Tras un centenar de misiones humanitarias culminadas con éxito y miles de vidas salvadas, es la primera vez que el Open Arms tiene que retirarse antes de tiempo. Siete personas del equipo de World Central Kitchen, con el que trabajaban para abrir un corredor humanitario marítimo, fueron asesinadas por Israel hace ahora una semana en Gaza. La organización humanitaria catalana sigue “en shock” por lo ocurrido, pero no tiene duda de que lo ocurrido fue totalmente deliberado.

Lo primero, ¿cómo se encuentra el equipo del Open Arms?

El equipo está conmocionado, las personas asesinadas eran parte del equipo, estaban allí durante el desembarco del lunes y nos despedimos de ellos con una gran sonrisa. Horas más tarde supimos que habían sido asesinadas. El equipo está en shock porque no solamente fuimos testigos de la devastación que se veía que sufre Gaza, de edificios devastados y bombardeos continuos, sino que además te afecta directamente cuando son varios miembros del equipo.

Era una misión que tenía el visto bueno de Israel. Tenían el itinerario. ¿Qué ha pasado ?

Todo el operativo del corredor, tanto la primera vez como esta segunda, estaba controlado por Israel. Había inspeccionado toda la carga, había monitorizado el barco y todos los movimientos. Teníamos su ok para entrar en aguas de Gaza y el equipo de WCK de tierra había avisado de todos los movimientos. Los vehículos estaban señalizados. No es que fuera un misil que cayera, fue un ataque por triplicado, atacaron tres coches en una distancia de más de kilómetro y medio. Hay una investigación, y todo apunta a que fue un ataque deliberado sobre un equipo humanitario de una operación que estaba aprobada por Israel. A simple vista se ve claro que fue un ataque.

Estos asesinatos han obligado a finalizar la misión antes de tiempo. No se han podido desembarcar varias toneladas de alimentos.

Efectivamente. Una vez demostrado que podíamos abrir ese corredor se trataba de que fuera permanente. En la primera entrega llevamos casi 200 toneladas de comida, en esta ocasión era el doble. Íbamos tres embarcaciones y una plataforma flotante, siendo el Open Arms el único que podía entrar en aguas de Gaza. Solo pudimos hacer el desembarco de 100 y pico toneladas, y el resto tuvo que volver a Chipre.

Denuncian que se usa el hambre como arma de guerra.

Sí, queda claro. No puede ser que las entradas terrestres a Gaza hayan sido bloqueadas, que hayan destruido el corredor humanitario marítimo, que lo abrimos para paliar la hambruna generada por el bloqueo terrestre. Con el ataque deliberado una vez más a trabajadores humanitarios, se ve claro que no quieren que entre ayuda humanitaria. Nos ratificamos en que es un genocidio y se está usando el hambre como arma de guerra.

La idea era convertirlo en corredor humanitario permanente.

Hasta que no haya garantías de seguridad está descartado. Es verdad que el impacto global del asesinato de estas personas con nacionalidades como Polonia, Reino Unido o Australia, y siendo una ONG Americana ha tenido un impacto en su aliado Biden, y ha generado relaciones que no sabes cómo acabaran. Que las condolencias se conviertan en medidas reales que impidan este genocidio o no, lo veremos. No son las primeras ni las últimas, 200 personas trabajadores y trabajadoras humanitarias que han sido asesinadas, pero la diferencia es que la mayoría de los primeros son palestinos. Y son invisibles a sus ojos.

A pesar de lo ocurrido, ¿qué balance hace de esta misión? Ha sido la primera vez que se ha abierto un corredor humanitario marítimo.

Es un hito histórico, después de 20 años dos ONG conseguimos abrir el corredor. Queríamos que fuera la entrada de manera permanente para aliviar la desesperación de la población civil. Pero Israel lo ha volado por los aires. Habrá que ver lo que pasa, estamos en shock aún. Dos organizaciones humanitarias no podemos cambiar el rumbo de las cosas. Podemos paliar, pero quien tiene la responsabilidad de vender o no armas o hacer presión son los gobiernos.

Después de 100 misiones humanitarias, ¿cómo valora la trayectoria del Open Arms?

Hace ocho años ni siquiera queríamos ser una organización, lo único que queríamos era ayudar. Pero ya hemos salvado la vida de más de 75.000 personas, aunque ojalá no las hubiéramos tenido que salvar. Ojalá no hubiéramos tenido que existir y esta crisis humanitaria que se está quedando como permanente en el Mediterráneo central no sucediera. Pero está claro que las políticas migratorias de la Unión Europea cada vez van a peor. Van hacia la deshumanización, hacia proteger las fronteras por encima de las vidas humanas, y seguimos siendo necesarios. A lo largo de los años nos hemos tenido que reinventar también con el ánimo de ayudar en las crisis en las que nosotros podemos aportar algo, como en esa última parte, de abrir un corredor humanitario a Gaza. Está claro que hay que seguir, y aunque sea duro y las circunstancias sean difíciles, hay que seguir hacia adelante.

¿Qué pasaría si no existieran barcos como el Open Arms o el Aita Mari?

Lo cierto es que el Open Arms, el Aita Mari, el Sea Watch, Médicos sin fronteras… y tantas otras organizaciones que estamos allí estamos cubriendo el hueco, mitigando la responsabilidad que deberían estar haciendo los estado europeos y no hacen. Al incumplir todos los convenios a los que se han suscrito, las organizaciones formamos esta flota humanitaria para lo que dice la ley marítima internacional y los convenios: la protección de la vida humana por encima de todo. Está claro que si no hubiéramos estado ahí, no solo salvando las vidas, que se quedan ahí abandonadas, sino denunciando lo que allí sucede habría muchísimas más muertes y nadie lo sabría. Hay que señalar esas muertes, y sobre todo señalar y denunciar a quien no está haciendo nada para protegerlas.