Esta vez el calor atiza con fuerza, y se ha cebado con el territorio, estando durante unas horas en todo su conjunto y, por vez primera, en alerta roja. Entre las 15.00 y las 18.00 horas, la CAV ha vivido en zona roja, casi negra, por el calor extremo con termómetros disparados por encima de los 42 grados que convierten el asfalto en una sartén.

Pero que el termómetro no deje de escalar pasa una grave factura en la salud y eleva considerablemente el riesgo de mortalidad. Porque las altas temperaturas, matan.

El responsable de Salud Pública del Gobierno vasco, Pello Latasa, ha puesto de manifiesto que “una investigación, que realizó el instituto de Salud Carlos III, señalaba que la mortalidad atribuible a las altas temperaturas, una vez superado el umbral de temperaturas extremas, es del 10% por cada grado que excede de dicho umbral”.

Solo un dato, el pasado julio de 2022, uno de los más cálidos que se recuerdan, ocasionó en Euskadi un 10,2% más de muertes que en el mismo periodo de 2021.

Pero hay que señalar que los umbrales considerados de riesgo no son iguales en todos los puntos del Estado, y se valoran en función de sus características climatológicas.

“Hay que matizar, además, que los perjuicios del incremento de temperatura también cambian en función de las personas, de su edad, patologías crónicas. Asimismo varían según el entorno en el que vive, o las condiciones medioambientales y climatológicas ya que si la población está acostumbrada a vivir con temperaturas altas o el incremento es paulatino, sus habitantes se adaptarán mejor que una población sometida a climas más estables”, precisa Latasa.

MORTALIDAD DISPARADA EN EL VERANO DE 2022

Por tanto, las elevadas temperaturas no solo se traducen en un agravamiento de la salud sino que provocan un elevado incremento de fallecidos tal y como ocurrió en el verano del pasado año.

Lo avisan todos los indicadores; las olas de calor, cada vez más intensas y frecuentes, tienen un impacto directo en la letalidad. Y no solo en los eventos agudos, los relacionados con golpes de calor, sino por la descompensación que causan en los pacientes más vulnerables. 

Así, el Estado español registró más de 11.300 muertos en 2022 por el calor, el segundo país de Europa con más fallecidos. Un análisis del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), estima que entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre del año pasado se produjeron 61.672 muertes atribuibles a la canícula, 11.324 de ellas en España.

Otro dato tremendamente revelador de la magnitud del problema es que el Eustat ya ha confirmado que el pasado mes de julio de 2022, con algunos de los registros históricos de temperatura más cálida que se recuerdan, la mortalidad aumentó en Euskadi un 10,2% respecto a 2021.

Un fenómeno aterrador dado que se anuncia que los días abrasadores se van a triplicar. Así, se ha calculado que hasta 2100, en Euskadi, la duración de las rachas de calor aumentarán de forma pronunciada llegando a triplicar el número de días que hay en la actualidad.

EMPEORA LA SALUD MENTAL

Latasa hace hincapié en los efectos específicos que causa este estrés térmico como síncopes, o calambres. E insistió en que empeora las patologías de base de los pacientes más vulnerables. Mencionó asimismo las numerosas alteraciones que causa en el organismo derivadas de la deshidratación, de la alteración de los electrolitos etc... “Afecta incluso la salud mental y facilita la transmisión de otras enfermedades a través de microorganismos que se reproducen más fácilmente”, reveló.

Pinta mal el panorama ya que Euskadi ha sido este miércoles, de hecho, la única autonomía del Estado con la máxima alerta por temperaturas extremas. Afronta así el episodio de calor más fuerte del verano. Y que la Organización Meteorológica Mundial habla de ola de calor cuando, “durante más de cinco días consecutivos, la temperatura máxima diaria excede en 5ºC a la temperatura máxima media”.