Para Ana Inés de la Rosa la moda es una pasión que hace tiempo se decidió a vivir de otra manera. Tuvo en su Argentina natal un comercio de ropa pero cada vez fue teniendo más claro que vender ropa nueva colisionaba con sus principios. Y al llegar a Donostia se decidió: quería apostar por dar una segunda vida a toda esa ropa que, de lo contrario, acaba en un vertedero.

En los dos años de actividad en la Gran Vía de Gros ha constatado que cada vez son más las personas que apuestan por vestirse con ropa que ya había vivido una vida anterior. Pese a que subsistan las reticencias.

Con la ciudad inmersa en el Zinemandia, De la Rosa se ha enfrentado este año a otro reto: “Voy a vestir a una artista famosa del Festival”.

Las y los estilistas que trabajan para el certamen hacen una selección entre las prendas de distintos comercios donostiarras para vestir a algunas de las personas invitadas al Festival y “dar visibilidad al comercio local”.

“Eligieron una de mis prendas para vestir a una artista, pero todavía no sabemos a quién”, explica de la Rosa.

Sea quien sea la persona que luzca la prenda que llega de Mao Donostia, se paseará por la alfombra roja con una indumentaria con cierta historia. Quizá con “dos, tres, cuatro o cinco vidas”.

De la Rosa puede dar pocas pistas más, ya que tampoco ella sabe ni el día a, ni la persona, ni el evento en el que “un kimono, largo, de gasa y con transparencias” será fotografiado. “Estuvo en tendencia, lo está y seguro que lo volverá a estar”, destaca.

Desde la infancia, lamenta de la Rosa, se genera cierta “adicción” a la compra de ropa, con modelos que no se asemejan a la realidad

El proceso está lleno de sorpresas. Los estilistas del Festival “van armando looks y deciden. Nosotros no sabemos más”. 

¿Cómo funciona?. De la Rosa remitió las fotografías de varias prendas de su comercio, entre las que se eligió la que desfilará alguno de los días sobre la alfombra roja. Esa es la prenda que se envía. A partir de ahí, todo con mucho secreto.

Además, se congratula de la Rosa, la concejala de Economía, Empleo Local y Ecología, Marisol Garmendia, pensaba lucir un look de segunda mano que adquirió en su comercio. “También un jurado LGTBI repite, porque lo vestí el pasado año”, añade. “La moda sostenible está en auge”.

Con cabeza

De la Rosa se encuentra cada día con muchas personas a las que tiene “que decir que no”, que no tiene capacidad para poder vender sus prendas. “No saben qué hacer y es triste, porque solo se recicla el 15% del textil y la mayor parte acaba en vertederos y siendo incinerada”, lamenta.

El proceso de reflexión e información que está desarrollando avala su apuesta por la reutilización. “El poliéster, del que está hecha la mayoría de ropa , proviene del petróleo y se usan millones de litros a nivel mundial. Para hacer una camiseta de algodón se necesitan 12.000 litros de agua”, aporta de la Rosa como ejemplo.

La tarea de dar más vidas a las prendas de vestir no es sencilla, y de la Rosa pide a las administraciones públicas “más apoyo”. Porque, destaca, los comercios que se dedican a vender ropa de segunda mano “pagan los mismos impuestos que cualquier otro”, con menos margen de beneficio y no reciben las ayudas de organizaciones que lo hacen a una escala mucho mayor. 

“Y es que, además, se dan permisos para sumar grandes superficies en trama urbana, donde se vende ropa muy barata y contra las que el pequeño comercio no puede luchar”.

“La moda sostenible está en auge”, destaca de la Rosa, que invita a crear “un armario cápsula” y jugar con los complementos

“Nosotros, la ropa en la mayoría de los casos la compramos y cuando la vendemos incluso nos dicen que pagar diez euros es caro”, subraya. “Tenemos que mirar que la prenda es de calidad, que no tenga rotos, ni pelotillas, ni manchas, etc. Miramos que sean actuales o con estampados que se utilicen recurrentemente. La ropa vintage, se vende muy bien y es muy buscada, porque el tejido es bueno, y el color y el diseño”.

Estamos entrando en otoño y vuelve a haber un cambio de armario. De nuevo a tirar. Pero no tendría que ser así. De la Rosa, que es también asesora de imagen, da algunos consejos para que se tire menos ropa y para comprar de forma más reflexiva. “Primero hay que mirar lo que se tiene y montar un armario cápsula, que incluye un chubasquero, una camisa blanca, un vestido negro, una chaqueta vaquera, un traje con pantalón y una buena falda que vaya con nuestros colores. Esas prendas se combinan y no pasan de moda”.

Desde esa base entran en juego los complementos, el pelo, el color de uñas, el calzado... La magia. Otro aspecto que toma muy en cuenta de la Rosa en sus asesorías es la actividad diaria de cada persona, su estilo de vida. No vale todo para todos y todas, no tiene que primar la tendencia. Es básico conocer el cuerpo y saber que “todo lo que se ve en pasarelas o en las redes no vale para todo el mundo”. Cada cual debe saber qué quiere realzar y con qué ropa se siente más cómoda. “Se crea una especie de adicción a comprar, pero hay que saber que a los famosos, a las influencers se le da la ropa, les interesa que se compre. Igual a ti no te vale”.

Guardar en malas condiciones las prendas de calidad tampoco funciona, porque la come la polilla. Hay aplicaciones para venderlas y tiendas especializada. Larga vida a la ropa y al planeta. l