabier Leonet es actualmente el responsable de Intervención Social del sindicato ELA, pero hace dos veranos, con 22 años, recién terminados sus estudios de Derecho, trabajó en unos udalekus organizados por un ayuntamiento guipuzcoano. 

“Es un trabajo que me encanta, pero no se valora. Es fantástico trabajar de monitor y creo que la gente joven trabaja muy a gusto en las colonias, pero eso no quiere decir que la Administración Pública se tenga que aprovechar de ello. Eso es lo que nos da rabia”, lamenta. 

ELA exige a los ayuntamientos que garanticen la aplicación del convenio de Gipuzkoa sobre el Estatal y asegura que los monitores "ganarían el doble"

La realidad es tozuda. Y en Gipuzkoa, actualmente muchas de las empresas y colectivos que gestionan los udalekus “están aplicando el convenio de marco estatal de Ocio Educativo y Animación Sociocultural”: son unos 8,5 euros brutos la hora, con todo incluido, explica Leonet.

Si se les aplicase el convenio de Intervención Social de Gipuzkoa, “que es aplicable a esta actividad, ganarían el doble. Y no te digo nada un contrato directo con el ayuntamiento”, añade este responsable sindical.

De pesetas, a euros

Jone, madre de dos jóvenes, lo ve en su propia casa. Fue begirale a mediados de los 90 y su experiencia dista mucho de la que vive hoy con sus hijos. “La realidad que estamos viviendo en casa es que unos chavales de 19 y 20 años que están en la universidad y en verano quieren sacarse un dinero, se han apuntado como monitores. ¿Y qué se les ofrece?”, se pregunta. La respuesta queda en el aire. 

“Hace 30 años, a mí me contrató directamente el ayuntamiento, y a mi hija hoy le pagan casi lo mismo a través de una subcontrata”

Jone - Exmonitora

“Cuando le cuentas a tu hija que hace 30 años el contrato que me hicieron a mí era del ayuntamiento y estaba firmado por el alcalde, y que gané unas 100.000 pesetas por trabajar 20 horas semanales (7,10 euros la hora + indemnización), se enfada”. Es prácticamente lo mismo que le pagan a ella ahora: unos 850 euros el año pasado por una jornada de 25 horas semanales (8,5 euros la hora, todo incluido)”.

Leonet lo tiene claro: “Lo que antes hacían directamente los ayuntamientos, se ha decidido subcontratarlo y ponerse una venda. No quieren saber nada más, aunque son los propios ayuntamientos los que anuncian los udalekus. Se ofrece como un buen servicio público a los padres y madres que trabajan en verano”.

Algunas empresas que hasta “hace muy poco sí aplicaban” el convenio guipuzcoano de Intervención Social en esta área, “han dejado de hacerlo, y ahora se rigen por el estatal”, explica Leonet, porque, de lo contrario, dejan de ser competitivos en los concursos públicos ante otras compañías que se acogen a la fórmula más barata

"Decisión política"

“Se aprovechan de que la gente que trabaja es joven y ésta es su única oportunidad de trabajar. Todo el mundo da por hecho que es lo que hay, y que no tienen otra cosa. Pero lo cierto es que somos ninguneados desde el minuto uno”, lamenta el responsable de ELA. 

Asegura que “jurídicamente podemos exigir la aplicación del convenio guipuzcoano de Intervención Social para los monitores, más allá que se busque cualquier artimaña para acogerse al estatal. Pero sobre todo, entendemos que si hay voluntad política se debe de exigir la aplicación de los convenios que se negocien aquí. Hay ludotecas y colonias que así lo hacen”.

 “Hemos pasado de tener un contrato directo con la administración a cobrar la mitad de la mano de una subcontrata”, recalca.

Y en ese escenario, hay licitaciones, convenios de colaboración e intermediarios con los que, en definitiva, “el que sale perdiendo es el monitor”, y es un “reflejo más de la decisión política de subcontratar servicios”, añade.

primer trabajo estudiantes monitor

“Tenemos que exigir a la Administración pública, que en la mayor parte son los ayuntamientos, que se hagan responsables de la gente que trabaja ahí. No es cuestión de dinero. Las empresas subcontratadas utilizan toda clase de artimañas para pagar lo menos posible y en ese escenario prevalece el convenio estatal sobre el de aquí”, reitera este joven. 

