La iniciativa Ongi Etorri Baserrira, organizada por ENBA (Euskal Nekazarien Batasuna) ha celebrado hoy sábado su octava edición y alrededor de 500 personas han visitado los 20 caseríos vascos que han abierto sus puertas.

Los participantes han podido conocer de primera mano la realidad del caserío actual y el modo de vida de las familias que viven y trabajan en los baserris que han querido compartir su día a día con la gente que les ha visitado.

“El perfil ha sido familias jóvenes con niños y niñas”, comenta el coordinador de ENBA, Xabier Iraola, que ha estado presente en una de las visitas, concretamente la del caserío Xarrondo Bekoa (Zumaia), y que destaca que todos los grupos “han tenido gente” y que la satisfacción por la experiencia ha sido general.

“Los visitantes han visto las vacas, el robot de ordeño, han estado amamantando a los terneros...”, enumera Iraola. Los dueños de los caseríos han enseñado a las familias sus instalaciones mientras explicaban cómo es su exigente trabajo en el día a día, luego ha llegado el turno de las preguntas, protagonizado sobre todo por los niños y niñas, para acabar la jornada con una degustación de los productos que se elaboran en cada caserío. En el caso de Xarrondo Bekoa, el dueño, Aritz Eizagirre, ha ofrecido queso, leche y yogures a los visitantes.

Los niños y niñas dan de comer a las vacas dentro de la iniciativa Ongi Etorri Baserrira. Arnaitz Rubio

“Hay gente que no ha estado nunca en un caserío y uno de los objetivos de estas jornadas es precisamente que se conozca este modo de vida. Se pregunta mucho por la alimentación de los animales y por cómo se cuidan. Por ejemplo, se sorprenden mucho de que los separadores de animales no son de hierro, sino de goma dura para evitar que se hagan heridas. El bienestar animal es importante”, señala Iraola.

El balance de esta octava edición de Ongi Etorri Baserrira, por tanto, se considera “muy positivo” desde la organización agraria ENBA, que confía en repetir el año que viene como modo de abrir el mundo del caserío y naturalizar un modo de vida exigente, en el que también deben tener cabida personas jóvenes.