El calor y los cambios de hábitos dan lugar a enfermedades típicas de las vacaciones, y dolencias clásicas del verano como gastroenteritis, otitis o conjuntivitis, entre otras “itis”. Todo ello sin olvidar los males que acarrean las aguas de las piscinas, o los aires acondicionados y los cambios bruscos de temperatura, principales culpables de las consabidas faringitis y bronquitis.

La estrella por excelencia del verano son las gastroenteritis que en esta época aumentan debido a intoxicaciones alimentarias como la salmonella. Puede obedecer a fallos en el sistema de conservación de los alimentos, o pérdida de la cadena de frío debido al calor extremo en esta época del año. Como recuerda Julio Maset, médico de Cinfa, “a veces, utilizamos las vacaciones como excusa para no alimentarnos de una manera saludable. Si a ello sumamos que probamos nuevas gastronomías, cambiamos de clima y alteramos nuestros horarios de sueño y comidas, nuestro sistema digestivo puede verse afectado. Además, es posible que viajemos a un país exótico, lo que incrementa las posibilidades de alteraciones digestivas”.

Estas alteraciones se traducen, a menudo, en problemas gastrointestinales. “Para prevenirlas -añade el experto-, los alimentos ricos en fibra y las frutas y verduras no deben desaparecer de nuestra dieta, sin renunciar por ello a disfrutar de la gastronomía local. Si salimos fuera, o viajamos a países exóticos, también se pueden consumir alimentos en mal estado”. Las precauciones para evitar incidentes digestivos han de tomarse tanto en nuestras vacaciones cerca de casa como en destinos lejanos. “Ahora, nos sentimos libres de nuevo para viajar a destinos exóticos; por ello, es necesario tener presente el riesgo de alteraciones digestivas ante dietas más inusuales con ingredientes diferentes y, generalmente, muy especiadas. Igualmente, es básico tener en cuenta el riesgo de contraer una intoxicación alimentaria por consumir alimentos en mal estado o agua (y hielo) no potabilizada y sufrir la conocida como diarrea del viajero”, recalca el doctor Maset.

Como concluye el experto, “las vacaciones están para desconectar, sí, pero no de nuestra salud, y no deben ser la excusa para interrumpir nuestras rutinas de autocuidado ni dejar de alimentarnos de manera saludable”. 

A vueltas con ojos y oídos

El agua del mar o la piscina pueden resultar una enemiga del oído. Por eso, la otitis es una enfermedad muy frecuente durante estos meses ya que va asociada al hecho de nadar en ríos, piscinas, mares y lagos. Las bacterias y los hongos que pueden estar en el medio acuático entran en el oído provocando dicha infección. Dolor agudo, fiebre y supuración suelen ser los síntomas de una dolencia que, a menudo, precisa tratamiento antibiótico.

"Si se sale fuera, se pueden consumir alimentos en mal estado y sufrir la llamada diarrea del viajero"

Julio Maset - Médico

Exponer la superficie ocular a microorganismos o a las distintas sustancias químicas que se utilizan para desinfectar el agua puede ser peligroso, ya que a menudo es una puerta de entrada para inflamaciones e infecciones oculares. Por ello los especialistas aconsejan aclarar bien los ojos tras el baño.

El aire acondicionado, el cloro de la piscina y la sal del agua del mar dañan la salud ocular. Las lentillas pueden ocasionar problemas ya que al bañarse con ellas puestas pueden perder su propio contenido acuoso y que los microbios y bacterias presentes en el agua se queden pegados a la superficie ocular provocando infecciones como conjuntivitis o queratitis. Para evitar daños, Juan Durán, director médico y oftalmólogo del Instituto Clínico Quirúrgico de Oftalmología recomienda usar gafas de buceo.  

El contorno de ojos es el gran olvidado. Además de protegerlos con gafas de sol, también hay que hacerlo con fotoprotector SPF 50+ porque solo tienen una capa muy fina de piel y puede quemarse con facilidad. Por ello, al igual que cuidamos y protegemos la piel, también es importante marcar una rutina para hidratar los ojos a diario. Las lágrimas artificiales son un gran aliado tras una jornada de calor y sequedad en el ambiente.

Una de las afecciones más comunes es la cistitis. La inflamación de la orina en la vejiga es otra de las inconveniencias que, especialmente las mujeres, sufren en verano. Y hay algunas claves para prevenirla, entre ellas resaltar que no conviene permanecer mucho tiempo con la ropa de baño mojada, hay que beber mucha agua, evitar el estreñimiento y orinar de forma frecuente.