En su opinión, que “la primera entrada al mundo laboral se ofrezca estas condiciones, dice mucho de los lejos que están nuestros políticos de lo que predican. Es hora de que pasen de las palabras a los hechos y empiecen a apostar por las condiciones que se negocian aquí”, critica.

El trabajo de monitor, explica Leonet, conlleva una “enorme responsabilidad”. Es “parte de la educación de nuestros hijos e hijas”: “Yo he tenido begirales que han sido y siguen siendo un referente para mí, y espero poder serlo para algunos niños y niñas que he cuidado, pero te das cuenta que no se valora ese trabajo”.

“Me chirriaba”

Fue su propia experiencia la que le abrió los ojos: “Yo seguí la misma lógica que siguen todos y todas las jóvenes: todo el año estás estudiando, tienes mil historias más, no te da tiempo para un trabajo estable y llega el verano, dos meses que no tienes que estudiar, y me animé con varios amigos a trabajar de monitor en los udalekus”. 

Su perspectiva cambió cuando comenzó a trabajar en ELA. “Lo primero que haces es mirar el convenio y me chirriaba que me aplicasen uno estatal. Empiezas a indagar, y te das cuenta de las artimañas que realizan para pagarte lo menos posible. No nos valoran”, lamenta. 

“Se suele decir que a los jóvenes de hoy en día les da igual todo. Pero no es así. Cuando les explicas la situación, y son conscientes de lo que se hace, la gente se cabrea. Yo lo veo en mi entorno”, concluye Leonet.

"No es de recibo que se permita la aplicación de un convenio Estatal existiendo un convenio de aquí

Xabier Leonet - Responsable de Intervención Social del sindicato ELA

El responsable sindical tiene claro que es el momento de dar un golpe en la mesa. “Hace poco ha habido elecciones políticas y se ha puesto el foco en los jóvenes. Por eso hemos decidido empezar a ponernos en contacto con los ayuntamientos en los que hemos detectado esta situación”, afirma. 

En ELA, señala, “no estamos de acuerdo de que se subcontrate este servicio, pero si lo hacen, al menos, que estén al tanto, y que se exija un mínimo mediante unos pliegos de condiciones. No es de recibo que se permita la aplicación de un convenio Estatal existiendo un convenio de aquí. Una cosa es que subcontrates un servicio, pero la responsabilidad, no se subcontrata”, zanja.

“Para eso, me voy al McDonalds, que gano el doble”

Muchos de los jóvenes que trabajan de monitores durante el verano cuentan con una formación importante. Algunos han realizado incluso cursos específicos por los que han llegado a pagar alrededor de 500 euros.

Todo suma. “Mejor si se sabe euskera, a ser posible con EGA; suma si uno es estudiante de Magisterio, si ha sido entrenador de deporte escolar, si sabe otros idiomas... Aunque no se suele exigir, todo se valora cuando se trata de atender a nuestros hijos e hijas, pero luego no se paga”, señala Leonet.

“Nos estamos aprovechando de que a muchos jóvenes el título se lo pagan sus progenitores, familias que priorizan la formación de sus hijos”, explica el responsable de Intervención Social del sindicato ELA. 

Y la realidad es la que es: “Si no te respalda económicamente tu familia, seria inviable para los jóvenes y estudiantes costearse el titulo con las condiciones laborales que se nos ofrecen”.

“Si tuviéramos que hacerlo, tardaríamos casi dos años en amortizarlo (entre prácticas y salario) y para entonces muchos ya han dejado de trabajar en ello. No tenemos estadísticas de esto, pero mucha gente trabaja de media dos o tres años de monitor”, explica Leonet. 

Jone explica su caso: “A nosotros, el título nos costó 450 euros hace dos años: eran 150 horas de teoría y 160 horas de prácticas, que es la jornada de más de un mes como monitor. Mi hija trabajó medio mes para el ayuntamiento el año pasado y ni lo ha amortizado. A veces, para recuperar lo que has invertido, tienes que trabajar dos veranos”.

El novio de su hija, cuenta Jone, lo tuvo más claro: “Para eso, me voy al McDonalds, donde el convenio guipuzcoano de la hostelería le permitió cobrar alrededor de “14 euros la hora”, y “ganar el doble”.